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'Stranger Things' de Netflix, una serie que explota la nostalgia por los 80

La serie de suspenso, protagonizada por Winona Ryder, recuerda a las películas clásicas de los 80. ¿Vale la pena verla?
lun 18 julio 2016 11:00 AM
Stranger Things
Stranger Things La serie apuesta por una atmósfera de película de suspenso ochentera. (Foto: Netflix/Cortesía)

Netflix está probando algo un poco diferente con Stranger Things, una serie de ocho episodios que recuerda a las películas de horror de los 80, sin la carga de adquirir los derechos para rehacer una.
Es una idea divertida, pero este popurrí de monstruos no se fusiona en más que nostalgia. Ubicado en 1983, el programa presenta un mundo lleno de niños intrépidos, experimentos obscuros del gobierno y una niña casi muda conocida como Eleven (Millie Brown) quien guarda extraños secretos y posee poderes extraordinarios.

Los materiales de prensa describen la serie como “una carta de amor a los clásicos supernaturales de los 80 que cautivaron a una generación”. Claramente, hay toques de Poltergeist y The Goonies detrás de la idea, al igual que el thriller psicológico de 1978 de Brian De Palma, The Fury.

Aun así, Stranger Things tiene que pararse por sí misma. Y con frecuencia el ritmo simplemente avanza con dificultad, presentando la historia a cucharadas de un modo que prácticamente demanda hacer maratones e incluso así, nunca revela todos sus secretos.

Los hermanos creadores de la serie, Matt y Ross Duffer, trabajando con el director Shawn Levy (Una Noche en el Museo) tienen un toque obvio para el género y el periodo. Y a pesar de ello, si han pasado cosas más extrañas en este género, también han pasado mejores.

La acción sucede en un pequeño pueblo de Indiana, donde uno de los ñoños locales desaparece abruptamente. Esto causa una histeria comprensible en su madre (Winona Ryder), inicialmente ignorada por el alcalde local (David Harbour) quien no puede creer que algo verdaderamente malo pudiera suceder ahí.

Cosas malas están sucediendo, y van desde la creatura peligrosa que parece estar suelta hasta esas luces parpadeantes. Y mientras los adultos se toman su tiempo en responder, el trio de amigos del niño desaparecido (quienes pasan mucho tiempo haciendo referencia al Imperio Contraataca) y su hermano adolescente (Charlie Heaton) se unen a la misión de encontrarlo. Con la llegada de Eleven surge una confusión puberta pero también una dosis de músculo psíquico.

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Vale la pena notar que los espectadores nunca ven realmente al monstruo, un sello algo frustrante de las producciones de bajo presupuesto de los no siempre buenos viejos tiempos. Los escritores son igualmente reacios a compartir detalles sobre Eleven, más allá de recuerdos del escalofriante hombre de cabello blanco (Matthew Modine, a quien le falta el bigote retorcido) que va detrás de ella.

La serie hace buen uso de las canciones del periodo y provoca actuaciones creíbles de sus niños, aunque el subtema adolescente se vuelve un poco cansado.

Finalmente, Stranger Things se siente más como un producto de las métricas de Netflix, algo como ‘Oye, acabas de ver una película de terror vieja, prueba esto, más que algo que valga la pena mencionar dentro de los originales del servicio.

Stranger Things se estrenó el 15 de julio en Netflix.

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