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Anfitrión de maquiladoras

Que el auge manufacturero deja buenos dividendos no queda la menor duda. El acierto de esta firma me
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Sergio Argüelles Gutiérrez, presidente de Fraccionadora Industrial del Norte, Finsa, la más importante constructora de parques industriales en el país, recuerda una visita del ex presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, al primer parque desarrollado por la firma en Matamoros, Tamaulipas: “El Presidente preguntó a su secretario de Comercio, Héctor Hernández, cuánto tiempo se tarda una maquiladora en instalarse en el país –rememora el empresario–. Antes de que su funcionario contestara, yo respondí con la franqueza de un norteño: el país está diseñado, gracias a Echeverría y a López Portillo, para que no venga la inversión extranjera, todas las condiciones son adversas, no hay financiamiento, no hay infraestructura y hay una burocracia increíble”.

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Sorprendido, según Argüelles, De la Madrid respondió: “A ver, explíqueme más.” “No hay mucho que explicar –contestó a su vez el empresario–, tenemos problemas sindicales terribles, falta financiamiento, no podemos escriturar porque estamos en zona fronteriza y, para poder rentar, hay que hacer un fideicomiso. Los inversionistas extranjeros no saben qué es un fideicomiso. Tenemos que traer un abogado para explicarles y, cuando se les informa que tienen que depositar el dinero en un banco, precisamente en un banco recién nacionalizado, su primera reacción es decir: ‘si se nacionalizan entre ustedes, imagínense qué va a pasar con nosotros’”.

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El Presidente le pidió que lo acompañara a México para que explicara todo eso a sus colaboradores. “No hay necesidad –le dijo el directivo de Finsa–, sólo mándeme con quienes tengamos que ir. Y fuimos.”

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Posteriormente nacieron programas de financiamiento para el sector maquilador, siempre bajo el esquema de fideicomiso, que el empresario considera claves para el desarrollo de los parques industriales. “El ex Presidente fue determinante para que llegaran las maquiladoras a México y, con ellas, el desarrollo de parques industriales”, opina.

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Finsa inició hace más de 25 años su actividad como promotor de parques para la instalación de plantas maquiladoras en la frontera norte de México. En la actualidad, cuenta con 15 desarrollos en todo el país, dos en la zona fronteriza de Texas, en las ciudades de Brownsville y Mc Allen –y está por iniciar uno más en Laredo–. También tiene proyectos en Argentina, en las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Río Segundo.

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El pasado mes de mayo, la firma regiomontana concluyó una alianza estratégica con American International Group (AIG), la más grande aseguradora de los ramos comercial e industrial en Estados Unidos, con ventas aproximadas de $40,000 millones de dólares y operaciones en 130 países, con arreglo a la cual dicha firma compró 38% de la empresa mexicana en $65 millones de dólares, recursos que serán empleados en la eliminación de pasivos y capitalización de Finsa. Un monto aproximado de $25 millones de dólares será destinado al desarrollo de nuevos parques, tanto en México como en el extranjero.

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A partir de la sociedad con AIG, la expansión nacional e internacional será más grande, asegura Sergio Argüelles González, vicepresidente de GF e hijo de su fundador.

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La maquila en el horizonte
Finsa inició sus operaciones a finales de los años 70, precisamente en Matamoros, Tamaulipas, cuando Argüelles Gutiérrez decidió cambiar  su  negocio agrícola para dedicarse a desarrollar su primer parque industrial, motivado por el auge que, le pareció, tendría la industria maquiladora. “Desde un principio nos trazamos metas muy concretas para hacer un parque ejemplar –comenta–. El primero fue catalogado como uno de los 10 mejores del mundo por Park & Size”, firma estadounidense certificadora de parques. Se propuso las cosas de la manera más simple: “No quisimos inventar nada especial; fuimos y copiamos lo que se desarrollaba en Estados Unidos, porque  las empresas que deseábamos atender eran precisamente las de  la industria maquiladora de inversión extranjera, y queríamos ofrecerles lo que estaban acostumbrados a recibir.”

