Olita, la marca de wellness que desafía a los hoteles boutique en Oaxaca
Con un modelo de negocio enfocado en wellness, Olita es una marca que compite con los hoteles boutique en Puerto Escondido, un destino con ocupación anual del 41% y picos de 76%.
Raymundo Domínguez no vende tapetes de yoga ni zafús para meditación, pero, Olita, el complejo que fundó y dirige en Puerto Escondido, está lleno de ellos.
Ahí los tapetes de yute, espejos circulares con marcos de fibras naturales, cojines artesanales, antifaces y libros conviven, con el fin de que el huésped duerma en un lugar de lujo, pero donde recupere su salud mental, reconectando mente y cuerpo.
El diseño de Olita no responde a una preferencia estética, sino a una decisión basada en datos. A partir de estudios de mercado, Domínguez identificó un auge del interés por el bienestar y las experiencias de wellness.
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También observó que Puerto Escondido ofrecía costos de tierra más accesibles que destinos consolidados como Cancún o Los Cabos y que la posibilidad de crecimiento en la zona seguía abierta.
La lectura fue correcta. En Oaxaca la ocupación hotelera anual ronda el 41%, aunque en temporadas como Semana Santa y Fin de Año supera el 76%, de acuerdo con la Secretaría de Turismo estatal.
En el ámbito aéreo, el aeropuerto local cerró 2024 con más de 3,100 frecuencias y cerca de 519,000 asientos ofertados, con una ocupación promedio cercana al 79%. Esa combinación de valles y picos abrió oportunidad para modelos flexibles que atraen estancias largas y viajeros que buscan experiencias distintas.
Olita combina el formato residencial con los servicios de un hotel boutique. “El huésped que llega lo hace buscando desestresarse, no solo hospedarse. La gente pide primero yoga, luego masaje, después chef privado y al final tours y clases de surf. Ese orden es natural. Llegas cansado, te reconectas y después sales a conocer”, explica Domínguez.
Olita combina el formato residencial con los servicios de un hotel boutique.(Cortesía)
El complejo trabaja con instructores, terapeutas y chefs de la zona. Los proveedores cobran directamente por sus servicios, sin intermediación. “Queremos que la derrama sea local. Si el guía o el terapeuta se van contentos, el huésped vuelve y nos recomienda. Ahí está el verdadero negocio”, asegura.
Ese enfoque ha moldeado el perfil de los visitantes. Según Domínguez, el 60% de los huéspedes son mujeres que viajan solas o con amigas, y el resto familias y profesionales que combinan el descanso con el trabajo remoto. “La mayoría viene a trabajar y aunque estén de descanso, prende su computadora y sigue con pendientes", comenta.
El entorno tranquilo y la amplitud de los departamentos han convertido al lugar en una opción para quienes buscan concentración y otra forma de inspiración. “El lugar se presta para eso. Pusimos contactos en todos lados, en la terraza, en la recámara principal y hasta en la alberca. Hoy una obra que no tenga conectividad y energía está muerta”, afirma el CEO.
La mayoría de los huéspedes de Olita van a trabajar ahí.(Cortesía)
El diseño estuvo a cargo del arquitecto Daniel Amkie, del despacho DAW en la Ciudad de México. El edificio se levanta como un monolito que prolonga el risco y su fachada sugiere el movimiento de una ola, lo cual responde no solo al oleaje característico del lugar sino a Olita, el nombre y logo del complejo que fue un trabajo inhouse.
“Cuando lo pones en diminutivo transmite frescura y cercanía. El logotipo sigue esa línea con una ola en movimiento, en sintonía con la arquitectura que integra el edificio al paisaje”, dice Domínguez.
El diseño estuvo a cargo del arquitecto Daniel Amkie, del despacho DAW.(Cortesía)
En su primer año de operación, Olita superó el 60% de ocupación, incluso en temporada baja, mientras que los hoteles boutique de la zona alcanzan entre 25% y 30%, según datos internos de la empresa.
Esa estabilidad se apoya en un modelo de costos eficiente. Al participar directamente en la construcción y gestión, el equipo logró reducir entre 25% y 35% el costo por metro cuadrado. Con esa estructura, el retorno de inversión se estima en un periodo de cinco a siete años, frente al doble que suele registrarse en el mercado.
El edificio se levanta como un monolito que prolonga el risco.(Cortesía.)
El plan de expansión contempla dos nuevos proyectos en Puerto Escondido y una futura salida a Cozumel, con residencias de más de 320 metros cuadrados. “Ya tenemos la curva de aprendizaje, los proveedores y el equipo. Sería un error soltarlo”, afirma Domínguez.
Olita también trabaja de la mano con marcas hermanas que comparten la visión de experiencias con propósito. Palmers, Mezcal Comuna y Paccari acompañan distintas iniciativas que amplían el alcance del proyecto y robustecen su apuesta por el bienestar como estrategia de negocio.
El complejo trabaja con instructores, terapeutas y chefs de la zona sin cobro de comisión.(Cortesía)
En un destino que se prepara para abrir rutas internacionales desde Dallas, Olita apunta a consolidarse como una opción competitiva dentro del segmento del wellness y de la hospitalidad. “Si logramos que la gente venga no solo a dormir sino a transformarse, ya ganamos”, apunta el CEO.