Esther Tusquets, la editora que también brilló al escribir
En 1978, después de casi dos décadas de dirigir una de las editoriales más importantes del mundo hispano y luego de presentar a autores como James Joyce y Susan Sontag, Esther Tusquets publicó su primera novela, El mismo mar de todos los veranos, que la ubicó entre la crítica como una de las principales escritoras contemporáneas de España.
La gran señora de la edición, como se refirió a ella la agente literaria Carmen Balcells, incursionó de una forma un tanto fortuita en el oficio que la hizo célebre, destacó el diario español La Vanguardia.
Después de licenciarse en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, y con 24 años de edad, Tusquets llegó en 1960 a la dirección de la Editorial Lumen , una empresa que su padre había adquirido 20 años atrás.
“No tenía vocación de editora, pero me gustó enseguida”, aseguró Tusquets posteriormente, de acuerdo con declaraciones publicadas por el diario El País.
Nació en 1936 en Barcelona, en el seno de una familia burguesa que exhibía una foto de Francisco Franco en el pasillo de su casa. Después de estudiar en el Colegio Alemán mostró un gran interés en el teatro. Era una niña “rarita y un poco ensimismada” que solo quería leer, escribir o ser actriz, aseguró su colega editor Jorge Herralde.
Al frente de Lumen, cargo que ocupó por 40 años, la nueva directora editorial apostó a colecciones que en el momento supusieron un gran riesgo para las finanzas de la empresa pero que se volvieron icónicas con el paso del tiempo, como Palabra e imagen, en la que participaron los escritores Camilo José Cela y Miguel Delibes, además de otros destacados fotógrafos catalanes; y Palabra en el Tiempo, dirigida por su antiguo maestro de Literatura, que incluyó obras de clásicos como Samuel Beckett y Virginia Wolf.
El éxito financiero de la editorial llegó de la mano de una perspicaz niña argentina, siete años después de asumir la dirección. Tras conseguir los derechos de distribución de Mafalda, Tusquets abarrotó al país ibérico con el humor de Quino, en un acierto de ventas que después repitió con un semiólogo italiano llamado Umberto Eco.
Con el crecimiento de Lumen también llegaron los problemas. Esther había dirigido la empresa junto con su hermano Óscar, quien era el encargado del área de diseño, pero una confrontación de personalidades entre la directora editorial y su cuñada, Beatriz de Moura, culminó en 1960 con una fractura. El hermano y su esposa salieron y fundaron la editorial Tusquets.
Para la década de 1990, Tusquets se había hartado de la industria editorial. En 1996 vendió el 80% de Lumen a Random House Mondadori —de la trasnacional alemana Bertelsmann— y se recluyó en una etapa autoreflexiva de su creación literaria.
“No añoro mi etapa de editora, no volvería por nada del mundo. Es un negocio muy complicado, el azar es la mitad del oficio”, aseguró posteriormente, según palabras citadas por El País.
Tras su muerte este lunes, a los 75 años, a causa de una pulmonía, el ministro de Educación de España, José Ignacio Wert, lamentó en nombre del gobierno la pérdida de “una magnífica editora” y una “escritora comprometida e innovadora”.
“Como editora fue una fuente casi inagotable de descubrimiento de nuevo talento en la narrativa española. La labor en la renovación de los panoramas narrativos españoles realizado por la editorial Lumen tiene un valor incalculable”, dijo Wert, de acuerdo con declaraciones difundidas por el Ministerio de Educación.
Una escultora de la conciencia femenina
Además de su ópera prima, otras dos novelas completan una trilogía emblemática en la obra de Tusquets: El amor es un juego solitario (1979), ganadora del premio Ciudad de Barcelona, y Varada tras el último naufragio (1980).
Los relatos Para no volver, Con la miel en los labios y ¡Bingo!, también destacan en su narrativa. De su último periodo, cuando declaraba a los medios sobre llegar al final “ligera de equipaje”, sobresalen escritos basados en los recuerdos, como Confesiones de una editora poco mentirosa y Habíamos ganado la guerra.
La obra de Tusquets fue señalada por los críticos por su trama centrada en una “conciencia femenina”, en la que destaca “la perspectiva de una mujer madura” con un lenguaje “barroco, elíptico y arabesco”, afirma Nina Molinaro en un ensayo publicado por la Universidad de Colorado. También fue criticada por las feministas tradicionales.
Sin embargo, su narrativa fusiona la temática femenina con un estilo innovador que hace patente “el genio” de la escritora, añade Molinaro. La obra revela una faceta de poder en las protagonistas femeninas a través del autodescubrimiento psicológico y sexual.
Una de las primeras autoras publicadas por Tusquets en su periodo al frente de Lumen fue Ana María Matute , cuando la también escritora catalana ganó el prestigiado Premio Nadal de literatura.
Acababa de terminar el régimen franquista y la literatura española, dominada por hombres desde tiempos de tiempos de Quevedo y Góngora, se abría a las expresiones femeninas.
Junto con Matute, Carmen Laforet y Carmen Martín Gaite (también ganadoras del Premio Nadal), Tusquets formó una ola de escritoras de la posguerra que “tuvieron que superar muchos obstáculos para alcanzar el reconocimiento de crítica y público”, afirma una reseña publicada por el Instituto Cervantes en su página de internet.
“Esther Tusquets era una persona que ha contribuido como muy poca gente en lo que somos nosotros mismos, este país nuestro, desde el punto de vista cultural”, aseguró este lunes el consejero de Cultura de Cataluña, Ferran Mascarell.