El padre de Humberto Abaroa, CEO de Grupo Acerero (GASA), en San Luis Potosí, falleció en octubre de 1997, cuando él apenas tenía 25 años. Solo unos segundos después de la noticia, la responsabilidad de la empresa cayó sobre sus hombros y en los de su hermano, Fernando. El jefe de producción les preguntó en ese momento si era prudente detener las operaciones, lo cual es una costumbre en la industria. “Al contrario, métele con más ganas, que lo vamos a necesitar de ahora en adelante”, respondió Humberto.
Grupo Acerero, ante los aranceles y la competencia china

Desde entonces, la compañía se ha mantenido a buen ritmo. Ese año, la empresa vendió 9,600 toneladas de varilla; al día de hoy, está cerca de facturar un millón de toneladas anuales y piensa duplicar esta producción en los próximos dos años.
La compañía, que se constituyó en 1995, se dedicó al principio a la fabricación de varilla corrugada de acero para la industria de la construcción. El negocio consistía en maquilar para otras empresas del ramo. “Teníamos que comprar palanquilla de acero, un producto semiterminado en alguna parte del mundo, para fabricar nuestra varilla corrugada”, explica Abaroa. Y la tarea no era fácil, pues en aquella época tenían que comprar a socios ubicados en países como Venezuela, Rusia, Cuba o Ucrania. “Los márgenes desaparecían de un día para otro. Pensamos que teníamos que integrarnos y construir una acería, pero solos no íbamos a poder”, detalla.
Así llegó un punto de inflexión, en el año 2007, cuando decidieron integrarse verticalmente para controlar el proceso, desde la chatarra hasta el producto terminado. La inversión, sin embargo, era cuantiosa y, en lugar de competir, se aliaron con otras compañías potosinas. “Rompimos un paradigma. Nos fusionamos tres empresas que hacíamos lo mismo. Compartimos visión, conocimiento y recursos”, añade el empresario.
Dominar la cadena
Tras la integración, la estrategia fue diversificar. De producir únicamente varilla corrugada, GASA comenzó a ofrecer alambrón, malla soldada, castillo armado, alambre recocido, armadura, estribo y clavo. Más recientemente, en 2020, incursionó en nuevas industrias con la apertura de un molino de laminación de placa en hoja, lo que les permite atender sectores como el ferroviario, naviero, eólico y maquinaria pesada.
Hoy en día, la empresa está construyendo una segunda acería que le permitirá fabricar su propio acero líquido para planchón y ampliar sus márgenes. Para financiar este proyecto, realizó una emisión de certificados bursátiles, en 2024, a través de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA), por 1,200 millones de pesos, lo cual representó su debut en el mercado de deuda local.
“Nuestro crecimiento no se detiene, esa es la visión del grupo”, afirma Abaroa, quien explica que, para lograr este financiamiento más sofisticado, también han tenido que incursionar en la construcción de un gobierno corporativo y la profesionalización de sus liderazgos. Él mismo se graduó en Administración de Empresas en el Tec de Monterrey y se ha ido capacitando en las áreas de liderazgo, finanzas y gestión de la cadena de suministro.
Actualmente, asegura, GASA tiene una cuota de mercado nacional del 20.5% en el negocio de aceros planos, del 11.3% en varilla y del 6.9% en alambrón.

Sustentabilidad y cultura empresarial
Además del crecimiento industrial, GASA pone el foco en la sustentabilidad. Produce acero a partir de chatarra reciclada, cuenta con certificaciones ISO, ESR y LEED, y pertenece a organismos claves, como la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero de México (Canacero) y la World Steel Association. También implementa un sistema ERP que estandariza sus procesos y apuesta por un equipo directivo profesional y capacitado.
“Ser reciclador, con un horno de arco eléctrico, es una ventaja competitiva”, enfatiza Abaroa. “Mejoras tu entorno y el mundo se preocupa cada vez más por el medioambiente. México es el decimoquinto productor de acero y el 75% es con horno eléctrico, que contamina menos”.
Y, sobre el impacto que han tenido en la comunidad, GASA emplea actualmente a 2,300 personas, que operan en cinco plantas en San Luis Potosí, por lo que ya es uno de los pilares de la economía potosina.
Además, cuenta con una escuela técnica donde capacitan a los estudiantes de nivel secundaria para que adquieran las capacidades que demanda la industria. La empresa, a través de la Fundación BBVA, tiene varios estudiantes becados. “Estamos convencidos de que el éxito empresarial debe ir de la mano del progreso de la sociedad”, señala Abaroa.
En el plano nacional, la industria acerera emplea a cerca de 700,000 personas, con un sueldo promedio de 6.5 dólares por hora, lo cual es superior al promedio nacional, de 3.9 dólares por hora, señala por su parte Víctor Cairo, presidente de la Canacero.
El líder industrial afirma que el 93% del acero que se produce en México es a través de hornos eléctricos, y las emisiones son 40% menores que las de otros países productores. Además de que la mayoría de la materia prima que se utiliza en la producción de acero, desde su fundición hasta su transformación, proviene del reciclaje.
Las amenazas
Las inversiones de estas empresas regionales, que compiten en un panorama global cada vez más complejo, necesitan, sin embargo, el arropamiento de toda la industria y de una política industrial activa por parte del gobierno.
Víctor Cairo reconoce el papel de compañías como GASA en el impulso de una industria estratégica para el país. “La industria del acero ha invertido más de 19,000 millones de dólares en los últimos 12 años. Estamos apostando por México con tecnología limpia, mejores empleos y colaboración con el gobierno”.
Pero argumenta que la industria nacional necesita mecanismos para evitar la competencia desleal de países asiáticos, y una mejor negociación para hacer frente a políticas arancelarias como las de Donald Trump, que ya afectaron las exportaciones mexicanas.
La Canacero estima que los aranceles del 25% provocaron una caída del 47% en las exportaciones de acero hacia Estados Unidos en los primeros meses de su implementación. Y asegura que las inversiones de compañías mexicanas podrían no prosperar si el gobierno no establece barreras de entrada rápidas y eficientes para evitar la competencia desleal de los países del sudeste asiático. La industria nacional acusa que los productos que llegan de esas latitudes son más baratos, están subsidiados y afectan la competitividad de las empresas locales.
La competencia internacional, sin embargo, no obsta la visión de largo plazo de GASA. “Estos gigantes globales siempre han estado ahí, los entendemos, los respetamos, pero hemos sabido encontrar nuestro lugar. No es la especie más grande y la más fuerte la que sobrevive, sino la especie que más rápido se adapta al cambio”, señala Abaroa.
El empresario resalta que la estructura relativamente sencilla de la empresa le permite ser muy flexible y dar respuestas muy rápidas a cualquier parte relacionada con el negocio, desde empleados y clientes hasta proveedores.
Actualmente, Abaroa ve en GASA una empresa de clase mundial, cuya ubicación, en San Luis Potosí, podrá no estar tan cerca de los grandes puertos o fronteras para salir a competir con otros países, pero que se encuentra a una equidistancia con las tres ciudades más grandes del país y cerca de donde se genera el 80% del PIB nacional.
En el plano internacional, Cairo subraya la importancia de fortalecer la región de Norteamérica para que el acero pueda transitar libremente entre Canadá, Estados Unidos y México. Destaca, además, que la industria acerera mexicana está preparada para atender las necesidades de la industria de la transformación, construcción, aeroespacial, manufactura y automotriz, y busca formar un bloque regional estable.
Por ahora, GASA se mantiene sólida. Cuenta con la división de GA Transportes, que opera desde 2006, y GASA Steel, su brazo comercial en Houston.