¿En qué consisten las exención arancelaria de Trump?
Las exenciones anunciadas por Donald Trump no eliminan el arancel del 25% sobre vehículos, pero permiten un “ajuste compensatorio” que suaviza temporalmente el impacto de los aranceles sobre autopartes, aliviando la carga fiscal para fabricantes que ensamblen autos dentro de Estados Unidos.
En los próximos dos años, los fabricantes podrán descontar hasta 3.75% del valor total de sus autos en aranceles el primer año y 2.5% el segundo, siempre que las partes gravadas representen solo el 15% y luego el 10% del valor del auto. Esta compensación solo aplica a las tarifas impuestas bajo la Proclamación 10908, es decir, no se acumula con otros aranceles como los del acero o aluminio, que se regulan por separado.
Pasado ese plazo, la tolerancia desaparece: los aranceles volverán a aplicarse en toda su fuerza, con una tasa del 25% a las autopartes importadas.
Los componentes que cruzan la frontera desde México o Canadá están exentas del arancel de 25% siempre que cumplan con las reglas de origen establecidas en el T-MEC. Estas normas exigen que entre 65% y 75% del contenido de cada componente, según su tipo, sea producido dentro de América del Norte.
En principio, eso da un respiro a las plantas estadounidenses que dependen de componentes importados de México o Canadá, sin embargo, el mensaje es claro: es tiempo de mover las piezas, literalmente, hacia Estados Unidos.
Lee más: El espejismo del “Made in USA”: el auto 100% estadounidense no existe
Trump justificó la medida apelando a motivos de seguridad nacional. “Reducirá más rápidamente la dependencia de la manufactura extranjera y la importación de partes automotrices”, señaló en la proclama oficial. “Fortalecerá la capacidad de producción doméstica, incrementará el empleo en la industria y concentrará los beneficios económicos en el país”.
La proclamación no solo impone requisitos técnicos, sino también compromisos concretos. Las empresas que quieran acogerse al beneficio deberán presentar ante el Departamento de Comercio documentación detallada: proyecciones de ensamblaje, ubicación de plantas, desglose de costos arancelarios y certificaciones firmadas bajo pena de perjurio. Solo así podrán ser aprobadas para descontar parte del impuesto.
“Queremos que los empleos, la innovación y las cadenas de suministro críticas estén dentro de nuestras fronteras”, advirtió Trump al firmar el decreto.
El impacto para México
Desde la entrada en vigor del T-MEC, México se posicionó como el principal beneficiario del reacomodo industrial: sus exportaciones de autopartes a Estados Unidos superaron los 80,000 millones de dólares en 2024, consolidando al país como el proveedor número uno del sector.
La proclama de Trump apunta a revertir esa lógica. En lugar de castigar directamente al T-MEC, ha creado incentivos para que cualquier nueva inversión, cualquier expansión de planta, ocurra dentro del territorio estadounidense.
El riesgo para México no es inmediato, pero es estructural. Si los nuevos proyectos de inversión —desde una planta de motores hasta un centro de investigación— se localizan en Estados Unidos, el flujo de componentes hacia el norte disminuirá. Y con ello, el dinamismo de cientos de proveedores medianos y pequeños que han florecido bajo el paraguas del T-MEC.
Para las plantas armadoras, el nuevo esquema de exenciones arancelarias anunciado por Donald Trump abre una disyuntiva: si una empresa ensambla en el país y cumple con el T-MEC, puede exportar autopartes o vehículos a Estados Unidos sin pagar aranceles, como establece el tratado. Pero no puede acceder a las exenciones adicionales que Trump ha ofrecido para cubrir parte de los aranceles por autopartes provenientes de terceros países (como Alemania, Japón o Corea). Esas exenciones solo aplican para vehículos ensamblados en Estados Unidos.
Por ejemplo, la Toyota Tacoma híbrida, que se produce en Guanajuato. Aunque cumple con los requisitos del T-MEC y puede ingresar al mercado estadounidense sin aranceles, su transmisión proviene de Japón y su batería de Tailandia, según datos de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA). Como el ensamblaje final no ocurre en territorio estadounidense, Toyota no puede descontar los aranceles aplicables a esos componentes, a diferencia de lo que sí podría hacer si fabricara ese mismo modelo dentro de Estados Unidos.
La industria automotriz norteamericana tiene, en apariencia, un alivio de dos años. En realidad, tiene un ultimátum.