El combustóleo fue el energético con el mayor incremento. Mientras que se había calculado en 5.5 dólares por millón de BTU, su costo real alcanzó 13.73 dólares, lo que significó un alza de 150%. Este diferencial explica buena parte de la desviación presupuestal de la CFE.
El diésel también representó un reto financiero. De un precio previsto de 33.3 dólares por millón de BTU, terminó costando 36.52 dólares, equivalente a un 10% más de lo contemplado, además de que su volumen de uso fue mayor para sostener la generación eléctrica.
Con estos combustibles, la CFE logró producir 146.2 terawatts-hora de energía eléctrica en el año, aunque a un costo más elevado que el estimado. El reporte detalla que, sin el encarecimiento de insumos, el gasto operativo habría sido sustancialmente menor.
Arturo Carranza, experto del sector energético, explicó que la CFE utiliza diversos combustibles para generar energía eléctrica, aunque el gas natural es el predominante. Este se adquiere a través de contratos en Estados Unidos, lo que da mayor certidumbre en precios.
Cuando hay afectaciones a la infraestructura y el gas natural no puede llegar a las centrales, la empresa estatal recurre a fuentes alternas. “Esto sucede particularmente en las penínsulas, de Baja California y de Yucatán, donde la falta de gasoductos hace inevitable que la Comisión tenga que pagar un sobre costo por llevar diésel, combustóleo o carbón para garantizar la operación de sus centrales eléctricas”, apuntó en entrevista.
Ese cambio de combustible repercute directamente en el gasto. “En la medida en que la CFE utiliza diésel, combustóleo o carbón para poner a funcionar sus centrales, los costos de operación de esta empresa se incrementan. Este incremento se debe expresar en los resultados financieros que trimestralmente la CFE reporta”, aseguró Carranza.
El especialista subrayó que el uso de combustóleo no responde únicamente a decisiones internas de la empresa, sino también a su rol en la seguridad energética del país. “Bajo la lógica de que la CFE tiene el mandato de garantizar el suministro de energía eléctrica continua, confiable, constante y de calidad en México, esta empresa tiene la obligación de tomar decisiones para materializar este mandato. Y eso implica, en algunos momentos, la necesidad de recurrir a otros combustibles –más costosos y contaminantes– para garantizar el suministro de energía”, señaló.
El combustóleo, considerado un residual de bajo valor producido por Pemex, se ha convertido en una pieza recurrente dentro del portafolio de generación de la CFE. Su utilización, sin embargo, incrementa tanto los costos de operación como las emisiones contaminantes.
Hacienda asume el peso de subsidios para contener tarifas eléctricas
El impacto de esta estrategia no se queda en los balances de la CFE, sino que involucra a las finanzas públicas. “Los costos de emplear un combustible más caro para garantizar la producción eléctrica nacional son asumidos por la Secretaría de Hacienda a través de las transferencias que hace a la CFE para subsidiar la generación eléctrica de los consumidores”, explicó Carranza.
Esto significa que, en última instancia, el encarecimiento de los combustibles afecta al erario, pues los subsidios permiten mantener estables las tarifas domésticas y evitar que el alza llegue de forma directa a los usuarios.
El encarecimiento también refleja la vulnerabilidad de las zonas aisladas de la red de gasoductos del país, donde los costos logísticos y el transporte de combustibles elevan aún más las cifras. Estas regiones continúan dependiendo de soluciones menos eficientes y más contaminantes.