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Finsa atendió a las maquiladoras pioneras en 1977. Durante los primeros ocho años, el crecimiento de la actividad fue paulatino. El despegue llegó en 1985, con Fovain y Fidein, programas que financiaban la construcción de naves de inventario y naves con parques industriales. Después de Matamoros, sus nuevos proyectos fueron en Nuevo Laredo y Reynosa. Los años 80 representaron la consolidación de su presencia en la franja fronteriza. A principios de los 90, “gracias a la gran inversión que se dio en infraestructura”, comenzaron a llegar los contratos de otras zonas del país. Primero fue Monterrey y luego Querétaro.

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La llegada a Puebla implicó el inicio de un nuevo modelo en el desarrollo de parques industriales. Era el año de 1993. A invitación de Volkswagen de México (VWM), armadora automotriz que no cumplía con las reglas de origen establecidas en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), Finsa se encargaría de edificar las plantas que albergarían a los proveedores de la compañía alemana. “Para lograr ese objetivo visitamos, junto con VWM, Alemania, Estados Unidos y Canadá –recuerda el empresario–. Fuimos a tocar puertas y presentar lo que era México, Puebla en particular, y a plantear la oportunidad de venir al parque industrial que estabamos desarrollando.”

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El proyecto era innovador en la industria automotriz. El parque, construido entre 1993 y 1996, colinda con las instalaciones de la armadora, en atención al principio del just in time (entrega justo a tiempo). Se desarrollaron unos 150,000 metros cuadrados y 26 edificios –los que requirieron una inversión de $60 millones de dólares–.

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El proyecto contó con el apoyo del Banco de Comercio Exterior (Bancomext). También fue relevante el programa de arrendamiento, calificado por Argüelles Gutiérrez como exitoso, que da a las empresas maquiladoras la opción de rentar las naves industriales que ocupan. La ventaja del programa es que la inversión y administración del inmueble, o del parque mismo, queda en manos del desarrollador, con lo que la empresa manufacturera puede centrar su atención en la producción.

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La intervención del gobierno fue, sin embargo, mucho más allá, pues también construía parques industriales, algo que para el fundador de Finsa significaba competencia desleal. Y lo hacía en varios estados de la república. El caso más evidente fue en Sinaloa, donde las autoridades regalaban terrenos. “Ante esa situación, tuvimos que tocar puertas ante los gobiernos y la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi)”, para convencer a los funcionarios de que no había necesidad de regalar terrenos, que era mejor trabajar en conjunto. Les propuso que ellos se hicieran cargo de la promoción y de ofrecer incentivos a los inversionistas, pero que las áreas para establecer industrias se dejaran en manos de los desarrolladores.

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Hoy ya han cambiado algunas cosas, asegura el empresario. “Se ha ido entendiendo que los negocios son para los hombres de negocios y que el gobierno sólo debe gobernar.” Otras siguen igual. La atracción de inversión a los estados del país aún depende de la voluntad de los gobiernos en turno, advierte, y no de una regulación que incentive el desarrollo de las industrias. “Las condiciones que ofrece cada estado son diferentes”, comenta el vicepresidente de la firma.

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Nuevo equipamiento: viviendas
De cualquier manera, Finsa no tiene muchos motivos de queja. “La mayor parte de los gobiernos nos han apoyado”. En seguida Argüelles Gutiérrez extiende lo que parece ser un reconocimiento a los gobiernos de Puebla, Tamaulipas Nuevo León y Coahuila.

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En sus 25 años de vida, Finsa ha logrado el portafolio más importante de proyectos arrendados a la industria, dice su orgulloso presidente. Su cartera de clientes la constituyen alrededor de 125 empresas, asentadas en alrededor de 750,000 metros cuadrados. Su pretensión es duplicar ese portafolio en los próximos cinco años y generar activos superiores a $500 millones de dólares. Para ello planea invertir 10% de sus activos, el equivalente a casi $320 millones de dólares.

