Fernando Botero presentará en México una muestra retrospectiva
El pintor colombiano Fernando Botero se encuentra en México para festejar su 80 aniversario, con una muestra retrospectiva en el Palacio de Bellas Artes que se inaugurará el 29 de marzo, sobre cuyo objetivo “es mostrar la evolución, que no significa cambio, de mi trabajo en estos últimos años”.
“Porque mis convicciones han sido siempre las mismas, y en tanto no cambie de convicciones no cambiaré de estilo”, dijo.
Nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, afirmó que a sus 80 años es un amante de la vida y que los pintores no tienen tiempo para morirse, pues viven muy ocupados. “Creo que lo mejor para acelerar la muerte es retirarse; los pintores pintamos hasta el final, vivimos con el pincel en la mano”, afirmó.
En entrevista, el artista plástico latinoamericano vivo más reconocido y mejor cotizado a nivel mundial se dijo orgulloso porque ya festeja en México su octava década de vida, y porque “exponer en el Palacio de Bellas Artes de México ya es una celebración, y en tres semanas tendré tres muestras”.
Detalló que la semana pasada inauguró una exposición de 80 esculturas en Italia; en esta semana abrirá su muestra retrospectiva en México y el próximo sábado saldrá a Colombia para abrir otra en su natal Medellín. “Tengo tres grandes exposiciones en tres semanas y eso, para mí ya es una gran forma de celebrar mi cumpleaños”, dijo.
Botero aseveró que se encuentra bien y que se siente contento por estar en México para exponer por quinta ocasión. La primera, recordó, en el Museo Tamayo en 1980, luego en el Marco de Monterrey en la década de 1990, después en San Ildefonso en 2000, regresó a Monterrey más adelante y ésta es la quinta ocasión.
“Me siento privilegiado de que México me haya dado la oportunidad de presentar mi trabajo tantas veces”, dijo al recordar que “empecé a pintar a los 15 años. A los 17 participé en una colectiva con los pintores más importantes de Colombia y a los 19 tuve mi primera individual”.
Explicó que desde entonces, y como se verá en su nueva exposición aquí, ya tenía intuitivamente el interés en el volumen, “primero, porque me interesaba el arte mexicano, por eso mi obra tiene que ver con José Clemente Orozco y Diego Rivera. Luego, vinieron los volúmenes exagerados como constante en mi obra”.
Refirió que lo anterior se debe a que “creo en la exaltación de la vida que producen los volúmenes, en la sensualidad que comunican al espectador. Porque lo que el artista da a la naturaleza es la sensualidad, pues la naturaleza es lo que hace un artista con ella. En ese sentido llevo 65 años creyendo en el volumen y en las formas”.
Consultado sobre si utiliza modelos, respondió que “¡no, nunca! Yo trabajo de imaginación. Nunca he tenido modelos al hacer una naturaleza muerta, un paisaje o una figura humana, porque el modelo esclaviza.
Frente a la realidad estoy limitado, en cambio, mi imaginación es infinita. Solo trabajé con modelos en la escuela para aprender el oficio de pintar”.
Al comentarle que hoy es un pintor y escultor altamente reconocido y cotizado en el mundo, reconoció que por eso se siente bien y contento, “pero lo más importante es que he hecho más exposiciones que nadie en más sitios en el mundo. Tengo obras en 60 museos alrededor del planeta, algunas son ambulantes y otras están ahí permanentemente”.
Naciones como Argentina, Austria, Armenia, Chile, Colombia, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Israel, Italia, Kazajstán, Japón, Panamá, Liechtenstein, Mónaco, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido, Rusia, México, Suiza, España, Venezuela y Singapur poseen algunas de su obras.
Tras reiterar que su estilo es el de siempre, reconoció, sin embargo, que es como un instrumento musical al que afina. “Hay un pequeño cambio porque hay una pequeña crítica. Siempre es bueno en el arte tener una autocrítica, porque permite a uno analizar los cambios evolutivos que habrá de hacer en su próxima obra”.
Ejemplificó con algunas piezas de su autoría y colección particular que habrán de verse en el Palacio de Bellas Artes en los próximos días. “Los primeros cuadros eran pintados de una pincelada muy visible, y los posteriores van evolucionando de manera constante y notoria, pero sin que ello implique un cambio de estilo”.
A la vista, Botero ostenta el optimismo de los espíritus sanos y la amabilidad que da la educación y el refinamiento. Viajero del mundo, estudioso del arte e icono en su materia, dijo que confía en vivir mucho: “80 años son casi todos, pero espero que sean 90 o más. Picasso vivió 92, George Sagal 96”, puso de ejemplos.
Dejó en claro que no es un espíritu deprimido, “soy de una actitud muy positiva ante la vida y siempre soy optimista; yo vivo de buen humor porque no soy depresivo”, para enseguida mostrar una amplia sonrisa y emitir desde sus ojos destellos luminosos.
Sobre su trabajo futuro, acotó: “uno nunca sabe qué va a hacer el día siguiente, como los reporteros. Un día antes de pintar cada cuadro nunca he sabido qué voy a hacer el siguiente”, aunque aceptó que hay excepciones, pues su serie “Circo”, de 100 piezas, se inspiró una carpa que vio en Zihuatanejo, Guerrero.
A la pregunta de si cree en las musas, en aquellas que llegan, se sientan en su hombro y le dicen al oído qué hacer y cómo, atajó: “Ojalá, pero no, la verdad es que no he tenido muchas musas. En realidad he tenido reflexiones permanentes sobre la calidad y la excelencia a partir de la autocrítica que analiza cómo hacer mejor mi trabajo”.
El artista plástico se apresta, por lo pronto, a inaugurar la exposición “Fernando Botero: Celebración”, con 185 piezas entre óleos y dibujos de diferentes acervos y de su colección particular.
Incluye cinco esculturas monumentales fundidas en bronce que ya están en la explanada del Palacio de Bellas Artes. La curaduría es de su hija, Lina Botero.