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'Titanic', una fuente centenaria de inspiración artística

A lo largo de 100 años la música, el cine y la literatura encontraron en la tragedia del 'Titanic' un punto de reflexión sobre la humanidad
sáb 14 abril 2012 07:00 AM
EFE

A lo largo de 100 años, el 'Titanic' se ha convertido en una importante fuente de inspiración artística. Tan solo más de 10 cintas existen sobre esta tragedia

EFE
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Joan Manuel Serrat y Joaquin Sabina escribieron una canción inspirada en la 'dignidad' de los músicos del 'Titanic' que no dejaron de tocar mientras se hundían

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El alemán Hans Magnus Enzensberger rescató de las oscuras aguas del pasado la tragedia de los pasajeros del 'Titanic' en su obra 'El hundimiento del Titanic'

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En Broadway lució en sus marquesinas la obra 'Unsinkable Molly Brown' inspirada en una de las sobrevivientes al naufragio. El musical fue llevado al cine

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'Titanic', de James Cameron, es una de las más de 10 cintas que se realizaron sobre esta tragedía. La película ganó 11 premios Oscar en 1997

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El escritor alemán Hans Magnus Enzensberger describe en una de sus obras al naufragio del Titanic como tema para poetas. Aquella tragedia que marcó el siglo XX pronto trastocó las expresiones artísticas y a 100 años del acontecimiento, sigue siendo fuente de inspiración para la creación de historias.

Las imágenes que ofrece Enzensberger en Der Untergang der Titanic (El hundimiento del Titanic) reviven la angustia que se vivió la madrugada del 15 de abril de 1912 en el océano Atlántico.

"Transcurren minutos oscuros que cuajan como gelatina (…) entonces un sonido jamás oído quebrará la calma de cristal (…) Fue un ruido jamás escuchado y que nadie quiere volver a oír en su vida. A partir de este momento, ya el barco no existía. Después sólo se oyeron los gritos", se lee en el texto escrito en 1978.

Pero entre la desesperación de los pasajeros de tercera clase, atrapados en "un pudín de pánico apestando a miedo agrio y ratonil", Ezensberger también encuentra belleza en el iceberg, brillando como "un sol multiplicado sobre las celosías de cientos de palacios", pero que esconde un sentimiento de horror.

Es cuando surge la pregunta de cómo un acontecimiento trágico como este puede ser un campo fértil para las expresiones artísticas.

Cerca de una decena de películas se han hecho sobre el hundimiento del transatlántico, entre ellas la realizada por James Cameron en 1997, ganadora de 11 premios Oscar y que este año fue relanzada en 3D .

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Incluso existe un musical sobre uno de los personajes que sobrevivió al naufragio llamado The unsinkable Molly Brown, que lució en las marquesinas de Broadway en la década de 1960.

A principios de 2012, los músicos españoles Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat titularon un álbum en el que colaboraron juntos como La orquesta del Titanic, que da nombre a una de sus canciones inspirada en los músicos de la embarcación que no dejaron de tocar durante el hundimiento.

"Una metáfora perfecta de dignidad ante la que está cayendo", afirmó Serrat tras el lanzamiento del proyecto.

Según la escritora mexicana Guadalupe Loaeza, la razón por la cual el Titanic continúa fascinando el mundo del arte se debe a las diversas lecturas que pueden darse a la tragedia, mientras que el músico británico Gavin Bryars, quien en la década de 1970 compuso su obra para orquesta The sinking of the Titanic, aquella catástrofe marina es un "emblema poderoso de la insignificancia del hombre"  lo que la hace una fuente para la exploración artística.

"La musica y otras formas pueden ayudar a la gente a entenderse con la tragedia, ya sea personal, pública o colectiva. Es importante acercarse a este de la forma correcta, aunque sin usarlo por razones de explotación", aseguró Bryars a CNNMéxico vía correo electrónico.

La obra de Bryars se inspira en el comportamiento del pequeño grupo de músicos de la embarcación. "Tocaron hasta el final y este acto representa un ejemplo supremo de la música para todos, tanto músicos como escuchas", apuntó el compositor, quien en 2009 interpretó The sinking of the Titanic durante el Festival de México.

Bryars inició una larga y rigurosa investigación sobre todos los aspectos de la música y otros eventos dentro del barco que pudieran dar expresión a la pieza musical, como fueron los instrumentos que los músicos del Titanic tocaban en los últimos minutos de la embarcación.

