Carlos Fuentes: el parisino más mexicano
Días previos a su muerte, Carlos Fuentes dijo que “había dejado preparada una lápida” en el emblemático cementerio de Montparnasse, el segundo más grande de París y donde están enterrados algunas de las figuras más importantes de la vida intelectual y artística del siglo XX.
No es extraordinario que el escritor mexicano haya elegido París para descansar sus restos mortales, ahí mismo lo hacen sus hijos, y esta ciudad fue un referente para su vida personal y su obra creativa; ahí vivió, escribió y desarrolló algunas de las escenas más memorables de sus novelas.
“¿Qué significaba París para él? La respuesta está en la decisión que tomó de ser enterrado aquí”, explica Gustavo Guerrero, editor desde 1996 de la obra de Carlos Fuentes en Ediciones Gallimard.
En 1963, Gallimard tradujo y publicó en francés la primera novela de Fuentes, La región más transparente, publicada en México cinco años antes.
“París fue como su segundo hogar después de México. Es una ciudad que estaba muy presente en sus novelas. El final de Terra Nostra se produce aquí. Es una ciudad donde vivió como embajador de 1975 a 1977. En 1999, inauguró la cátedra Alfonso Reyes en el Instituto de Altos Estudios de América Latina”, explica Gustavo mientras bebe un café en el parisino Café L’Espérance, ubicado a unos pasos del bohemio barrio de Saint-Germain-des-Prés.
Saint-Germain-des-Prés, su quartier preferido
“Saint-Germain fue un lugar emblemático de la juventud de Carlos Fuentes. Lo fue también para una pandilla de escritores de América Latina”, describe Florence Olivier, autora del ensayo Carlos Fuentes o la imaginación del otro, editado por la Universidad Veracruzana en México.
El autor de Aura frecuentaba en este barrio los cabarets existencialistas en los años cincuenta. “Era un París marcado por la época de la posguerra”, puntualiza la especialista en la obra de Carlos Fuentes.
A los otros escritores del llamado boom latinoamericano, como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, los conoció después, en la década de 1960.
“Aunque había vivido en otros sitios, su barrio era ese: allí había estado con sus amigos, allí estaba su editorial”, agrega Raquel Caleya, gestora cultural del Instituto Cervantes de París, organismo que le ha dedicado una ruta virtual en la que se trazan las huellas por París del ganador del Premio Cervantes en 1987.
“Se anticipó a este proyecto. Él mismo lo vio. Era muy buen conocedor de cada uno de los lugares. Le emocionó. Estaba muy contento”, dice Caleya, coordinadora de esta Ruta Cervantes y quien tuvo la oportunidad de mostrársela a Carlos y a su esposa, Silvia Lemus, en octubre del año pasado durante su inauguración en París.
Fuentes, vecino de Miterrand
“Nos contaba que llegó a París leyendo todos los tomos de Balzac. Con él descubrió la ciudad. Fuentes había evidentemente buscado ese París. Así como ahora nosotros buscamos el París de la cultura latinoamericana”, recuerda Caleya.
“Un lugar emblemático para él fue la calle Bièvre (rue de Bièvre), donde radicó con Silvia y donde nació su hijo, Carlos Rafael. Es una calle medio curva que da al Sena”, explica Florence, autora de la ruta y responsable de la documentación de la ruta.
“Tenía como vecino a François Mitterrand, a quien había conocido por coincidencia bajo la lluvia esperando un taxi". Olivier recuerda que en 1981, Mitterrand lo invitó a su ceremonia de investidura como presidente.
París, fuente de inspiración
“Lo que nos llama la atención es la omnipresencia de Fuentes en el París de esa época. Él decía que primero tenía que ir a Ginebra, donde efectuó sus estudios, pero antes quiso pasar por París, porque para él era el centro cultural de la época”, dice Caleya, quien recuerda al escritor mexicano como un hombre generoso, muy activo y muy feliz. “No tenías la sensación de que tenías un tiempo limitado con él”.
“En Una familia lejana (1980) hay unas descripciones maravillosas del Parque Monceau (ubicado en el distrito 17 de París). A mí me gusto un paseo nocturno que hace del personaje que va cruzando el Sena de la orilla izquierda a la orilla derecha”, señala.
“París fue también el lugar donde escribió las primeras páginas de Aura, en la rue de Berri, y donde convivió con Cortázar”.
El mayo del 68
En París, Carlos Fuentes vivió las revueltas de mayo de 1968 en Francia. “Hay una crónica muy famosa que se llama La revolución de mayo y que salió por entregas. Él fue un testigo entusiasta de estos acontecimientos”, recuerda Olivier.
Durante esa época, Francia vivió una serie de manifestaciones sociales, políticas y culturales que buscaban romper con los valores de la sociedad tradicional francesa.
“A mí me parece que el entusiasmo del 68 repercutió históricamente en su entusiasmo por la embestidura de Mitterrand en mayo del 81”, dice Olivier.
“Hay gente que vive entre varios tiempos y varios mundos. Carlos Fuentes vivía en el tiempo de la literatura, en un tiempo entre siglos y vivía en un mundo en donde el ombligo era México y París era un lugar del más allá”.
Los últimos años
Carlos Fuentes pasó sus últimos años en París entre conferencias y encuentros. En 2009, participó en el Salón del Libro de París, donde México fue invitado de honor. En 2010, la ciudad de París le otorgó la gran medalla de Vermeil, en manos del alcalde de la ciudad, y fue el primer autor en lengua española en recibirla.
“Tuvo relaciones intensas y a veces controversiales con la política francesa. Por ejemplo, la cancelación del año de México en Francia fue muy dolorosa”, dice el editor en Gallimard de Fuentes.
“Allí fue donde él intervino en el debate público francés. No sé si hubiera querido hacerlo en otro país o en otra ciudad, eso muestra hasta qué punto se sentía con el derecho de intervenir dentro de la vida cultural en Francia”.
Fuentes y sus lectores francófonos
“Fuentes era un clásico. Aura o La región más transparente son libros que se siguen vendiendo y se seguirán vendiendo indefinidamente en Francia”, afirma Guerrero.
“El público sigue leyendo sus obras de los años 60, 70, 80, más que libros de los últimos años, pues era una literatura que a veces resultaba difícil de seguir para el público”, agrega Gustavo Guerrero, quien recibió con sorpresa la muerte de Fuentes.
“Acababa de leer una entrevista suya en Buenos Aires, en donde anunciaba que había terminado Federico en su balcón y que estaba trabajando en una nueva novela El baile del centenario. Era una persona dinámica, súper activo, brillante”.
“Lo más difícil para mí como editor era seguirle el ritmo, porque uno no terminaba de editar un libro cuando ya venía otro. Por eso me sorprendí de su muerte, pensábamos que iba a seguir aquí indefinidamente”.
Gallimard piensa publicar estas obras en Francia: “pensamos organizar algunos homenajes y recordar la trayectoria de este gran escritor latinoamericano, a quien le debemos la presencia que tiene América Latina hoy en París”.