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¿Qué tiene el Festival de Cine de Morelia que no tienen los demás?

El impulso al cine de autor, la proyección internacional y la cercanía con actores y cineastas reconocidos, algunas de las razones
mar 30 octubre 2012 05:00 PM
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La directora novel Dalia Huerta Cano escuchó la pregunta tras proyectar su cortometraje Carne que recuerda: "¿Cómo puedes vivir solamente de esto, eres millonaria?". El comentario le pareció chistoso. Respondió que no era millonaria, que trabajaba en otras cosas y que no podía vivir solo de sus documentales.

Era el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) de 2009, donde su corto quedó como ganador, después estuvo nominado en un festival alemán y, más tarde, exhibido en la Semana de la Crítica de Cannes.

La anécdota condensa algunos de los motivos por los que cada vez más cineastas jóvenes ven a este festival como un nicho: mostrar sus proyectos independientes, las audiencias más íntimas y la proyección internacional.

Algunos directores opinan que además Morelia, una ciudad colonial y pequeña, se presta para conocer más gente en el mismo ámbito y formar proyectos para los siguientes años. De hecho, alguno que otro invitado ha tenido su historia de amor.

Un ejemplo es la protagonista de Cilantro y Perejil, Arcelia Ramírez, quien conoció en uno de esos otoños al exdirector artístico de la Semana de la Crítica de Cannes, al francés Jean-Christophe Berjon. Estuvieron juntos en un recorrido y terminaron casándose.

A pesar de que hay al menos 80 festivales de cine por año en el país, el Festival Internacional de Cine de Morelia llega a sus diez años como el mejor posicionado en México, ¿por qué?, ¿qué tiene este que no tienen los otros?".

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Cine para pensar

Una generación de documentalistas ha crecido en esta década del FICM, han contado historias y relatos de la realidad mexicana a través de 405 cortometrajes, 173 documentales y 34 largometrajes en competencia. Un buen número, si se considera que al año se producen en este país un promedio de 70 documentales y 70 largos de ficción.

“El trabajo documental es el que el mejor está saliendo en México, por encima del trabajo de ficción”, asegura Eva Aridijis, la directora de Niños de la Calle, otra ganadora en Morelia. Esta complejidad mexicana debe verse y contarse, opina. 

"El festival de Morelia es el más importante en México desde su inicio y creo que se ha mantenido firme con su visión de promover el talento mexicano de documental, ópera prima y cortometraje", dice Elena Fortes, la directora de Ambulante.

El FICM es cofundador de Ambulante, el proyecto que iniciaron los actores Gael García Bernal y Diego Luna en 2006.

Diego Rivera Kohn, ganador en el pasado Festival de Biarritz por su cortometraje Temporada seca, dice que todos sus trabajos los trata de presentar en Morelia casi como una cábala porque es el mejor espacio que encuentra en el país. 

"Si bien hay festivales que son muy buenos, Morelia tiene la característica de que por ahí es de donde sale la gente que va a hacer carrera en el ámbito de cine de autor", comenta. 

El documentalista Everardo González, autor de Los Ladrones Viejos, está de acuerdo con el resto, pero es un poco más crítico.

“Morelia nació como un festival de documental y largometraje, y poco a poco se ha ido convirtiendo en el festival del lanzamiento de los nuevos directores de ficción, que con los vínculos que tienen con Cannes o de Rotterdam, prácticamente tienen el pase directo a muchos de estos festivales europeos”, dice a CNNMéxico el cineasta desde Taiwán, donde presentó su último trabajo, Los Cuates de Australia, una historia sobre la sequía en Coahuila.

Espíritu joven

Juan Carlos Rulfo, el director de En el Hoyo y De Panzazo, describe el FICM como "una de las piezas más importantes que ha apoyado a las nuevas generaciones de cineastas mexicanos".

El hijo del escritor Juan Rulfo competirá en esta décima edición del festival con Carrière 250, un documental sobre Jean-Claude Carrière, el escritor y guionista francés que trabajó con el cineasta Luis Buñuel.