"El hecho básico es que, en los últimos cinco minutos mientras el barco se hundía, seis de ocho de los músicos (los seis instrumentistas de cuerda: tres violines, dos cellos, y un contrabajo; los dos pianistas no tuvieron acceso a sus instrumentos al final) tocaron un himno episcopal llamado 'Autum'. Tomé este himno para varios procesos y reflexiones por eso mi pieza se convirtió en una especie de meditación del evento en su conjunto", aseguró Bryars a CNNMéxico.

Las letras salen a flote con el Titanic

Dentro de ese sin fin de historias que salen a flote en el naufragio centenario, Guadalupe Loaeza rescata la del mexicano Manuel R. Uruchurtu en El caballero del Titanic.

Loaeza novela la anécdota de Uruchurtu, el diputado mexicano que cedió a una mujer su lugar en el bote salvavidas del Titanic. El funcionario había viajado a Europa para presenciar actividades legislativas en España, Francia e Inglaterra, así como para visitar a sus amigos exiliados, entre ellos, el expresidente de México, Porfirio Díaz.

Uruchurtu no tenía en sus planes regresar a América en el transatlántico, pero un amigo suyo le regaló el boleto para el viaje inaugural del Titanic. Es así como parte esta historia, mezcladas con otras de la embarcación que la autora escoge, incluyendo la de la mujer que Uruchurtu salvó la vida, Elizabeth Rammell.

No obstante, el biógrafo de Rammell Nye, David Bryceson, ha dicho que hasta ahora no ha encontrado ninguna prueba documental de que la mujer se hubiera salvado del hundimiento del Titanic gracia a la intervención del mexicano.

Bryceson, autor de Elizabeth Nye: a Titanic Survivor, asegura estar al tanto de las informaciones que circulan en la web y que cuentan ese episodio. "He investigado la vida de Elizabeth Nye durante los últimos 25 años (...) pero nunca he encontrado una pizca de evidencia que dé sustento a esas acusaciones", dijo el escritor al diario mexicano Reforma.

Loaeza, sin embargo, utilizó las anécdotas para realizar una novela que buscó recrear lo ocurrido en el Titanic. "Así nos habla de aquellos canes que también habitaban el barco, de las parejas que habían escogido aquel viaje inaugural para demostrarse su amor… y que la tragedia puso a prueba", apunta el dossier de prensa del libro de Loaeza.

Estas son algunas de las muchas lecturas que hacen de la tragedia del Titanic una exploración sin fin.

Para la escritora mexicana, el hundimiento del Titanic representó "una apertura de ojos, una confrontación de que no todo estaba perfecto" en la supuesta seguridad que se vivía en el mundo occidental a principios del siglo XX.

"Tiene que ver con muchos prejuicios sociales, tiene que ver con la discriminación, que la hubo, incluso después del hundimiento, porque los que murieron de la tercera clase y fueron recuperados sus cadáveres fueron enterrados en fosas comunes, de la manera más arbitraria que se pueda imaginar", dijo Loaeza a CNNMéxico.

La reflexión artística sobre este hecho histórico radica en parte, según la escritora, en que "se condensa toda la condición humana, con sus miserias y sus generosidades".

"Me gustó corroborar que en el Titanic se conjugó la condición humana, presentada como (una lucha) entre villanos y héroes. En esta situación de riesgo, de vida y muerte, el comportamiento fue fundamental", señaló la autora quien tiene un gran interés por las historias contextualizadas en la época de finales del siglo XIX y principios del XX, llena de un glamour y romanticismo que la hace atractiva.

Son también los personajes que viajaban dentro de este 'goliat' del mar los que alimentan la fascinación sobre su naufragio como los magnates Isidor Strauss, John Jacob Astor, Benjamin Guggenheim, o el mismo Uruchurtu, "personajes muy amorosos, y al final muy vulnerables; al final se murieron", señaló la escritora.

Ahí radica la reflexión artística, la fragilidad humana ante este trágico desenlace del que se llamara el "insumergible", tal como escribiera Enzensberger en su poema: "Y me divierto con el final, el hundimiento del Titanic. No hay nada mejor que hacer. Como un Dios, dispongo de tiempo. No tengo nada que perder. Me ocupo del menú, de los radiogramas, de los ahogados. Los recopilo, los rescato de las negras aguas heladas del pasado".

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