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Autocapacitadores en acción

Desarrollar habilidades aplicables a diferentes industrias es el objetivo de un centro sui generis e
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Tanto en el aspecto individual como en el organizacional, la capacitación es la base de la -competitividad. Aunque esto suene a perogrullada, en México todavía hay empresas a las que no les cae el veinte y siguen viendo a la capacitación como una engorrosa disposición legal que hay que cumplir o, en el mejor de los casos, como algo que se puede hacer cuando no hay demasiado trabajo urgente.

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Baste recordar con cuánta frecuencia se escucha en las oficinas directivas frases como: “Si los capacitamos, se nos van”; “si formamos al personal, hay que pagarle más”, “que asistan al curso las personas que no son básicas en el trabajo”.

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Pero también hay organizaciones conscientes de la importancia de desarrollar a su gente, que saben que un proceso educativo continuo es indispensable para poder pelear en la aldea global de los negocios. Es el caso de un grupo de empresas que crearon el Centro Tecnológico para el Desarrollo de Habilidades de Manufactura (Cetedem).

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Formado en noviembre de 1996, el Cetedem es una iniciativa conjunta de ocho compañías asentadas en la capital tapatía y la American Chamber de Guadalajara (Amcham). Su objetivo: “Ayudarse y ayudar a otras empresas de la región en el desarrollo profesional de sus colaboradores hasta alcanzar un nivel de clase mundial como base de su competitividad”.

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Heriberto Valle, presidente del Comité de Educación de la Amcham, expone que el centro se inspira en el Penang Skills Development Center, institución que opera en Malasia desde 1989. Sin embargo, Carlos Torres, director general del Cetedem, apunta que la exitosa experiencia de Penang sólo ha servido como punto de referencia, ya que “nosotros vamos encontrando nuestros propios caminos”.

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Las empresas comprometidas con la iniciativa son Almidones -Mexicanos, Motorola, Lucent Technologies, Kodak, Hershey, SCI Systems, CP Clare y Hewlett-Packard. Como socios honorarios participan la Secretaría de Promoción Económica del gobierno de Jalisco, el Conacyt y la Universidad del Valle de Atemajac.

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Cada una de las fundadoras aportaron al centro $15,000 dólares. Pero más valiosa que la contribución económica, dice Torres, fue “su disposición para compartir los enfoques y los programas de capacitación que les han servido”. Eso habla de un “rompimiento de paradigmas, porque antes las empresas no tenían la actitud de compartir con otras sus conocimientos”, agrega Valle.

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Hasta ahora, Motorola se ha distinguido como la compañía más generosa del grupo, al aportar su programa Six Sigma, mismo que le valió obtener el Premio de Calidad Malcom Baldridge, en 1988. Pero en Kodak de México no se quieren quedar atrás. Según su vicepresidente ejecutivo y gerente general de Manufactura, Juan José Sánchez, “nosotros también podríamos aportar el Quality Leadership Process, una tecnología basada en el -Círculo de Deming que hemos utilizado con mucho éxito”.

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Pero, después de todo, ¿tiene sentido apostarle a un proyecto conjunto cuando todas estas compañías cuentan con sus propias esquemas de capacitación? Para el director del Cetedem sí lo tiene, ya que cubre una demanda adicional. Explica que “dado que el departamento de capacitación es un coordinador del esfuerzo en ese sentido, no puede desarrollar todos los programas que necesita la empresa y, por lo tanto, tiene que apoyarse en alguien externo”.

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Randy Main, presidente del Consejo del Cetedem y director de Operaciones de Hershey México, también justifica la existencia de una institución que los apoye externamente; más aún cuando fábricas como la de Lucent Technologies, SCI Systems y Kodak están creciendo a tal ritmo que no -pueden capacitar a toda la gente que contratan.

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Con un promedio de 70 personas reclutadas a la semana, Sánchez, de Kodak, le concede la razón: “Si hiciéramos internamente todo el esfuerzo de capacitación, se desviarían muchos recursos que, una vez contratado el personal, no tendríamos en qué utilizarlos. Además, eso nos distraería de nuestra misión principal, que es la manufactura”.

