Ernesto Sabato, el hombre que cambió la ciencia por las letras
Fue una bronquitis y no un suicidio lo que terminó con la vida casi centenaria del escritor argentino Ernesto Sabato la madrugada de este sábado en Santos Lugares en la provincia de Buenos Aires. Faltaban pocos meses para que el literato, quien dos veces en su vida se viera tentado por la muerte, misma a la que temía, cumpliera 100 años.
En diálogos con el escritor Jorge Luis Borges, Sabato admitió: "Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro, entre otras cosas, está la muerte". Y esa muerte lo alcanzó en cuerpo, pero no en legado porque fue el arte lo que lo salvó, dijo a Newsweek al hablar de sus obras trágicas.
La ciencia, razón por la que llegó a París, lo encaminó a la vida oscura del surrealismo donde convivió con personajes que le presentaron los cadáveres exquisitos, cada vez más deliciosos para él, mucho más satisfactorios que la ciencia misma.
El doctor en Física que estudió un año en París en los laboratorios Curie y realizó estudios sobre la radiación, dio la espalda a la ciencia —como lo hizo con muchas cosas en su vida— para dedicarse con los brazos abiertos y con mucho qué decir a la literatura, al surrealismo y la profundización de la existencia humana.
"Para él nunca fue un placer escribir, siempre fue un proceso creativo y la consecuencia de no poder soportar más el hecho de no escribir", dijo en 2010 su hijo Mario Sábato , autor de un documental que refleja la cara más desconocida de su padre.
Cuando lo dejó todo por la literatura, ya se había decepcionado del mundo comunista y de la deshumanización de las sociedades avanzadas, temas frecuentes de crítica en sus textos y pintura. Años más tarde, la existencia humana no sólo le seguiría preocupando sino que se convertiría en su estandarte.
En 1984 presidió la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas y redactó el Informe Sábato o Nunca más sobre los horrores de la última dictadura militar argentina (1976-1983).
Se va uno más de la literatura latinoamericana
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, considera a Sabato con "una vida muy fructífera y muy participativa en los problemas sociales y humanitarios", refiriéndose a su participación en la búsqueda de personas desaparecidas que dio pie a una larga lista de investigaciones que develaron los abusos a los derechos humanos, publicó la agencia EFE.
"Se ha ido un faro de la ética", dijo el ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi, quien consideró que éste es un buen momento para reivindicar la obra del autor del El Túnel y Sobre Héroes y Tumbas, entre otras.
Hace unos días, su hijo, el director de cine Mario Sábato, anunció a EFE que proyecta abrir un museo en la casa de Santos Lugares para cumplir un sueño de su padre. Desde que se dio a conocer su muerte, han llegado ramos y detalles a la puerta de su casa.
La residencia "va a ser restaurada íntegramente para que puedan exhibirse los objetos de mi padre", aseguró Mario, quien el año pasado estrenó una película sobre la vida de quien en 2007 fuera propuesto como candidato al Nobel de Literatura.
El escritor uruguayo Mauricio Rosencof afirmó que su colega argentino le recordaba al poeta uruguayo Mario Benedetti "por el compromiso de la alta literatura y la solidaridad".
"Nos dejó un personaje emblemático no solo para la literatura argentina sino para la lengua hispana. Se fue un grande", dijo Rosencof a EFE.
El escritor uruguayo destacó el "compromiso de vida constante" de Sabato con la defensa de los derechos humanos y la "formidable batalla" que dio como presidente de la Conadep. "En sus acciones me recordaba a Mario (Benedetti) por ese compromiso desde la alta literatura y la solidaridad", agregó.
Sábato será velado este sábado en el club Defensores de Santos Lugares, como fue "su deseo de toda la vida", afirmó el hijo del escritor en breves declaraciones a los periodistas.