Caifanes, el "epicentro" de una edición memorable del Vive Latino
Ni el calor, ni la reventa, ni las molestias por compartir el espacio con más de 70,000 personas impidieron a los asistentes al Vive Latino 2011 disfrutar de una de las ediciones más memorables, si no es que la más, de este festival de cultura musical iberoamericana.
Animados por el esperado regreso de la banda mexicana Caifanes , artistas y público disfrutaron desde las primeras horas de presentaciones que en otro momento hubieran sido estelares, pero que este sábado sólo sirvieron como entremeces para un final apoteósico.
El escenario Vive Latino, el principal de los cuatro, se "incendió" poco después del medio día con los acordes frenéticos de los Rebel Cats, una banda mexicana de rockabilly que envolvió a los asistentes en una estética de crinolinas, ropa de piel y peinados engominados justo cuando el sol caía con mayor aplomo. A partir de ahí, los asistentes no se volvieron a sentar.
Siguieron en el mismo escenario Lieber Teran, Enjambre, San Pascualito Rey, La Gusana Ciega, Los Pericos, Jarabe de Palo, Los Bunkers y Los Enanitos Verdes. Una programación in crescendo que pasó, literalmente, de las risas a las lágrimas de júbilo cuando cerró Caifanes.
En otros escenarios más pequeños, Natalia Lafourcade, Ansia y La Nana Pancha compartieron la buena disposición del público a escuchar y lo que Pau Donés, vocalista de Jarabe de Palo, describió como el "compromiso" de compartir espacio en el reencuentro más esperado del rock mexicano .
La buena vibra por la presentación de Caifanes se acompañó de nostalgia por la muerte de dos pilares de la música nacional: Rita Guerrero, ex vocalista de Santa Sabina, y el jazzista y compositor Eugenio Toussaint, además de constantes mensajes de apoyo al músico argentino Gustavo Cerati , quien se recupera de un accidente vascular cerebral.
La undécima edición del festival también trascendió la música y se nutrió de peticiones enérgicas por la paz y la violencia en México. Un rumor constante que se convirtió en estruendo cuando Saúl Hernández, vocalista de Caifanes, reiteró la petición a Felipe Calderón.
“Señor presidente, queremos aprovechar que estamos ante tanta gente para pedirle justicia para nuestros muertos, que así como se movió todo su poder en resolver la muerte de un par de agentes americanos, que también se mueva todo su poder para resolver la muerte de tantas mujeres asesinadas. Señor presidente, pedimos justicia y al mismo tiempo pedimos paz para los mexicanos”, dijo Hernández ante sus seguidores, quienes agradecieron la petición en su nombre con gritos y aplausos.
Caifanes: el plato fuerte
El festival Vive Latino no suele registrar una asistencia como la del sábado. El estacionamiento y todos los alrededores del Foro Sol nunca habían estado tan saturados de autos, según los elementos de seguridad. La explanada difícilmente se llena en su totalidad y por la noche, los asistentes se apilaron hasta la zona de comercio, debajo de las gradas. El regreso más esperado del rock mexicano rompió las marcas del festival y de su sede: Caifanes estaba de vuelta.
La banda no prolongó la espera, y poco después de las 22:30 apareció en el escenario. Un poco alegre Diego Herrera entró directo a tomar los teclados, seguido del bajista Sabo Romo, el baterista Alfonso André y finalmente, los dos integrantes que propiciaron el rompimiento; los dos músicos que se creyó, nunca volverían a pisar un escenario juntos: Alejandro Marcovich y Saúl Hernández.
Pero la expectativa de los cerca de 70 mil fanáticos y curiosos que llenaron el Foro Sol no se vio reflejada en el escenario: entre Saúl y Alejandro no se percibía ya un conflicto, pero tampoco un solo atisbo de armonía, así como entre el resto de la banda. Cada uno parecía estar haciendo un performance individual; sólo por momentos se acercaban y tocaban juntos, pero apenas sonreían, desapasionados, como si no fuera la primera vez que compartían escenario en 17 años.
¿Será por eso que las palabras de Saúl -considerado en los noventas como un tótem del rock mexicano y la figura más representativa del género-, fueron frías y breves? El cantante agradeció que el público no hubiera quitado el dedo del renglón durante más de tres lustros: de rodillas, expresó “Caifanes está a sus pies”.
Los fanáticos corearon lo que hubiera sido su deseo en los años noventa, ‘tiempo, detente muchos años’; para que Caifanes no se separara, para que la magia no se perdiera, para que los años no pasaran, dejando sus obvios efectos en estos músicos, que más que la juventud, parecían haber perdido la pasión.
