El directivo subrayó que instalar la planta en México no es un movimiento aislado, sino parte de una estrategia para incursionar en el continente. “Nos interesa el mercado norteamericano y el resto de Latinoamérica, pero estamos en México porque aunque ya contemplamos la producción en Estados Unidos, ahí es mucho más cara y compleja, lo que no hace sentido económico, pero en México sí”, aseguró.
Con ello, la empresa busca aprovechar la ventaja competitiva que ofrece México como punto de producción y distribución para América del Norte y América Latina. A la vez, la inversión plantea un reto directo a la hegemonía de China en un sector que ha cobrado relevancia en la transición energética.
La planta enfocará su producción en atender proyectos de autoabasto eléctrico, con capacidades que van de 0.7 a 20 megawatts. Este segmento está contemplado en el nuevo modelo energético impulsado por el gobierno mexicano, que ha puesto mayor énfasis en sistemas de respaldo y flexibilidad en la red.
“Es una nueva manera de entender la energía, esto es una alianza que da continuidad, competitividad y crecimiento a la industria. La industria se expande, la demanda aumenta, y aquí todos sabemos que la generación por sí sola ya no basta, por lo que el reto de nuestro tiempo ya no es solo producir más energía, sino garantizar que esa energía sea estable, flexible y confiable”, detalló Eduardo Cárdenas, presidente del consejo de Grupo Jebla.
El empresario destacó que las nuevas disposiciones de la Comisión Nacional de Energía reconocen la importancia del almacenamiento en el Sistema Eléctrico Nacional. “Sin almacenamiento no hay transición energética posible”, puntualizó.
Mercado en desarrollo
El almacenamiento de energía se ha convertido en un elemento crítico para asegurar la estabilidad de la red, sobre todo con el crecimiento de fuentes renovables como la solar y la eólica, cuya intermitencia requiere sistemas de respaldo que permitan un suministro continuo.
Consultados sobre posibles riesgos arancelarios al ingresar al mercado norteamericano, los directivos señalaron que no enfrentan esa vulnerabilidad debido a que no utilizan componentes chinos. Esta característica los coloca en ventaja frente a un escenario de crecientes restricciones comerciales.
“Esto es la oportunidad de que México se convierta en un socio confiable de Estados Unidos y hacer un bloque energético más seguro y competitivo. Somos uno de los cinco fabricantes en el mundo capaces de producir baterías sin integración china, justo cuando Estados Unidos exige cadenas de suministro seguras y libres de dependencias críticas, México aparece con la capacidad de ofrecer soluciones alineadas a esa función”, afirmó Cárdenas.
La estrategia también busca alinearse con la política energética de Estados Unidos, que ha impulsado con fuerza la relocalización de cadenas de valor críticas, entre ellas las vinculadas al almacenamiento de energía.
En una segunda etapa, la alianza prevé ampliar el uso de las baterías a proyectos de gran escala, particularmente nuevas centrales renovables que, por disposición legal, deberán incluir sistemas de almacenamiento. Con ello, se pretende dar soporte a la expansión de la capacidad instalada en energía solar y eólica en México.
El potencial de producción proyectado —10 gigawatts-hora hacia 2031— colocaría a México como un jugador relevante en el mercado de baterías, con capacidad no solo para atender su demanda interna, sino también para exportar a la región.
La iniciativa representa un paso hacia la diversificación de proveedores y tecnologías en un mercado dominado hasta ahora por Asia. Para México, la apuesta implica no solo inversión en infraestructura, sino también la posibilidad de convertirse en un nodo estratégico en la transición energética continental.