Para la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac), esta dependencia no es un asunto coyuntural. Se ha convertido en un problema estructural que condiciona la competitividad del sector y que no cambiará en el corto plazo. Benjamín Del Arco, presidente del organismo, lo resume con franqueza poco habitual. “Por nuestra parte si tenemos todavía una gran dependencia de material importado, y yo creo que vamos a seguir dependiendo de ésto, al menos en todo 2026 en lo que se observa que la estrategia de Pemex se cumple”, afirma.
El peso de esa dependencia se refleja también en números. México importa 4 millones 556,000 toneladas de materias primas y solo exporta 3 millones, lo que genera un déficit económico anual de 9,659 millones de dólares. La balanza comercial petroquímica sigue siendo una cuenta pendiente que opera como lastre competitivo.
Del Arco señala que el origen del problema está en la limitada producción petroquímica de Pemex y en su lenta capacidad para cumplir las metas del sexenio. Por ahora, el abasto nacional no alcanza para cubrir la demanda de polietileno, polipropileno y otros insumos esenciales. “Si bien es cierto que hoy hay material reciclado y biomateriales, realmente hoy podemos considerar que los hidrocarburos siguen siendo esencialmente el origen del plástico”, explica.
Presiones comerciales y ambientales
El riesgo geopolítico se cruza con otro riesgo igual de relevante, el ambiental. La presión regulatoria sobre los plásticos de un solo uso se ha intensificado en varios estados y municipios, mientras que a nivel federal avanzan propuestas para imponer lineamientos más estrictos. Para un sector que intenta recalcar su papel en cadenas productivas críticas como salud, alimentos, transporte o construcción, la percepción pública pesa casi tanto como los volúmenes importados.
Aun si Pemex lograra incrementar de manera significativa su producción de petroquímicos, eso no significaría que el desafío estuviera resuelto. Gerardo Pedra, presidente de la Comisión de Difusión e Imagen de la Anipac, advierte que no todos los materiales cumplen con los requerimientos técnicos para usarse industrialmente. Algunos grados de resina aún no alcanzan los estándares necesarios para sustituir importaciones clave.
Esa falta de equivalencia técnica obliga a las empresas a mantener contratos con proveedores extranjeros, incluso si hubiera mayor oferta nacional. “Sabemos que Pemex es la principal empresa de México, pero la idea que nosotros buscamos es mantener cubierta la demanda que existe en el mercado de las resinas plásticas, y lograr un equilibrio entre exportación e importación”, puntualiza Pedra.
El sector reconoce que la administración federal ha buscado impulsar un rescate petroquímico como parte de su estrategia energética, aunque su avance sigue siendo incierto. La industria mantiene diálogo permanente con la petrolera para ajustar regulaciones y anticipar próximos pasos. “Nosotros mantenemos reuniones y conversaciones con Pemex y efectivamente hay planes (para incrementar la producción petroquímica y química), pero todavía son eso, planes, hay que ver qué tanto se convierte en acciones”, señala Del Arco.
Un mercado que avanza entre cautela y presiones
La preocupación empresarial no solo se dirige al abasto. Las restricciones al uso de plásticos también influyen en el atractivo de invertir en nueva capacidad productiva. “Nuestro planteamiento en esas reuniones es que si teníamos una serie de regulaciones prohibitivas para el uso del plástico, pues evidentemente iban a afectar sus planes de relanzamiento de la petroquímica, el plástico es un material fundamental para el uso del petróleo”, advierte el presidente de la Anipac.
Mientras tanto, el mercado local se mueve con una mezcla de cautela y oportunidad. El sector cerró 2025 con un crecimiento moderado de 2.5%, equivalente a unos 3,200 millones de pesos. El dinamismo provino principalmente de alimentos, logística y construcción, rubros impulsados a su vez por proyectos estatales como el Plan México.
Ese programa podría detonar una mayor demanda de productos plásticos, desde tuberías y empaques hasta recubrimientos y componentes industriales, aunque no toda podrá satisfacerse con insumos nacionales. La brecha entre capacidad instalada y requerimientos sigue presente.
Las empresas también lidian con costos crecientes en energía y transporte, lo que incrementa el peso relativo de las importaciones en toda la cadena. Un retraso portuario o un ajuste arancelario se traslada rápidamente a la estructura de precios del sector.
El horizonte se complica con un evento clave previsto para julio, la revisión del T-MEC. El sector reconoce que las reglas de origen, los capítulos ambientales y las disposiciones de comercio podrían modificarse, afectando flujos transfronterizos de resinas y productos transformados. Esa incertidumbre ya ha congelado proyectos de inversión.