La unión entre las economías líderes de América Latina, México y Brasil está lejos de ser realidad. En octubre, durante una reunión con empresarios de ambos países, la embajadora mexicana Cecilia Soto dijo que “hay consenso en varios sectores para alcanzar un acuerdo de libre comercio con México”. Pero las dificultades de las empresas para operar de uno a otro país hacen ver lejano ese objetivo.
- En Brasil operan un puñado de empresas mexicanas: Posadas, Carso, CIE, Cemex, Bimbo, Alsea y Femsa. Mientras que en los últimos 10 años la inversión de la nación amazónica aquí apenas llega a 127 mdd y menos de 1% de las empresas extranjeras en México tiene capital brasileño, según la Secretaría de Economía. El año pasado, México exportó a Brasil alrededor de 500 millones de dólares, pero importó productos brasileños por más de 4,500 millones de dólares.
- Además de las barreras idiomáticas, los obstáculos que las compañías de uno y otro país tienen que vencer son casi las mismas: corrupción, exceso de trámites y ambigüedad en las leyes. Por ejemplo, en el caso de Brasil, las leyes dificultan la repatriación de utilidades. “No es tarea fácil sacar el dinero una vez que se hizo una inversión”, comenta Federico González Compeán, director de CIE Internacional.
- El complicado sistema fiscal de Brasil implica una “enorme carga impositiva” y un sistema de fiscalización “que provocan corrupción”, afirma Ernesto Silva, presidente y director general de Femsa Coca-Cola, división Mercosur. Aún así debe correrse el riesgo.
- A la empresa le tomó dos años y medio lograr reconocimiento en Brasil, pero hoy, es para la compañía el segundo mercado en importancia (después de México).
- En el pasado, la protección de ambas naciones a sectores como calzado, automotriz y alimentos, hizo imposible el TLC México-Mercosur. Hoy, señala Carlos Lima, presidente de la consultora brasileña Integration, para consolidar la economía de América Latina, los dos países más fuertes de la región deben unir fuerzas antes que los demás.