El viraje militar es bien recibido por algunos fabricantes, como Airbus, que mantiene una línea de productos para defensa dentro de su portafolio, como el A400M, el Eurofighter y el C295. “Tenemos todo tipo de productos para cubrir las necesidades militares”, declaró en marzo Guillaume Faury, CEO de Airbus, durante el último Airbus Summit. La empresa ya anticipa que sus ventas en defensa podrían triplicarse en la próxima década.
Este giro no es improvisado. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) reveló que el gasto militar mundial en 2024 alcanzó los 2.71 billones de dólares, un alza de 9.4% respecto al año previo. Se trata del mayor crecimiento registrado desde el fin de la Guerra Fría, una cifra que revela no sólo tensiones crecientes, sino también nuevas oportunidades para la industria armamentista.
Tecnología de combate
Los recientes ataques y despliegues han sido una vitrina de las últimas innovaciones en aviación de combate. Desde aeronaves no tripuladas hasta modelos con capacidad de portar bombas de varias toneladas y operar con sistemas automatizados, el sector se aleja de lo convencional. Para los analistas, este tipo de desarrollos anticipa una transformación de largo plazo en todo el ecosistema aeroespacial.
“Hay una ola militarista que estimula la investigación y el desarrollo en lo que es la tecnología aeroespacial, y luego eso se ve reflejado en épocas de no tensión, cuando ya llega a la aviación comercial. Ahora viene una ola armamentista, y posteriormente, vendrá una época de menos armamento y esa tecnología se verá en la aviación comercial”, apunta Avilés.
Sin embargo, el repunte militar contrasta con las dificultades de la aviación comercial, que aún arrastra los rezagos de la pandemia. La ruptura de las cadenas de suministro sigue pesando sobre las líneas de producción, y con capacidades limitadas, los fabricantes enfrentan una elección estratégica sobre dónde enfocar sus recursos.
“Aquí algo fundamental es el hecho de que las líneas de producción naturalmente suelen implicar tiempo y recursos valiosos, lo cual trae consigo poca disponibilidad. Van a ser puntos que se necesitarán analizar para ver de qué forma se puede lograr esa expansión que se espera”, explica Julio Zugasti, analista del sector aéreo en Hogan Lovells.
En ese contexto, los esfuerzos se dirigen cada vez más hacia la defensa. La aviación comercial, por su parte, enfrenta un panorama de bajo crecimiento y escasa innovación, especialmente ante el impacto directo de conflictos como el de Medio Oriente en las rutas aéreas y los costos operativos.
La transformación es tan evidente como inevitable. La industria aeronáutica, históricamente dividida entre transporte civil y defensa, se inclina de nuevo hacia el segundo. Una tendencia cíclica, pero ahora con un respaldo político y presupuestal inédito en tiempos recientes.