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¿Puedo generar la felicidad a mi hijo?

Emilio Vera asegura que un 50% de la felicidad del hombre es heredada neurológicamente; para el Director de Operaciones de Assurant Solutions, la comunicación efectiva motiva la felicidad.
vie 25 diciembre 2009 06:00 AM
La clave para las nuevas generaciones será ayudarlos a la conformación de un marco de criterios que les permitan analizar, y tomar las decisiones correctas (Foto: Cortesía SXC)
familia (Foto: Cortesía SXC)

Para Aristóteles "la felicidad es el bien supremo", "El bien propio del hombre, entonces, es la actividad del alma en conformidad con la virtud y si las virtudes son variadas, en conformidad con la mejor y más perfecta, y, además, a lo largo de la totalidad de la vida". Sin duda, nos encontramos ante una definición diferente, que nos invita a la reflexión, ya que de la naturaleza del hombre deduce que "virtud" es "actividad", con lo cual se refiere al ejercicio de las funciones y actividades particulares del hombre, por lo que podemos deducir que la felicidad no es un don dado, sino resultado de la "actividad", no es tampoco un estado placentero o estado mental.                También se habla de una virtud perfecta y una vida completa. Nos refiere que "la virtud humana es el hábito por el cuál el hombre se hace bueno y por el cuál ejecuta bien su función propia". Por lo tanto, durante toda su vida sus actos y decisiones, aún los más difíciles, estarán sustentados en sus virtudes, que siempre se van a encontrar en el término medio, siempre es medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y lo es también en las acciones y pasiones.

Por tanto, la virtud es un habito voluntario o electivo que se ubica siempre en un termino medio y se encuentra determinado por la razón; y si los hábitos se forman por acciones, es el punto que encuentras como la oportunidad, para que, por medio de la educación, se le puedan dar a nuestros hijos las herramientas que le permitan  administrar las emociones con inteligencia; es decir, por medio de la razón.

Según Karol Wojtyla, refiere que la felicidad del hombre según Aristóteles, debería precisamente consistir en un acto de la facultad más perfecta del ser humano, de la razón. Asimismo, se dice que la racionalidad se expresa de modo más completo en la contemplación; por lo tanto, la felicidad como vida contemplativa.

De acuerdo con los nuevos estudios científicos se nos dice que de un 50 a un 60 por ciento de probabilidades de que seamos felices está determinado genéticamente, entonces ¿es innata la felicidad? Según David Likken, genetista conductual y profesor de psicología de la Universidad de Minnesota, hasta su muerte, refirió que la mitad de nuestra sensación de bienestar depende de lo que estemos viviendo en determinado momento, y la otra mitad, de un nivel fijo de felicidad que está determinado genéticamente hasta en un 90 % y es al que recurrimos después de vivir sucesos dramáticos. Ahora podemos estar concientes, que un 50 % de la proporción que infiere el hombre hacia la felicidad, esta determinada por estructuras neurológicas hereditarias, y que el otro 50 % esta determinado por la autoconciencia y la razón, hecho que no sólo genera la necesidad real de tener el sentimiento de su propia identidad, sino también a la de orientarse intelectualmente en el mundo. La educación sin duda, es el camino, para realizar y generar acciones, hábitos, virtudes y valores, que le den un sentido a la persona de su existencia y de su papel en el mundo.

La razón es una facultad, que hay que ejercitar para desarrollarla, la objetividad que puede alcanzarse va a permitir el conocimiento de la naturaleza, del hombre, de la sociedad y de uno mismo; de este modo, el ser humano puede orientar sus actos hacia el bien en plena conciencia, y estos actos el generar hábitos que quedarán introyectados en la persona, quien sólo podrá actuar con base a sus principios, lo que le permitirá andar en el camino hacia una vida feliz.

Esta reflexión en teoría parece lógica, pero en los hechos, en el mundo real, presenta un alto nivel de complejidad, ¿cómo se puede educar a un niño con base en valores?, cuando el entorno distorsiona la realidad y modifica actitudes y comportamientos.

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Vivimos a una velocidad que genera impaciencia ante cualquier retrazo, y no siempre nos detenemos a pensar que los importantes cambios que vivimos generan consecuencias culturales; la influencia de los medios es implacable, los niños pasan más tiempo frente a la televisión que en la escuela o que en contacto con la familia. El INEGI señala, que en México los niños de educación básica invierten en promedio al año, dos mil horas frente a la televisión, mientras que asisten a la escuela setecientas horas.

Es evidente que el tiempo empleado en la televisión es en detrimento de la estimulación cognitiva (paseos, lectura, juegos, rol parental  en la enseñanza del niño) y en el apoyo emocional (comidas con los padres, comunicación con los niños mientras los padres se encuentran en sus centros de trabajo, etc.).

También es importante referir los riesgos a los que se exponen los menores como lo es la propensión a padecer el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, obesidad, pobre auto imagen, uso de substancias ilegales, trivialización del sexo y la sexualidad, actividad sexual precoz, incremento de la pasividad, abulia etc.

La televisión, y ahora los videojuegos e Internet, pueden surtir efectos en las áreas emocionales del niño, interferir en sus motivaciones, y en su formación integral. Cuanta más violencia vea el niño, menos sensibilidad emocional tendrá ante los actos de violencia, y pasará a identificar en la agresión una posibilidad de respuesta ante las situaciones conflictivas.

Los medios de masas como reiteradamente tendremos que recordar, son uno de los principales agentes de socialización de nuestra época, y en consecuencia, en ellos se libra una de las batallas decisivas por la hegemonía entre los grupos sociales y las grandes corrientes ideológicas".

Es evidente que el reto que hoy enfrentamos los padres para educar a nuestros hijos es mayúsculo, no los podemos sustraer de su entorno, ni podemos dedicarnos en tiempo completo a su formación. Por lo tanto, es fundamental generar canales de comunicación y acciones que motiven la unión familiar, y que fomenten la capacidad de sorpresa ante los estímulos de la naturaleza. La clave para las nuevas generaciones será ayudarlos a la conformación de un marco de criterios que les permitan analizar, y tomar las decisiones correctas sobre las distintas situaciones que se les vayan presentando en su vida.

*El maestro Emilio Vera Yáñez es alumno del doctorado en Filosofía de la Universidad Anáhuac México Sur y director de operaciones en Assurant solutions, revisado por la maestra Marcela Zapata.

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