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6 sombras en la ruta de Brasil hacia el poderío global

Temas como el racismo alejan al país del desarrollo, escribe el periodista británico Michael Reid; la compleja conservación del Amazonas y sus tribus indígenas representan también un reto enorme.
vie 06 marzo 2015 06:00 AM
Sobre Brasil, una de las economías en desarrollo más importantes, pesa un lastre que la frena a dar el siguiente paso. (Foto: Reuters)
brasil (Foto: Reuters)

Proteccionismo, falta de infraestructura, desigualdad, racismo, inseguridad y hasta la conservación del Amazonas son los principales enemigos que impiden a Brasil dar un paso completo hacia el desarrollo.

De esto escribe el periodista británico Michael Reid en su libro Brazil: The Troubled Rise of a Global Power (‘Brasil: el turbulento desarrollo de un poderío global’), cuya investigación muestra los contrastes, logros, fracasos y contradicciones de la vida brasileña. La suma de todo esto frena las ambiciones de Brasil para ser una potencia mundial.

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Reid detalla los esfuerzos del gobierno brasileño para construir una clase media con mayor poder de consumo y cerrar la brecha entre pobres y ricos.

La tarea de combatir la desigualdad implicó esfuerzos -explica el autor-, como el aumento al salario mínimo. Algunos critican esta práctica bajo el argumento de que es insostenible a largo plazo, pese a que tuvo efecto inmediato en la calidad de vida de la población.

Aun así, estas medidas no fueron suficientes para que la vida en las zonas marginadas dejara de ser una preocupación para Brasil, dice Reid.

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Miedo a morir

Un muro de tres metros de alto y 2,800 metros de ancho separa la Rocinha, la favela más grande de América Latina, del país desarrollado que Brasil intenta mostrar al mundo como una de las promesas de la región.

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Pero una pared de hormigón no es capaz de ocultar las políticas públicas intervencionistas, la desigualdad, el racismo y la falta de infraestructura que separan a Brasil del desarrollo.

“Las favelas, más que un problema en sí mismas, son el efecto de muchos otros problemas”, señala el autor. La falta de infraestructura, mala planeación y, más recientemente, zonas donde impera el crimen organizado, las convierte en zonas de riesgo que frenan el desarrollo.

Reid narra cómo mientras en los 70 el principal miedo de los habitantes de las favelas era que demolieran sus casas, hoy, su temor es perder la vida a manos de la violencia .

Ante la ausencia del Estado de Derecho en esas zonas, el crimen y la violencia ganan terreno. Cualquier parecido con otros países latinoamericanos, no es mera coincidencia.

Reid critica las acciones del gobierno brasileño para resolver el problema. “No basta invertir en el desarrollo de las nuevas clases medias frágiles”, señala. “Aún siguen desatendidos otros aspectos como la productividad, el Estado de Derecho y un mejor entorno para crear empresas”.

Racismo

Otro de los enemigos que aquejan a Brasil es el racismo, aunque la población blanca es menos de la mitad. El autor señala que esta problemática -desatendida por el gobierno durante años- ahora no sólo aumenta en las comunidades marginadas. Ya se extendió a las universidades y al mercado laboral.

Antes, los brasileños con títulos ganaban 3.6 veces más que aquéllos sin formación universitaria . Pero desde que se instauraron cuotas para obtener un título, el número de graduados son, casi en su totalidad, personas de piel blanca.

El Amazonas sufre

Otro tema que aborda el libro es la conservación del Amazonas, la zona de Brasil donde está la mayor biodiversidad del mundo, pero también donde viven cientos de grupos indígenas. El autor señala el contraste y la fusión de dos visiones.

Por una parte, la que busca la conservación, y por otra, la que intenta generar políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas que habitan el lugar.

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Los esfuerzos para la conservación del Amazonas han dado resultados. Pero la complejidad de conservarlo persiste, sobre todo porque ahí viven cientos de tribus indígenas que son de los grupos más pobres de Brasil y viven de los recursos del lugar.

El peor de los males

Quizá el mayor problema, según el autor, es el gran intervencionismo del gobierno brasileño. Esto, en lugar de beneficiar a los brasileños, favorece a los corporativos que operan en ese país.

El periodista inglés da el ejemplo de la aeroespacial Embraer y la fabricante de motores Weg, beneficiadas por estas prácticas de proteccionismo e incentivos fiscales.

Reid profundiza en la industria automotriz, una de las más protegidas por el gobierno. En 2012, ésta representaba una quinta parte de la manufactura y generaba 1.5 millones de empleos directos e indirectos.

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Sin embargo, los costos de estos subsidios han tenido efectos negativos que se reflejan en los altos costos de los automóviles y la poca competitividad internacional, señala el autor.

Existen pocos datos para documentar el éxito del proteccionismo como estrategia de política pública. Entre otras razones porque el crecimiento económico de Brasil tiene más que ver con la expansión de la fuerza laboral que con un incremento en la productividad.

Sin embargo, de no atenderse los problemas de fondo; los que no pueden resguardarse tras una pared, el riesgo que acompañará a sus pobladores del futuro podría ser aún mayor.

“En la medida en la que la población envejece el desarrollo va contra reloj”, dice Reid.

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