Hoy, China domina el mercado. Aunque posee 38% de las reservas globales de tierras raras, su verdadero poder radica en el procesamiento. Según el Colegio de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México, Beijing controla alrededor del 80% de la refinación mundial, lo que deja a Washington en una posición vulnerable.
"Hay muy pocos yacimientos económicamente viables en el planeta, además de que estos elementos químicos requieren procesos costosos y complejos para ser separados y utilizados”, explica Armando Alatorre, vicepresidente del Colegio.
Aliados estratégicos
Trump busca reducir esa dependencia con el apoyo de aliados como Australia y Canadá, pero la competencia con China no será sencilla. En respuesta al interés estadounidense, Beijing restringió la exportación de minerales estratégicos, lo que podría afectar el suministro global. Esta disputa llevó a Washington a explorar nuevas fuentes, incluyendo Groenlandia y Ucrania, para diversificar su acceso a estos recursos.
“Con la idea de Estados Unidos de alejarse de la influencia de China, ha buscado asegurar inventarios estratégicos de estos insumos, y es ahí donde Ucrania figura en esta ecuación como una posible fuente de suministro”, señala Juan Francisco Torres Landa, socio de Hogan Lovells.
Según un análisis de Mordor Intelligence, de 2024 a 2029 el mercado de tierras raras crecerá a una tasa anual compuesta de 4.9%, impulsado por la demanda de Asia-Pacífico, donde se encuentran los principales jugadores.
La disputa ya se perfila como una nueva Guerra Fría, según César Salazar, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. “El control de estos minerales es clave para la hegemonía global, sobre todo por el papel central que tienen en la tecnología del futuro”, sostiene.
Pero hay un actor que influye en la estrategia de Trump: Elon Musk. El CEO de Tesla no solo necesita tierras raras para fabricar autos eléctricos, sino también para impulsar SpaceX. “No me extraña que Trump tenga en la mira estos minerales, porque Musk está a su lado. Y si hay alguien que está liderando la innovación tecnológica, es él”, agrega Salazar.
El papel de México
Estados como Sonora y Chihuahua poseen reservas de tierras raras y pueden entrar en la ecuación geopolítica estadounidense. Aunque su potencial no es tan vasto como el de China o Australia, su cercanía con Estados Unidos convierte a México en una opción atractiva. Sin embargo, la falta de infraestructura y una política minera incierta frenan la oportunidad.
“Extraerlas no es suficiente. Si no tienes la capacidad de refinarlas y procesarlas, dependes de quienes sí pueden hacerlo”, advierte Alatorre.
A pesar de ello, las compañías estadounidenses muestran interés en evaluar los yacimientos mexicanos. Con la presión de Trump por asegurar suministros fuera de China, hay incentivos para desarrollar esta industria en el país. Sin embargo, cualquier plan requiere cambios en la regulación minera, algo que hasta ahora no ha estado en la agenda del gobierno mexicano.
El futuro de la disputa por las tierras raras dependerá de cómo se muevan las piezas en el tablero global. Si Trump avanza en su estrategia, serán posibles nuevas alianzas y medidas proteccionistas que busquen reducir el dominio chino en este mercado.
Por ahora, la Casa Blanca mantiene su postura de presionar a Beijing y fortalecer su propio ecosistema de minerales críticos.