Ferrocarriles bajo presión
Los números recientes ofrecen pistas. En el primer trimestre del año, la utilidad neta de la división de transportes cayó 20.8%. En contraste, la división minera —el negocio más tradicional del grupo— tuvo un repunte de 27.3%, y la de infraestructura, uno aún mayor: 32.4%. Para una firma que históricamente busca retornos constantes, la presión podría estar pesando.
A nivel sectorial, los vientos tampoco soplan a favor. Entre enero y marzo de este año, el sistema ferroviario mexicano transportó 31.3 millones de toneladas netas, una caída de 9.6% anual, de acuerdo con datos oficiales. Parte del retroceso se explica por el enfriamiento de la relación comercial con Estados Unidos, principal socio del país.
Pero para Sergio González, presidente de la consultora Calidad Mexicana para el Desarrollo Ferroviario, la decisión va más allá del contexto coyuntural. “Grupo México claramente está interponiendo una estrategia empresarial para ver todo este tema y salirse de la BMV. Sé que traen muchísimos proyectos con bastante inversión en todas sus líneas, por lo que creo que es más una estrategia empresarial", dice.
"Es una estrategia plenamente corporativa, aunque sí da a primera vista algo de inquietud, por ser quien es, un gran empresario mexicano, tiene la capacidad de tomar ese tipo de estrategias que no cualquiera las puede tomar, así que a mí me hace pensar que es por temas de personalidad industrial lo que están haciendo”, añade.
Germán Larrea, el segundo hombre más rico de México, es conocido por su perfil reservado. Su estilo corporativo se replica en sus empresas: pocas entrevistas, escasa exposición y decisiones tomadas fuera del ojo público. El desliste encaja en esa lógica: operar sin rendir cuentas al mercado bursátil.
Ferromex, principal filial de Grupo México Transportes, cubre 71% del territorio nacional, con más de 7,100 kilómetros de vías troncales y más de 1,000 kilómetros de ramales. Su tamaño y relevancia lo hacen un actor insustituible para industrias como la automotriz, acerera y agroalimentaria.
Por eso, más que una retirada, el desliste puede interpretarse como un reacomodo. “No creo que exista un riesgo en lo inmediato. Lo señalan los números, la familia, siendo la controladora mayor, por algo toma esta decisión. Yo creo que es una decisión más que consensuada, más positiva que negativa. No creo finalmente que pueda existir un golpe negativo en todo esto”, señala Renato Campos, analista de Squared Financial.
Campos también apunta a una motivación menos evidente: despresurizar el ambiente en un momento complicado para el negocio. “En este caso en particular, si el sector no está rindiendo, no está presentando un buen desempeño, termina por señalar o por uno anticipar finalmente que se evita la presión pública o mediática que puede llegar a tener la compañía con el propósito de no tener que rendirle cuentas a nadie en algún minuto y esto les puede permitir no tan solo hacer reestructuraciones o cambios en algún caso de la empresa”, añade.
Menos ojos, más control
Deslistar permite ganar margen de maniobra. En un entorno marcado por la incertidumbre geopolítica, con nuevas restricciones al comercio, aranceles y volatilidad en materias primas, muchas empresas prefieren mantener sus planes estratégicos fuera del escrutinio público.
“La incertidumbre se está generando con el entorno mundial con aranceles, restricciones en el acero, aluminio, el tema de los combustibles, esto también es un factor que seguramente les está impactando, por lo que tendrán que hacer sus ajustes en la estrategia de manera muy particular, pero van a seguir trabajando de manera sólida como lo venían haciendo”, dice González.
Pese al entorno complejo, la inversión anunciada por la compañía en locomotoras y equipo rodante sugiere que no hay intención de abandonar el negocio. Todo lo contrario: busca consolidarlo bajo una estructura de gobierno más cerrada, quizá menos sujeta a presiones de corto plazo.
El desliste también puede representar un ahorro. Mantener una empresa listada conlleva costos regulatorios, de gobierno corporativo y de divulgación de información. Si el capital necesario para crecer ya está disponible dentro del grupo, el mercado puede volverse prescindible.
La decisión coincide además con un patrón en otras empresas familiares mexicanas que han optado por dejar la bolsa en los últimos años. Para estos grupos, el acceso al capital ya no pasa necesariamente por los mercados públicos, sino por financiamiento privado, asociaciones estratégicas o utilidades retenidas.
A corto plazo, la incertidumbre continuará. La asamblea del 27 de junio definirá el rumbo inmediato de la compañía, pero el mercado ya internalizó el mensaje: Grupo México Transportes quiere operar con menos ojos encima. El reto será equilibrar esa autonomía con la responsabilidad que implica manejar una red que es parte esencial de la infraestructura logística del país.