Fabulosos a los 50: Deportivos que han envejecido maravillosamente bien
Hace cincuenta años los Beatles cantaban All You Need is Love, los shorts muy cortos y las botas go-go eran el código de vestimenta en la moderna calle londinense Carnaby Street, Lyndon Johnson ocupaba la Casa Blanca, y la película más taquillera de 1967 fue El Graduado, protagonizada por Dustin Hoffman, Katherine Ross y un pequeño deportivo rojo del fabricante italiano Alfa Romeo.
El Alfa, conducido por Hoffman, era un descapotable biplaza conocido como el Duetto Spider 1600, y a diferencia de algunos otros autos de esa época, luce tan bien hoy como en aquel set de rodaje hace cinco décadas.
El Alfa, diseñado por Pininfarina, es uno de varios admirables coches deportivos de 1967 que -50 años después- han resistido la prueba del tiempo. De Ferrari a Ford, de Jaguar, Porsche y Aston Martin a Toyota, Chevrolet, Lamborghini, Maserati, BMW y Lotus, colectivamente, forman el elenco que protagonizó 1967.
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El Alfa de Hoffman no fue el único deportivo que figuró en la pantalla grande en 1967. El siguiente vino de un sitio inesperado, Japón. Sean Connery, como el mortífero agente secreto británico James Bond, usualmente conducía un Aston Martin , pero en You Only Live Twice se puso al volante del Toyota 2000 GT. Fue la respuesta nipona al Jaguar E-Type y el Porsche 911, y se convirtió en un éxito inmediato con su silueta curvilínea y deslumbrante rendimiento.
El Toyota convertible en la película de Bond es único. El 2000 GT fue producido para la venta como un cupé, pero la alta figura de Connery lucía demasiado grande para el coche, así que eliminaron el techo solo para él. En total, solo se fabricaron 351 unidades del Toyota 2000 GT, ese factor de escasez elevó el precio de los mejores ejemplares por encima del millón de dólares.
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En Estados Unidos aún faltaba un año para aquella épica carrera de Steve McQueen en un Ford Mustang GT Fastback por las calles de San Francisco en la película de 1968 Bullitt, pero el Mustang ya era una estrella internacional gracias a su aparición en una anterior película de Bond, "Goldfinger" de 1964. En esa película figuraron dos Mustangs - un convertible blanco y un Fastback dorado para el archivillano Auric Goldfinger.
En 1967, el piloto de carreras e ingeniero automotriz Carroll Shelby, ya conocido por sus hazañas con el AC Cobra, habían modificado el Mustang de Ford para ofrecer un rendimiento sensacional con sus modelos Shelby GT350 y GT500.
El gran rival estadounidense de Ford era el Chevrolet Corvette. Visto por primera vez en 1953, Chev modernizó el aspecto redondeado del Corvette en el estilo anguloso y radical del Sting Ray C2 a principios de los años 60. Lucía poderoso y agresivo aún estacionado, y en 1967 su motor V8 de alto rendimiento lo convirtió en una de las mejores opciones en relación calidad-precio.
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Si un Mustang o un Corvette no convencían, el auto en la pared de cada colegial en 1967 era el Lamborghini Miura, el primero de los superautos europeos y un desafío personal a Ferrari lanzado por Ferruccio Lamborghini, el fabricante de tractores que consideraba que los Ferrari de los años sesenta carecían de la fiabilidad y el refinamiento que demandaban los compradores más exigentes.
El Miura de Lamborghini, de poca altura, se veía magnífico, y con una velocidad máxima de 290 km/h era un rival para casi cualquier otra cosa en la carretera. La respuesta de Enzo fue un coche que ahora es uno de los automóviles más valiosos del mundo: el Ferrari 275 GTB/4. Con una carrocería diseñada por Pininfarina y un motor quad-cam V12, el 275 GTB/4 era una pizca más lento que un Miura, pero la revista Road & Track todavía lo consideraba el "coche deportivo más satisfactorio del mundo".
null Lee: Los autos eléctricos transforman la fabricación de vehículos Mientras que un Miura en estupendas condiciones podría superar el millón de dólares en una subasta hoy, un 275 GTB/4 se vende por mucho más. La casa de subastas Gooding & Co. vendió uno en Pebble Beach el año pasado por 3,245 millones de dólares, por ejemplo.
Ferrari tuvo otros competidores europeos, por supuesto, incluyendo Porsche con su 911, y el sensacional E-Type Jaguar. Con cierta envidia Enzo Ferrari llamó al E-Type el coche más hermoso del mundo cuando debutó en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1961. Sus fluidas líneas esculpidas capturaron la imaginación de los compradores en todas partes, y para cuando llegó el año 1967, el E-Type había evolucionado en el más largo Series II de 4.2 litros, en versiones cupé y descapotable.
Otros dos coches deportivos británicos tuvieron un impacto en 1967: el Aston Martin DB6 y el Lotus Elan +2. El primero era un imponente gran turismo con un aire de lujo y peligro inspirado en Bond, mientras que el segundo era un hermoso cupé liviano con un manejo fantástico, espacio para dos niños en la parte de atrás y un estilo tan intemporal que sería replicado 22 años más tarde en el Mazda MX5 Miata.
En Alemania, Porsche estaba en las primeras etapas de su evolución 911 -un proceso que continúa aún hoy-. En 1967 sacó el 911 S (la inicial de Super), advirtiendo que no era "un auto para novatos". Con un techo inclinado, más caballos de fuerza, mejores frenos y una calidad de construcción superior, el 911 S era el coche que todos soñaban.
A menos, claro, que prefirieras un BMW, en cuyo caso no necesitabas buscar más allá del BMW 2000 CS. Diseñado por Karmann, el cupé ofrecía una distintiva y prominente parte frontal que lo hace altamente coleccionable hoy. Era el comienzo de un estilo de cupé continuado por el 3.0 CS y la serie Six.
Por último, en Italia, a pesar de que la fábrica Maserati estaba por cambiar de propietario (la familia Orsi la vendería a Citroen), logró producir uno de los autos más bellos de su ilustre historia: el Mexico Prototype, con una carrocería construida a mano diseñada por Frua. Basado en un chasis acortado del Quattroporte, el sedán deportivo de dos puertas tenía un motor V8 de 4.7 litros que lo colocó entre los más rápidos cuatri-plaza de su época.