Una mejora que acerca a Pemex al soberano, no al mercado
          
          La calificadora añadió que el apoyo oficial incrementó su evaluación de Supervisión, Vinculación y Apoyo (OLS), por lo que Pemex ahora está solo un nivel por debajo de la calificación soberana de México. En términos prácticos, el riesgo de Pemex se percibe casi idéntico al del propio país, un hecho que concentra la atención en la solidez fiscal del Estado más que en la gestión de la petrolera.
          Para el investigador César Augusto Rivera, del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), la mejora responde a una decisión política sostenida. “Pemex ahora tiene un menor impuesto con la reducción del DUC (y cambio al derecho petrolero para el bienestar), apoyo de Hacienda para financiamiento de vencimientos de deuda; eso se traduce en la posibilidad de tener mejor financiamiento, menores tasas de interés con menores tiempos y resultados”, explicó.
          Rivera subrayó que, si bien la medida mejora las condiciones financieras inmediatas, también traslada más carga al erario. La reducción del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) implica menos ingresos para Hacienda y una mayor exposición a los riesgos operativos de la empresa.
          En paralelo, la Secretaría de Hacienda ha reforzado su papel como garante de última instancia. El pasado 28 de julio, la dependencia realizó una colocación de notas estructuradas dentro de la Estrategia de Capitalización y Financiamiento 2025-2030, que permite compartir un techo de deuda entre la petrolera y el Estado. En los hechos, la frontera entre la deuda de Pemex y la deuda soberana se vuelve cada vez más difusa.
          Esa interdependencia es precisamente lo que las calificadoras reconocen. Fitch, al reducir la distancia entre la nota soberana y la de Pemex, envía la señal de que el gobierno mexicano no permitirá un incumplimiento, aun a costa de su propio balance fiscal.
          Moody’s también destacó el componente político de la mejora. “La mejora en la calificación incorpora una revisión en la evaluación del apoyo gubernamental, que pasa de alto a muy alto, y considera una correlación de incumplimiento también muy alta entre Pemex y el gobierno de México”, señaló la agencia.
          El respaldo fiscal, más determinante que la gestión operativa
          
          Esa correlación, sin embargo, implica que cualquier tensión fiscal futura podría trasladarse inmediatamente a Pemex. En el mismo sentido, un deterioro en las finanzas de la petrolera podría presionar la calificación soberana, creando un circuito de riesgo compartido.
          Para Ramsés Pech, socio de Grupo Caravia, la señal es doble. “Pemex tiene una deuda financiera muy grande, de unos 100,000 millones de dólares, pero Hacienda le ayudó con la colocación de deuda por 12,000 millones, lo que significa que Pemex ahora pagará intereses sobre una menor cantidad y no por el monto inicial”, explicó.
          El alivio en intereses mejora el flujo operativo, pero Pech advierte que si Pemex llega a recuperar el grado de inversión, las calificadoras estarían diciendo a la banca que sí le presten porque sí paga, lo que en la práctica dependerá más de la solvencia del soberano que de la propia empresa.
          Para los inversionistas, el mensaje es que Pemex sigue siendo una empresa estratégica cuya estabilidad descansa en la capacidad y voluntad del Estado mexicano de respaldarla, más que en su rentabilidad o eficiencia productiva.
          Esto implica que cualquier mejora en las tasas o en el acceso a crédito no se debe interpretar como un cambio estructural, sino como una extensión del crédito soberano hacia la petrolera. El riesgo operativo de Pemex —baja producción, altos costos de refinación y rezagos tecnológicos— permanece intacto.
          El reto de fondo será convertir ese respaldo financiero en una plataforma de transformación interna, capaz de reducir la dependencia del presupuesto público. De lo contrario, las mejoras crediticias podrían volverse un espejismo temporal sostenido por recursos fiscales finitos.