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Otro patrón para la moda en México

Diseñadores y textileros buscan darle un giro a la industria de la moda con la marca Grypho; quieren demostrar que éste puede ser un negocio articulado y rentable en México.
dom 09 agosto 2009 06:00 AM
El diseñador Mauricio Olvera congregó a 16 empresarios del sector para impulsar la marca de moda urbana Grypho. (Foto: Ramón Sánchez Belmont)
otro patron (Foto: Ramón Sánchez Belmont)

Mauricio Olvera, diseñador y director de la marca Grypho, busca cambiar los patrones de la industria de la moda en México. Quiere articular a los miembros de la cadena textil-confección y fomentar el diálogo entre ellos.

Olvera reunió a 16 empresarios dispuestos a invertir en Grypho, una marca de ropa urbana que no es de alta costura, pero que puede posicionarse bien en el mercado. Cada empresario fabricará aquello en lo que posee ventajas comparativas: Corporativo Arush se encargará de los pantalones y trajes de vestir; Versatex, de las camisas; Boy London, de los jeans, y Casa Vogue, de los artículos de piel.

Esta iniciativa se une a la de Kaltex, fabricante de telas que con el proyecto Designers brinda asesoría integral a diseñadores y confeccionistas desde el diseño y la confección hasta la construcción de marca y la gestión del negocio. Además, garantiza el suministro de tela. Kaltex apoya así a marcas como Ochö, Mancandy, Malafacha, Santo, Alessandro Aliviani, Morgana, y Julia y Renata.

Ambas iniciativas forman parte de un nuevo movimiento que busca consolidar la industria de la moda en México como un negocio estable y prolífico, contrario a lo que se ha visto en los últimos años. Buscan romper con el statu quo y demostrar que la moda puede ser un negocio rentable.

Existen varias marcas y diseñadores mexicanos (Pineda Covalín, Scappino, Pepa Pombo, Trista, Carlo Demichelis y Macario Jiménez, entre otros), así como empresas textiles y confeccionistas (Kaltex, Kimex, Corporativo Arush y Versatex). Pero esto no se ha traducido en un entorno empresarial competitivo como el de Colombia, reconocido por su oferta de telas de calidad, o el de Brasil, admirado por su pujante industria y sus propuestas del vestir. São Paulo y Medellín son referentes de moda latinoamericana, México no.

La industria mexicana de la moda no sólo se enfrenta a problemas internos, también padece la recesión. Es difícil calcular el impacto en el subsector de la moda, pero la participación de la industria de prendas de vestir en el Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero cayó de 6.4% en 2007 a 4.4% en 2008.

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Trendex North America, firma de investigación de mercados de ropa y calzado, indica que en 2008 el valor del mercado mexicano fue de 21,000 MDD. Este año pronostica que las ventas de ropa caerán 3% –a 20,400 MDD– debido a la crisis, sin considerar el impacto por la influenza.

Intereses divergentes

Para despegar, la industria de la moda debe resolver varios obstáculos. Los empresarios, divididos fuertemente entre los productores textiles y los confeccionistas, tienen intereses diferentes y no han encontrado puntos en común que beneficien a ambos. 

Los confeccionistas se quejan de que las telas importadas tienen aranceles altos, lo que los hace menos competitivos frente a otros países. Por su parte, los productores textiles defienden su industria y afirman que si se eliminan aranceles no podrán competir con las telas extranjeras.

Aunque les sale caro, los diseñadores prefieren importar, pues afirman que las telas mexicanas no tienen la calidad ni la variedad suficiente. “La mayoría de los productores mexicanos importan telas, ya que muchas veces cuentan con mayor calidad, varie-dad y colorido”, dice Cristina Pineda, de Pineda Covalín.

Sin embargo, no todos opinan igual. Andrés Jiménez, creador de Mancandy y ganador en 2008 de los México Fashion Awards by Lycra, usa telas nacionales en todos sus diseños: “Tienen todo lo que necesito y son de excelente calidad”.

¿Y qué hay de aspirar a la alta costura italiana o francesa? “Ése no es el mercado mexicano”, afirma Anna Fusoni, crítica de moda, con más de 30 años de trayectoria. “¿Para qué aspirar a eso?, ¿para competir con Masaryk?”. Fusoni apunta que México debe ceñirse a su realidad y hacer lo mejor que puede y eso, es la moda urbana. Y destaca que muchos diseñadores mexicanos no ven el potencial que existe en la industria y no se esfuerzan por establecer un negocio. En México, escasean los diseñadores-empresarios.

Las hermanas Julia y Renata son un caso diferente. Estas diseñadoras se han presentado en desfiles internacionales en Madrid y Milán. Fusoni comenta que en su primer Fashion Week no les alcanzaba para la tela. Hoy sus diseños se venden entre 5,000 y 10,000 pesos, y pueden llegar a valer más.

Julia y Renata iniciaron en un pequeño taller en Guadalajara. Ahora tienen un punto de venta en Nueva York y próximamente contarán con cuatro en Portugal. Es una prueba de que la moda mexicana promete, pero le falta impulso.

Sin plan de negocios

Al problema entre textileros y confeccionistas, se suma el poco apoyo financiero que reciben los diseñadores.

En Francia, Italia o EU existen firmas dispuestas a invertir en la creación de marcas, pero en México pocas se arriesgan. “Es más fácil traer la moda de fuera, y sólo producir en México”, afirma Elías Zaga, distribuidor de K-Swiss.

Samuel Gershevich, director de Corporativo Arush, firma que confecciona la ropa de Pierre Cardin en México, opina que los diseñadores deben ganarse la confianza de los empresarios, pues pocos se toman en serio el negocio. Les gusta presentar una colección en una pasarela, pero son incapaces de formular un plan de negocios. “Muchos salen de estudiar y quieren ser Versace”, afirma.

Rodrigo García, director de industrias básicas de la Secretaría de Economía, dice que el problema es dar valor agregado a las prendas mexicanas, lo que involucra aspectos de logística, mercadotecnia y comercialización. “Los diseñadores y los empresarios son sólo parte de una gran industria que abarca otras profesiones”, señala.

La responsabilidad es también de los medios de comunicación, agencias de modelos, de relaciones públicas, de mercadotecnia, asesores de imagen. Pero reunirlos no es sencillo.

Olvera, de Grypho, compara esta situación con la de la industria londinense, en la que todos los actores se sientan en un consejo consultivo y arman estrategias en común. Compiten entre sí, pero saben que la competencia real viene de fuera. En México, el diálogo entre diseñadores y empresarios o entre editores de moda e industria es casi nulo.

El proyecto de Grypho es colocar la marca en los corners de El Palacio de Hierro, Sears y Liverpool, y después buscar su internacionalización. El de Kaltex, facilitar la comercialización de las marcas mexicanas.

La crisis ofrece oportunidades. Los diseñadores se están dando cuenta de que necesitan aterrizar sus ideas y hacer planes de negocio. Los industriales reconocen que es el momento de impulsar marcas y diseñadores. Quizá sea el inicio de una alianza exitosa.

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