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NO ES UNA UNIVERSIDAD
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Como secretario del Consejo Directivo del centro, Sánchez quiere dejar claro que éste no pretende competir con las instituciones educativas que operan en la región. “Cetedem no es una universidad ni una escuela técnica; es una preorientación hacia el trabajo industrial”, define.

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“Aunque se supone que los cursos van dirigidos hacia todos los niveles –abunda Torres por su parte–, en este momento, por la misma demanda y por vocación del centro, nuestra principal orientación es hacia los operativos, sean estos de reciente incorporación a la empresa, o tengan tiempo colaborando en ella.” En ese tenor, los programas de capacitación giran alrededor de tres grandes temas: calidad, productividad y mejora continua.

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Sin embargo, dado que las necesidades de capacitación de las compañías son distintas, la institución no ofrece soluciones de educación genéricas ni de amplio espectro, sino alineadas a los propósitos y metas de cada organización. Así se cree lógico que “la propia empresa sea la que decida qué es lo que necesita”, señala Torres.

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Para tener esa flexibilidad y oportunidad, el centro no opera con una planta fija de capacitadores sino con un registro de instructores (20) y diseñadores de cursos (seis) que están disponibles en el momento en que son requeridos.

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A diferencia de la capacitación convencional, que maneja programas muy largos y cuya aplicación al trabajo es remota y poco controlada, en Cetedem los ciclos de aprendizaje-actuación-resultados son cortos. De ese modo, asegura su director, se obtienen resultados inmediatos y medibles en el trabajo, además de una pronta recuperación de la inversión realizada.

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Sin embargo, el vicepresidente de Kodak advierte que gran parte de los resultados dependen del cliente.

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“A nosotros nos ha ido bien y demostramos que con este trabajo podemos lograr éxito. Pero lo que hicimos en primer lugar fue decirles qué queríamos, cómo y en qué tiempo; luego desarrollaron el programa; se entrenó a los -capacitadores con la supervisión de algunos de nuestros ingenieros, y finalmente mandamos a nuestro personal a los cursos”.

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La invitación para asociarse al Cetedem está abierta a cualquier compañía de la región. “No hicimos este centro nada más para nosotros; es para todas las industrias del estado que tengan la necesidad de entrenar y desarrollar a su gente”, indica su presidente.

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El centro maneja varios niveles de asociación, según el número de empleados que tenga la organización y la categoría de membresía que desee obtener. Aunque para los socios hay prioridad en la prestación de los servicios y descuentos conforme a su categoría de afiliación, cualquier compañía puede solicitar los servicios, tal como lo hecho la firma de productos químicos Rohm and Haas.

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Al finalizar el año, y después de siete meses de haber iniciado los cursos, Torres estima que se han atendido a 400 personas, lo que -equivaldría a 6,000 horas de instrucción. “Todavía sería enano, porque el total de la demanda de capacitación de las empresas socias es de 40,000 horas al año.”

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Aun cuando Main confiesa que el consejo que preside llegó a tener en un momento sus dudas sobre el avance del centro, ahora considera que, para ser el arranque, va a buen ritmo. Sin embargo, no deja de ver que, para que el proyecto sea autofinanciable, necesitan vender mejor el concepto y atraer más participantes. ¿Cómo? “Hablando de las experiencias exitosas que las empresas fundadoras hemos tenido.”

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Como socio más demandante de los servicios, en Kodak tienen algunas historias de éxito que contar. Aun así, Sánchez coincide en que el reto es involucrar a más empresas. “Si no tenemos el apoyo de la industria de Jalisco, el centro pudiera fracasar, lo que sería bastante triste porque una oportunidad así no se dará muy a menudo”, advierte.

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Siempre y cuando se disponga de los recursos necesarios, Torres se muestra más optimista sobre el devenir del Cetedem. Lo que contempla a futuro es que el centro ofrezca programas tecnológicos, así como su ramificación en una serie de instalaciones localizadas cerca de las pequeñas y medianas industrias. Aun más, no descarta la posibilidad de integrar al concepto a los sectores comercial y de servicios, toda vez que, en su opinión, carecen de iniciativas sistemáticas de capacitación. Habrá que verlo; de lo contrario el centro pasará a formar parte de esa enorme lista de buenos propósitos.

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