Carlos Peralta vende yate, depa y Tigres
En el muelle más grande de Mónaco se encuentra atracado un enorme yate de 257 pies (84 metros de largo), con seis cubiertas, un helicóptero para siete personas, piscina interior y un rango de 7,000 millas náuticas. La cubierta de teca es lo suficientemente grande para realizar una carrera de motociclismo que podría ser transmitida por las 17 cámaras de seguridad del yate.
Se trata del Princess Mariana, propiedad del multimillonario mexicano Carlos Peralta, presidente de Grupo IUSA, quien pidió a la firma Fraser Yachts de Fort Lauderdale (Florida) buscar un cliente para el impresionante yate, que lleva el nombre de su esposa, Mariana Tort.
Fraser pide 143 millones de dólares (MDD) por la embarcación, frente a los 182 MDD que había pedido hace un año. Unas 50 personas en el mundo están interesadas en el Princess Mariana, según Rob Newton, agente de Fraser. La anécdota fue reportada a mediados de octubre por la agencia Bloomberg como parte de un reportaje dedicado a la compraventa de yates.
Un mes antes, en septiembre, Peralta puso a la venta su departamento de 500 metros cuadrados , ubicado en la Trump Tower de Manhattan, publicó el diario The New York Observer. El inmueble, con acabados dorados, decoraciones de cristal Lalique y espejo en el techo de la recámara principal, tiene un precio de 13.5 MDD, según el agente de bienes raíces Mark Shemel.
Y a finales de ese mes, el propio Peralta reveló (a la prensa mexicana) que había decidido vender el equipo de béisbol Tigres, que fundó su padre, Alejo Peralta, aunque precisó que la oferta únicamente incluye la franquicia de la Liga Mexicana de Béisbol y a los jugadores, pues preservaría el nombre de Tigres como recuerdo personal.
“El béisbol nunca ha sido negocio para nadie en México (…) Lo estoy vendiendo porque ya me cansé de tirar el dinero año tras año y que nadie lo aprecie y en especial los medios de comunicación, para ellos sólo existe el futbol”, dijo el empresario al diario Excélsior.
¿Por qué Peralta está vendiendo sus pertenencias? Es difícil pensar que el presidente de Grupo IUSA, el conglomerado de manufacturas eléctricas, bienes raíces, servicios de telecomunicaciones y agroindustria, necesita el dinero con urgencia. Después de todo, hace sólo seis años todavía figuraba en el listado de ‘Los multimillonarios del mundo’ de la revista Forbes, con una fortuna estimada en 1,300 MDD que lo ubicaba en el lugar 351 después de vender su participación en Iusacell a Telefónica. Y este año ocupó el lugar número 53 en el listado de ‘Los 100 empresarios más importantes de México’ de Expansión .
Lo que es un hecho es que Peralta ha experimentado en los últimos dos años y medio quizá el periodo más difícil de su trayectoria como empresario. Varios de sus negocios fueron golpeados severamente por la recesión internacional y de poco le valió que Grupo IUSA fuera uno de los consorcios más diversificados del país.
El saldo de 2007 a la fecha de algunas de sus principales empresas han sido emisiones de deuda declarados ‘bonos basura’, una compañía de reciente creación en concurso mercantil y otra más en conversaciones para la venta parcial o total de activos. Es uno de los casos raros en que la diversificación jugó en contra de los intereses del empresario.
Expansión lo contactó a través de la Fundación Alejo Peralta para solicitarle una entrevista para este artículo, pero al cierre de esta edición no se había recibido ninguna respuesta de su parte ni de sus voceros.
IUSA y Alma, las primeras víctimas
La primera víctima de la recesión fue Industrias Unidas (IUSA), la empresa más antigua del grupo que fabrica productos eléctricos y a base de cobre para los sectores de la vivienda y la energía, como medidores e interruptores de electricidad, así como conexiones de agua y gas.
Más de 65% de las ventas de IUSA se destinan a mercados finales de Estados Unidos, principalmente vinculados con la industria de la construcción. Por ello, cuando en el verano de 2007 estalló la crisis de las hipotecas de riesgo o subprime en EU, la edificación de casas se frenó y comenzaron a verse afectadas las ventas de IUSA y, por tanto, su flujo de efectivo y su margen operativo.
En consecuencia, en enero de 2008, las agencias calificadoras comenzaron a degradar la emisión de deuda quirografaria de IUSA por 200 millones de dólares con compromisos de corto plazo y vencimiento en 2016, del nivel de grado especulativo hasta que las ubicaron en el nivel de ‘bonos basura’. “Moody’s se encuentra preocupada de que el emisor y los avales de las notas posiblemente no tengan suficiente efectivo y flujo de efectivo operativo para fondear todos los pagos de cupones que vencen en los próximos dos años”, dijo en su momento Nymia Almeida, analista senior de Moody’s de México.
La segunda empresa de Peralta afectada por la recesión fue Aerolíneas Mexicanas (Alma), la compañía aérea de bajo costo con sede en Guadalajara que el empresario lanzó en junio de 2005.
Alma inició con una inversión de más de 40 MDD -en su mayoría de Peralta- y con un modelo de cobertura regional que parecía exitoso. Durante sus dos primeros años de operación alcanzó a cubrir 20 rutas con una flota de 16 aviones Bombardier. Sin embargo, problemas de operación, la intensa competencia y el deterioro del entorno económico debido a la recesión internacional, afectaron su viabilidad.
