¿Adiós a la gasolina adulterada? Un nuevo sello busca garantizar combustible de calidad
La adulteración de gasolina con alcoholes y aromáticos se consolida como práctica común gracias a su bajo costo y fácil acceso, revelando vacíos regulatorios en la NOM-016.
Laboratorios como Ciefsa han desarrollado pruebas rápidas y análisis más sofisticados que evidencian irregularidades que hoy la norma no detecta. (Daniel Velázquez)
Para el automovilista que se detiene frente a la bomba de gasolina, no hay certeza plena de lo que está a punto de cargar. Ese instante, en apariencia rutinario, esconde una duda cada vez más extendida: ¿la gasolina es confiable o arriesgará dañar el motor?
Durante años, el mercado de combustibles en México ha arrastrado señalamientos sobre prácticas de adulteración, con consecuencias directas en el bolsillo de los consumidores y en la reputación de las estaciones de servicio.
Ante ese vacío de confianza, Ciefsa, un laboratorio especializado en análisis de combustibles, decidió crear un sello de calidad que distingue a las estaciones que superan pruebas de laboratorio más amplias que las exigidas por la regulación vigente.
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¿Cómo se obtiene este sello?
La idea es simple. Si el combustible pasa tanto los requisitos de la NOM-016 como cuatro pruebas adicionales que miden presión de vapor, aromáticos, oleofinas y oxigenantes, la estación recibe un holograma que se coloca en sus dispensarios.
“Lanzamos un holograma que garantiza el producto que se carga es de calidad y sin adulteración”, dijo Andrés Gutiérrez, CEO de Ciefsa. Con ello, un acto tan rutinario como cargar gasolina podría comenzar a transformarse en una decisión informada.
El esquema está abierto a cualquier estación, sin importar la marca. Las muestras se toman de forma aleatoria para evitar que los propios gasolineros decidan cuándo se analizan sus productos, lo que permite una verificación más imparcial.
Equipos de laboratorio que miden diversos parámetros de los combustibles.(Daniel Velázquez)
Detrás del sello está la necesidad de distinguir entre un problema de calidad y un caso de adulteración. El primero ocurre cuando desde la refinación no se cumplen parámetros como octanaje, destilación, azufre o gravedad específica. El segundo aparece cuando un producto correcto se mezcla con otros insumos para inflar el volumen.
“Vemos muchas pruebas que están dentro de la especificación de la calidad, pero en los otros parámetros se puede ver que está muy adulterado el producto, hasta en un 30% puede ser”, explicó Gutiérrez.
Pero, ¿qué es un combustible adulterado?
La adulteración no ocurre en la estación, sino en la ruta. Las pipas que llevan el combustible hacen paradas en patios o bodegas, descargan parte del producto y rellenan el faltante con solventes o alcoholes. Los documentos de trazabilidad siguen en orden, pero el combustible que llega al consumidor ya no es el mismo.
El costo lo asume el conductor: motores que pierden potencia, computadoras que detectan oxigenantes de más, rendimientos que caen o fallas que dejan al vehículo detenido a metros de la gasolinera.
El mercado ilegal encontró terreno fértil tras 2019, cuando se cancelaron permisos de importación. Con una demanda insatisfecha, los precios adulterados ganaron terreno, de tal suerte que si el litro formal rondaba los 20 pesos, el producto alterado podía conseguirse en 17.
El diésel, más complejo de manipular, ha quedado mayormente fuera de estas prácticas. “Cuando hablamos de adulteración, generalmente en el 90% de los casos se trata de gasolina, porque en el diésel es un proceso más complejo. En ese mercado es más común el huachicol fiscal”, detalló el directivo.
La regulación, por ahora, no se mueve. La NOM-016 sigue vigente con los mismos cuatro parámetros de siempre, ahora bajo la vigilancia de la Comisión Nacional de Energía. Para el laboratorio, es insuficiente.
“Creo que debería haber una modificación a la norma, agregar parámetros que detecten adulterantes como el alcohol. Hoy está permitido hasta el 5.8% en el resto del país, mientras que en la Ciudad de México no lo está. Si se detecta un 10%, ya sabemos que ese combustible no cumple. Lo mismo ocurre si tiene un alto porcentaje de aromáticos: ahí sabemos que hay algún componente adicional”, dijo.
“Por eso sería necesario incorporar unas cuatro pruebas más a las que ya se tienen, además de realizar verificaciones a los transportistas y los comercializadores”, agregó.
¿Lo que se puede hacer?
Mientras la norma se actualiza, Ciefsa ideó una prueba rápida que funciona como termómetro preliminar para el caso más común: adulteración con alcoholes. A diferencia de otras sustancias más sofisticadas, cuya venta se restringió para frenar el problema, los alcoholes son de fácil acceso y han vuelto a ser protagonistas en la manipulación del combustible.
La prueba consiste en una botella graduada con porcentajes. Se introduce una muestra de gasolina y se añaden unas gotas de un reactivo diseñado por Ciefsa. El envase se agita para integrar el químico y se deja reposar durante dos minutos. En ese tiempo, la gasolina se separa de los alcoholes, que se depositan en el fondo del recipiente, indicando con claridad el porcentaje presente.
En una de las demostraciones realizadas, la separación reveló un 25% de alcoholes en la gasolina. Ese nivel sobrepasa por mucho lo permitido y confirma la adulteración. Es un parámetro sencillo de interpretar y que ofrece una señal inmediata al consumidor o al propio gasolinero que sospecha de su producto.
Prueba de gasolina adulterada con un 25% de alcoholes.(Daniel Velázquez)
La utilidad de la prueba rápida radica en brindar un diagnóstico preliminar cuando hay dudas en la estación. Sin embargo, no sustituye los análisis más complejos de laboratorio, necesarios para medir aromáticos o presión de vapor con equipos especializados.
En paralelo, Ciefsa realiza muestreos más exhaustivos de los combustibles en estaciones que contratan el servicio. Por ley, los expendios deben presentar certificados de cumplimiento con la NOM-016, pero los análisis adicionales del laboratorio permiten detectar adulteraciones que la autoridad no contempla.