“Yo sí me siento como papá de muchos, hace unos años me sentía como solito, se antojaba que hubiera una generación que estuviera trabajando sobre lo mismo, empujando el conocimiento de la realidad mexicana, y creo que ahora sí se puede decir que hay eso”, dice Rulfo a CNNMéxico.

Marina Stavenhagen, directora general del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), ve en el festival de Morelia un espacio que ha encausado a las nuevas generaciones de cineastas desde su origen, al reunir a creadores jóvenes, permitiendo "un proceso formativo”.

Uno de estos nuevos creadores que el vicepresidente del FICM, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, llama “los hijos del festival de Morelia”, es Diego Rivera Kohn, quien describe a esta fiesta michoacana como su "cobijo”.

“Para mí sí ha sido el refugio o mi plataforma, (me gusta) que la selección no pasa por amiguismos como otros festivales donde hay más convenios con Imcine y tienen que meter más producción de ellos”, dice Rivera Kohn desde Montreal.

Proyección internacional

Por las calles de la ciudad de Morelia, con edificios coloniales y aire pueblerino, han desfilado Quentin Tarantino, Werner Herzog, Fernando Vallejo, Steven Soderbergh, Béla Tarr, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu o Gael García Bernal.

“El festival ha crecido enormemente, me parece que ha construido un público local, ha crecido en invitados especiales, y no por una cuestión frívola, sino que son los portavoces de nuestra calidad cinematográfica”, dice la directora de Imcine a CNNMéxico.

El festival cuesta cerca de 30 millones de pesos. En un principio, el gobierno estatal aportaba el 90%, ahora aporta el 25% porque la idea es que sea cada vez más solventado por el sector privado. De acuerdo con un estudio del Tecnológico de Monterrey Campus Morelia, la derrama económica es de 120 millones de pesos.

A pesar de que Morelia se ubica en uno de los estados mexicanos con mayor índice de violencia generada por el crimen organizado, el vicepresidente del festival, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, asegura que nunca les ha cancelado ningún invitado.

“Cuidamos más a los invitados de los fans que del crimen organizado”, asegura.

Cárdenas Batel cuenta que la primera vez que Gael García Bernal asistió al festival fue asediado en un restaurante en el centro de Morelia por una multitud de curiosos que querían ver al protagonista de Amores Perros y El crimen del padre Amaro.

“Nunca nos dimos cuenta que solo había una puerta, nunca pensamos en una salida de emergencia o en una puerta trasera”, recuerda Cárdenas sobre aquel momento.

Otra vez pasó con Damián Alcázar, que es de Michoacán y quería encontrarse con su familia en la ciudad. Salió de una comida, avanzó seis metros y se regresó.

Días antes se había estrenado El Infierno y era una de las caras más vistas del cine mexicano, de manera que sus seguidores querían verlo más de cerca, pedirle un autógrafo o tomarse una foto.

Audiencias cálidas

Una de las cosas que más agradecen los directores en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) son las audiencias cálidas ávidas de ver películas, donde lo mismo puede estar Quentin Tarantino que Béla Tarr en la butaca de al lado.

“La gente que va a ahí a Morelia es gente superperceptiva, que está todo el tiempo pasando de una función a otra, que está como ávido de ver pelis, y no por obligación. En la sesión de preguntas y respuesta del final quieren saber más, el trasfondo de la historia. El público es maravilloso”, dice Diego Rivera Kohn.

“No hay zona VIP, sí hay una alfombra roja pero está ahí cerquita, es muy cálido y todo está cerca: el cine, el hotel, el restaurante, la fiesta”, comenta Dalia Huerta Cano, que este año compite con el documental ¿Olvida usted algo?

Para Juan Carlos Rulfo, el festival de Guadalajara ha cambiado, porque al principio comenzó con más proyección de cine de autor, pero ya no es así: "(Aunque) finalmente ahí están los que ya hacen películotas y es donde tienen los mejores mercados de cine a donde van todos, ya hay una tradición de muchos años".

Marina Stavenhagen opina como Rulfo: Guadalajara ha crecido demasiado y "está más enfocado a la gran industria del cine y al mercado iberoamericano, mientras que “en Morelia se pondera lo mexicano”. 

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