Según Jorge Sunderland, consultor aéreo independiente, la inexperiencia de su directiva llevó a que la compañía enfrentara problemas internos, como la falta de mantenimiento de las aeronaves y la salida de empleados, y externos, como la agresiva competencia de otras líneas aéreas que iniciaron operaciones con fuertes capitales de respaldo, como Volaris.
Para noviembre de 2008, los elevados precios de la turbosina y la caída en el número de viajeros debido a la crisis económica llevaron a Alma a suspender todas sus operaciones y solicitar la quiebra, según justificó la empresa en su solicitud ante el Instituto Federal de Concursos Mercantiles (Ifecom).
El organismo otorgó la sentencia de quiebra a principios de este año y fijó ya una fecha para la toma de posesión de la extinta aerolínea y proceder a la liquidación de los activos, vía subasta pública. Según informes del Ifecom, están en trámite cuatro incidentes de separación de bienes y uno de oposición al cumplimiento de un contrato.
El bosque irreal y el supertomate
Otra de las compañías de Peralta que ha sido afectada por la crisis es Bosque Real , promotora del fraccionamiento del mismo nombre, ubicado en el municipio mexiquense de Huixquilucan, al norponiente del Distrito Federal.
Bosque Real, de 575 hectáreas, fue planeado como el desarrollo residencial más grande y lujoso de América Latina, dirigido a familias con un ingreso per cápita de 60,000 dólares anuales y más. El proyecto original se concibió como una pequeña ciudad-paraíso en los suburbios del DF, con capacidad para 10,400 hogares, rodeada de bosques y aislada del caos y el tránsito capitalino.
El plan incluía dos campos de golf, la casa-club más grande del mundo, una plaza ecuménica con recintos para las cinco principales religiones y espacios para escuelas, centros comerciales y corporativos. Todos los servicios públicos –agua, electricidad, seguridad y transporte público, entre otros– serían provistos por la firma Servicios Bosque Real.
La inversión original corrió por cuenta de Peralta, como socio financiero, y los empresarios inmobiliarios Pablo Funtanet y Gaspar Rivera Torres. Este trío fungió como un megadesarrollador que invirtió 350 MDD en infraestructura básica; entre 2000 y 2001 comenzó a vender lotes urbanizados a unos 50 desarrolladores, quienes, a su vez, construyeron casas y edificios para su venta final al público.
El proyecto sufrió muchos problemas desde el inicio: a mediados de la década, los fundadores se quedaron sin recursos e incumplieron su promesa de entregar toda la infraestructura básica (servicios públicos y vialidades) en 2005. Las obras se detuvieron, lo que irritó a colonosy desarrolladores que creyeron en el proyecto. La venta del desarrollo se encontraba a la mitad.
Luego de un año de buscar nuevos inversionistas, Inbursa, de Carlos Slim, otorgó un crédito por 77 MDD y Carlos Peralta aportó 25 MDD, tras lo cual se convirtió en dueño de 55% del desarrollo. “Me gusta más la industria de la transformación y los servicios. Esto, ¡qué barbaridad!, pasa mucho tiempo hasta que termina el proyecto”, dijo Peralta a Expansión, a principios de 2007.
Por si fuera poco, vino la contracción crediticia internacional, derivada de la crisis subprime, lo que agravó la falta de liquidez en el sector.
Este año, en los primeros días de octubre, Darío Celis, columnista del Excélsior, afirmó que un nuevo grupo de inversionistas integrado por un fondo de capital privado y dos desarrolladores inmobiliarios estaban por adquirir el control (60% de las acciones) de Bosque Real, y que el resto quedaría en manos de Inbursa.
Expansión contactó a representantes de Bosque Real e Inbursa para confirmar esta versión, pero ambas empresas declinaron la solicitud de entrevista.
El único negocio de Peralta que parece no tener contratiempos es Bionatur , iniciativa de producción de jitomate vía hidroponia, método bajo el cual la semilla no se germina en tierra, sino a través de una inyección y en el que se regula la temperatura, la humedad y la calidad de los nutrientes.
La compañía, ubicada en Pastejé, en el municipio de Jocotitlán, Estado de México, inició hace seis años, cuenta con 80 hectáreas techadas y ha requerido una inversión de 100 MDD. La empresa es líder en su ramo en América Latina y su producción se destina principalmente al mercado de EU; en 2007 facturó unos 52 MDD.
Recientemente, en una reunión privada con la plantilla de directores y vicepresidentes de Wal-Mart de México, Peralta aseguró que el rendimiento por hectárea de sus jitomates superaba por bastante margen al de sus contrapartes de Sinaloa, considerados los líderes nacionales.
Se ignora cuáles serán sus próximos pasos ni qué uso dará a los recursos que obtenga de la venta de sus bienes personales. Pero los que conocen a magnates como Peralta aseguran que el dinero no es problema para ellos.
“Los dueños de superyates normalmente no los conservan por más de tres años, y luego los venden para comprar uno más grande”, afirma un estudio de Monte Carlo Luxury Yachts, citado por Bloomberg. “El multimillonario mexicano quiere algo más grande”.