Uno de esos desafíos es el desarrollo del talento. Cervantes recordó que en los años setenta, México y Singapur tenían niveles de desarrollo similares, pero el país asiático apostó por la educación y promovió que al menos una persona por familia tuviera una profesión. Esa decisión impulsó su crecimiento y elevó la calidad de vida de su población.
En contraste, México mantuvo una inversión educativa limitada, que ha restringido las oportunidades para las familias y frenado la capacidad de atraer nuevas empresas. La disponibilidad de talento, advirtió el presidente del consejo, sigue siendo un factor decisivo a la hora de invertir.
En ese punto coincidió Mariana Campos, al advertir que las inversiones en capital humano han sido insuficientes, ya que desde la pandemia hay menos niños en el sistema educativo y más jóvenes que no encuentran en la escuela las herramientas que necesitan para acceder a un empleo formal.
“El 60% de las empresas reportan vacantes que no pueden llenar. Y los jóvenes, por su parte, dicen que no están aprendiendo las habilidades que necesitan. La decepción es brutal y, además, tienen al crimen organizado ofreciendo oportunidades”, alertó. México tiene ante sí una ventana de oportunidad única, pero el tiempo apremia. “Nos quedan 12 o 15 años de bono demográfico. No podemos seguir improvisando”.
Sin ley de infraestructura
Desde la visión de Cervantes, el país ha sabido adaptarse a ciclos de crisis y transformación, pero hay condiciones que ya no se pueden postergar. “Tenemos que impulsar la economía sin obstáculos. Sería deseable hacer una pausa para tomar vuelo, porque hay muchos motores que no están trabajando a su máxima potencia, como es la infraestructura”, dijo.
México, a pesar de su posición geográfica estratégica, no cuenta con una política clara en esta materia. “No existe una ley de infraestructura a nivel federal. No hay planeación de mediano ni largo plazo, y la economía vive en una camisa de fuerza”, señaló Campos.
Aunque el Plan México contempla inversión en obras públicas, la experta fue enfática en que eso no basta, ya que hace falta diseñar un marco legal y operativo que facilite la participación del capital privado y dé continuidad a los proyectos. “Una cosa es meterle dinero a algunas obras y otra muy distinta es construir una política de infraestructura. México no ha hecho esto, y por eso estamos como estamos”, criticó.
Cervantes sumó a este diagnóstico el rezago en aeropuertos y puertos, que ha limitado el crecimiento logístico. El titular del CCE señaló que los costos de transporte han subido más del doble en cinco años, mientras las terminales aéreas y portuarias ya operan al límite.
“México tiene esa gran oportunidad logística con los más de 3,000 kilómetros de frontera con Estados Unidos, donde el intercambio comercial es de 1,200 millones de dólares diarios. Si incrementamos la capacidad en los puertos del Atlántico y del Golfo, podríamos conectarnos con más de 90 puertos en el mundo”, expresó.
El terreno fiscal
En materia fiscal, Mariana Campos explicó que las finanzas públicas atraviesan una presión difícil de sostener, ya que mientras diez puntos del PIB se destinan al pago de pensiones y de la deuda, apenas siete se canalizan a educación, salud e infraestructura. Además, señaló que la caída en los ingresos petroleros ha llevado al gobierno a compensar esa pérdida con una fiscalización más agresiva, que ha afectado principalmente a las empresas medianas y pequeñas.
Al respecto, Cervantes comentó que la sobrefiscalización es una preocupación del sector privado y compartió que ya hay conversaciones con el SAT para evitar prácticas que generen cargas adicionales, sobre todo en un contexto donde las empresas también enfrentan altos costos en seguridad, energía y cumplimiento normativo.
A pesar de estos retos, el presidente del CCE dijo que, comparado con años anteriores, la administración actual tiene mayor apertura al diálogo y mejor interlocución con los distintos niveles de gobierno. Campos estuvo de acuerdo, aunque matizó que esa disposición no siempre se traduce en acuerdos ni en políticas institucionalizadas. En muchos casos, explicó, las decisiones se frenan por tensiones internas entre dependencias, lo que debilita la capacidad de respuesta del Estado.
Al cierre del encuentro, ambos reiteraron que el Plan México representa una oportunidad para cambiar el rumbo del país, aunque también advirtieron que alcanzar ese objetivo requiere instituciones sólidas, planeación técnica y un compromiso firme con el fortalecimiento fiscal, ya que sin esos elementos, el sueño de llegar al top 10 podría quedarse en el camino.