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“El futuro para la empresa es desarrollar nuevos parques y ampliar los actuales (gracias a) la sinergia que permite la alianza con AIG, la cual traerá capital, experiencia y nuevos clientes”, vaticina el vicepresidente de GF.

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Hay un factor que podría ensombrecer este panorama: la inseguridad. Recientemente se encendió el foco rojo cuando el gigante japonés de la electrónica, Sony, advirtió sobre la posibilidad de abandonar sus instalaciones en México si las autoridades mexicanas no hacían nada por brindar mayor seguridad. Víctima de la delincuencia, un ejecutivo de la firma japonesa perdió la vida, mientras algunos más han sido secuestrados.

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El clima de violencia en ciudades como Tijuana, Ciudad Juaréz, Laredo y otras de la frontera ha llegado a tal grado que los empresarios extranjeros han optado por cambiar su residencia a ciudades vecinas, en Estados Unidos, asegura Esthela Gutiérrez Garza, investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo León y autora del libro La globalización en Nuevo León.

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Con todo, lo que más incertidumbre genera es la posibilidad de que la economía estadounidense pierda vigor, tanto por la volatilidad en el mercado de las empresas de alta tecnología, como por el constante aumento de las tasas de interés decretado por la Reserva Federal. Otro elemento que ahuyenta a las plantas de maquila de la zona fronteriza norte es la escasez de mano de obra, lo que propicia que ciudades como Monterrey, Saltillo y otras tengan que importar trabajadores de estados como Veracruz, San Luis Potosí o Oaxaca, explica Argüelles Gutiérrez.

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Su hijo dice que para enfrentar este último problema, los nuevos parques industriales se complementan con zonas habitacionales. En Matamoros tienen 3,000 viviendas para los trabajadores de las maquiladoras. A través de programas desarrollados por Finsa, “contamos con una división de vivienda y lo que buscamos son terrenos que colinden con los desarrollos para construir casas de interés social. Estamos haciendo vivienda pegada a los parques. Deben ser proyectos que cubran todas las necesidades del trabajador –abunda–, con guarderías, transporte, redes contra incendio, clínicas de salud y de emergencias”.

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Además de mejorar la calidad de vida, los directivos de Finsa encuentran en los complejos habitacionales ventajas en el tema del control de costos. El transporte implica pérdida de tiempo y dinero. Su costo, calculan, puede llegar a representar una cuarta parte del salario de los trabajadores, el equivalente al abono que se paga por una casa mensualmente.

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En opinión de Argüelles González, los parques industriales tendrán que seguir modernizándose. Él encuentra una gran diferencia entre los parques actuales y los de los años 70; los de entonces parecían terrenos baldíos a los que, ironiza, “se les podía poner un letrero para advertir: señores, aquí hay un parque industrial y ahí está la línea de alta tensión”. Hoy no se puede desarrollar un parque sin contar con la mejor infraestructura. Así las cosas, Finsa busca que sus desarrollos obtengan la calificación ISO 9000 a 1. “Muchos inversionistas extranjeros están acostumbrados a trabajar con los parámetros vigentes en Estados Unidos, y buscan eso mismo en  México”, asegura el vicepresidente de GF.

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Un modelo de desarrollo lo representa la ampliación el parque de Ramos Arizpe, Coahuila, que albergará a los proveedores de General Motors (GM). El proyecto se levanta sobre un área de 77 hectáreas que colindan con la planta, e incluirá un puente que desembocará directamente a la línea de ensamble de GM.

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Con ese mismo criterio Finsa amplia varios de sus parques. “En Puebla acabamos de comprar 15 hectáreas, lo que permitirá ampliar las instalaciones en 50%; en Querétaro estamos terminando también una ampliación y en Matamoros adquirimos 250 hectáreas para nuevas reservas territoriales y expandir lo que fue nuestro primer parque, que  prácticamente ya está  lleno.” Además, Finsa también analiza la posibilidad de iniciar proyectos en San Luis Potosí y Jalisco, identificados como entidades favorables para el crecimiento de la firma.

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