Gilberto Lozano Meade, socio director de la consultora Roland Berger, subraya la relevancia del mercado mexicano para la industria global. “México es un gran cliente, con un gran desarrollo en la manufactura de dispositivos médicos, pero con un punto que hay que reforzar: la creación de centros de investigación que dentro del ecosistema permitan el desarrollo de innovaciones”.
Los datos respaldan el diagnóstico. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Industria Farmacéutica (ENIFARM) 2023 del Inegi, entre 2019 y 2022 un total de 33 empresas emprendieron proyectos de investigación y desarrollo tecnológico (IDT), acumulando 631 iniciativas en ese periodo. Sin embargo, los desafíos que enfrenta el sector son cada vez más complejos.
“En el pasado el tema de innovación era mucho más simple. Hoy encontrar moléculas considera proyectos mucho más complejos, mucho más caros y, evidentemente, con un factor de éxito mucho más bajo. Ese es el primer reto que el sector ha tenido desde hace algunos años”, admite Lozano Meade.
No todo es negativo. México ha desarrollado procesos de manufactura de alta precisión, en parte gracias al know-how adquirido en la industria automotriz y de autopartes, que hoy se traslada a la fabricación de dispositivos médicos. “Hemos aprendido a manejar muchos de estos procesos que se complementan con el desarrollo de los laboratorios”, señala el experto.
El dinamismo se refleja en los resultados. En 2022, las ventas totales de la industria farmacéutica en México alcanzaron los 536,530 millones de pesos, un aumento de 6% respecto a 2021. El crecimiento entre 2019 y 2020 fue de 11.9%, según la ENIFARM.
Las actividades de investigación y desarrollo también han ganado tracción: 1,924 empresas realizaron este tipo de actividades en el sector farmacéutico en 2022. Sin embargo, persiste un desafío clave: modernizar la regulación.
“El tema de la regulación es algo fundamental, que tiene que ir a la altura y a la velocidad de la tecnología. Hoy es donde hemos estado trabajando con las autoridades”, afirma Héctor Orellana, vicepresidente para North Latam en Medtronic y presidente de la Asociación Mexicana de Industrias Innovadoras de Dispositivos Médicos (AMID).
México es ya uno de los principales exportadores de dispositivos médicos, pero enfrenta limitaciones en el acceso de la población local a estas tecnologías. “Es una responsabilidad para todas las compañías que estamos en el sector que se utilice esa tecnología en los centros de salud del país”, destaca Orellana.
El panorama se complica con restricciones presupuestales y marcos regulatorios desactualizados. “Las restricciones que tenemos no son de los últimos cuatro o cinco meses con todo este tema geopolítico. No va a haber la cantidad de recursos necesarios”, agrega Orellana.
Los objetivos del gobierno federal
El decreto presidencial que acompaña el Plan México establece que las compras públicas de insumos médicos para 2027 y 2028 priorizarán a los laboratorios que fabriquen medicamentos genéricos en México o que estén instalando nuevas fábricas, laboratorios o almacenes vinculados a la cadena de suministro.
Además, se dará preferencia a las empresas que estén invirtiendo en el país para el desarrollo científico e investigación de productos innovadores o biosimilares, en un esfuerzo por incentivar no solo la producción, sino también la generación de conocimiento local.
Los impactos económicos de este impulso podrían ser significativos. En 2024, el PIB del sector salud en México representó 5.1% del PIB nacional, mientras que las actividades económicas del sector salud contribuyeron con 4.3%, según el Inegi.
Sin embargo, como advierte Lozano Meade, el ecosistema aún requiere mayor sofisticación. “Más que en la parte farmacéutica, me parece que tenemos mucho más para producir y para traer empresas en medical devices. Es un cluster muy grande que podemos explorar”, afirma.
De hecho, el mercado de dispositivos médicos muestra un crecimiento sostenido. En 2022, las ventas de esta especialidad sumaron 127,304 millones de pesos. Las ventas en el mercado nacional representaron 90.1% del total, mientras que las exportaciones alcanzaron 9.9%, un punto porcentual menos que en 2021.
Una de las apuestas más ambiciosas del plan gubernamental es la instalación de bioincubadoras, espacios diseñados para apoyar a startups y empresas emergentes en biotecnología farmacéutica. El objetivo es convertir a México en un referente en la producción de medicamentos, dispositivos médicos y vacunas.
Atender la demanda local con producción local
El papel de los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex) será clave en esta estrategia. Se busca que las empresas asociadas a Birmex tengan prioridad en las licitaciones, permitiendo así un mayor desarrollo de medicamentos y vacunas de fabricación nacional.
El reto es grande: actualmente México depende de las importaciones para abastecer una parte significativa de sus necesidades. Entre 2019 y 2022, el monto total de importaciones de productos farmacéuticos fue de 205,412 millones de pesos. En 2022, Suiza, Bélgica y Puerto Rico fueron los principales países de origen.
Para Lozano Meade, la clave estará en crear un ecosistema completo. “Somos buenos en la parte final, producir en México, y puede ser una opción, pero se requiere desarrollar la cadena primaria”, subraya.