La ola de boicots contra Tesla ha cruzado fronteras y llegó a México. El 1 de abril, manifestantes se congregaron frente a un concesionario de la marca en Polanco, uno de los barrios más exclusivos de la Ciudad de México, donde proyectaron la frase “#TeslaTakedown” sobre un vehículo de la compañía y levantaron carteles con la consigna “Cero emisiones, cero democracia”. La protesta es parte de un movimiento global que rechaza la cercanía de Elon Musk con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y que ahora pone a prueba la lealtad del mercado mexicano.
El descontento se gesta en un contexto de incertidumbre política y económica. Aunque Tesla logró una producción récord en 2024, su futuro en 2025 luce más incierto debido a los efectos del boicot y a la caída en las entregas del primer trimestre de este año. La imagen de la compañía, antes asociada a la innovación y la sostenibilidad, ahora enfrenta cuestionamientos debido al papel de Musk como asesor de Trump y su influencia en la política estadounidense.