Sólo Alejandro dejaba ver que él también hubiera querido que no pasara el tiempo: vestido con un pantalón rojo y botas negras, como hace 15 años, demostró que los años sólo han hecho mella sobre su cabellera, dejando intacto su talento. Marcovich sigue siendo Marcovich .
A Viento le siguió otra canción del mismo álbum, el primero de la banda como Caifanes, luego de que abandonaran el nombre de ‘Las insólitas imágenes de Aurora’: Mátenme porque me muero.
Los dioses ocultos aparentemente no eran los Caifanes sino los fanáticos: el concierto estuvo prácticamente hecho por ellos, que con su canto suplieron las –por todos conocidas- deficiencias de la voz de Saúl, quien constantemente dirigía el micrófono hacia el público para que ellos cantaran.
Lejos quedaron los tiempos en que un concierto de Caifanes era un ritual: los escenarios del Palacio de los Deportes y Rockotitlán se quedaron impregnados de una energía mística, de los constantes homenajes que la banda hacía a la cultura indígena, y sí, de humo de marihuana, que se mezclaba con el del copal que consumía en el escenario.
Lejos quedaron los tiempos en que Saúl le suplicaba a la Piedra que lo dejara, porque él no podía dejarla.
Ese tiempo que compartieron con otras grandes bandas como Santa Sabina, a cuya vocalista, Rita Guerrero , dedicaron ‘Ayer me dijo un ave’, in memoriam. Otra parte de la dedicatoria fue dirigida también a Eugenio Toussaint , cuñado del baterista Alfonso André.
Aquí no es así, Miedo y Afuera, del álbum ‘El nervio del volcán’, se escuchaban mientras muchos asistentes, de los que habían esperado horas de pie frente al escenario, apartando su lugar en primera fila, se retiraban. Parece que el desgano de la banda es algo que sólo los fanáticos, y no los curiosos, pudieron soportar.
Sólo un beso de Saúl en la mejilla de Sabo, algunos acercamientos de Alejandro con Saúl –que no siempre eran correspondidos- y con Alfonso, dejaban asomarse la química efervescente que hace 20 años hubo entre los miembros de Caifanes. Nos vamos juntos, haciendo viejos, algunos sueños, toda la piel…
Sabo Romo recordó que este 11 de abril se conmemora una de las efemérides más importantes para el grupo: 24 años de su primera presentación en Rockotitlán, que fuera uno de los foros más importantes para el rock en México, en la década de 1980.
Caifanes se despidió con los clásicos No dejes que, La célula que explota y le regalaron al público La negra Tomasa, canción que, antes de separarse, no solían tocar en vivo, pese a ser de las favoritas.
No prometieron volver, ni tampoco dijeron ‘adiós’: sólo hicieron una reverencia abrazados, y se fueron juntos.
Honor a quien honor merece
Aunque Caifanes era la banda más esperada del sábado, el festival Vive Latino también albergó a otros grandes grupos, que por su distancia con el público, el festival o el tiempo, contribuyeron a la melancolía y a la sensación de reencuetro con los asistentes.
Natalia Lafourcade compartió la expectación por el regreso de Saúl, Sabo, Alfonso, Alejandro y Diego y se mostró alegre por el buen recibimiento que tuvo tras siete años de estar apartada del festival. “Tengo que celebrar que esta noche la gente me recibió con mucho cariño, porque hace siete años fue muy rudo. Eso lo voy a celebrar esta noche con Caifanes”.
La veterana agrupación argentina Enanitos Verdes, que antecedió el recital de Caifanes, interpretó algunas de sus canciones insignia para el rock latinoamericano, que los hicieran famosos en otras décadas. Marciano Cantero, líder de la banda, presentó con un grito a la banda mexicana y sembró la euforia entre el público.
El locutor y cineasta Olallo Rubio explicó a CNNMéxico que la trascendencia del evento cayó en el reencuentro de dos genialidades de la música nacional: Saúl Hernández y Alejandro Marcovich. “Lo que le faltó a Jaguares, lo tenía Marcovich, esa ecuación artística interesante”, dijo.
Rock en español rinde tributo a Cerati
En un festival de música latina no podía faltar el homenaje a un grande: Gustavo Cerati, que si bien sigue vivo, lleva meses luchando por su recuperación tras un accidente cerebrovascular que lo mantiene en coma.
Bandas y rockeros como La Gusana Ciega, Abulón, de Víctimas del Dr. Cerebro, Adanowsky, Marciano Cantero, vocalista de Enanitos Verdes, Lo Blondo, de Hello Seahorse! y Azul Violeta fueron algunos de los que participaron en el tributo al artista y enviaron la mejor de las energías para que supere la condición adversa de salud que lo tiene fuera de los escenarios desde el pasado 15 de mayo.
Se escucharon canciones como Ella usó mi cabeza como un revolver, En la ciudad de la furia y Zoom.