Helicópteros, un lujo volátil
Poseer un helicóptero es, en el mundo de los negocios, sinónimo de éxito. Sin embargo, las cifras indican que los empresarios mexicanos han sido conservadores ante la idea de ser propietarios de una aeronave de ese tipo.
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Según la edición 2000 de la publicación estadounidense Rotor Roster –especializada en este sector–, en México vuelan 414 helicópteros, de los cuales 246 (60%) son propiedad gubernamental. Los restantes 168 pertenecen a agencias dedicadas a prestar el servicio de renta y, en menor proporción, a los hombres de negocios y las empresas.
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Un dato más preciso, el que dan las compañías que comercializan helicópteros en el país, señala que apenas 75 de 600 unidades registradas en la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) son empresariales, lo que representa 12.5% de la flota total.
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Esto es sólo visto como una foto del sector, y conviene mirar además la “película”. Las estadísticas dan ánimo a una industria tan reciente en México como la aeronáutica y parecen indicar que el empresario está descubriendo sus beneficios.
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Con todo y la crisis económica de 1995, la cantidad de helicópteros empresariales ha crecido casi ocho veces desde principios de los años 90, cuando había menos de 10 aeronaves.
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Hace cinco años, las empresas comercializadoras que dominan 95% de este mercado tuvieron que frenar los proyectos iniciados desde 1992 para atraer a la iniciativa privada. Las ventas de Servicios Aéreos del Centro (SACSA) –representante nacional de la fabricante estadounidense Bell–, y las de la franco-alemana Eurocopter se desplomaron: en medio de la tormenta económica no hubo ni un empresario interesado en comprarles.
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El director de SACSA, Alfredo Miguel Afif, recuerda que 1995 fue una tragedia para el desarrollo del mercado privado, ya que les regresaron equipos “y cobrar fue un problema”. De las 72 unidades vendidas por ambas compañías hasta el pasado año, 47 (65%) lo fueron antes de 1995.
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Lo cierto es que desde entonces, la recuperación del nicho ha sido lenta pero sostenida y las expectativas de un crecimiento mayor son altas.
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Hay mercado
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Los directores comerciales de SACSA y Eurocopter afirman que son mucho más de 75 las empresas que tienen capacidad económica para comprar un helicóptero o que están interesadas en adquirir uno, aunque reconocen que el mercado seguirá siendo elitista.
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Ellos calculan que hay al menos 100 compradores potenciales a la vista, a los que podrían atraer en los próximos cinco años, lo que traducido en dinero significan ventas por $200 millones de dólares, incluyendo los ingresos generados por servicios de mantenimiento.
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“Recientemente –dice Alexandre Ceccacci, director de ventas de Eurocopter–, más empresarios se interesan en tener un helicóptero. Pero no todos pueden pagarlo.”
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Los modelos más económicos de las empresas líderes, el Colibrí de Eurocopter y el Jet Ranger o el 407 de Bell, oscilan entre $800,000 y $1.2 millones de dólares, de acuerdo a los aditamentos instalados, además de los gastos e impuestos por importación que el comprador debe cubrir.
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Ese es un factor por el que los empresarios prefieren pagar entre $19,000 y $39,000 pesos que cuesta la renta por hora.
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“También hay quienes no quieren invertir en un helicóptero cuando piensan que no lo van a utilizar 100%. Buscan el máximo rendimiento a cualquier activo”, opina Miguel de SACSA, que desde 1993 vende las naves Bell en México.
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Generalmente, el empresario que adquiere un helicóptero lo da de alta como taxi aéreo ante la DGAC –dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT)– y a nombre de la empresa.
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Por ley, los empresarios deben tramitar la licencia de taxi aéreo a través de las compañías dedicadas a la aviación. Una vez otorgada la licencia, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reconoce el helicóptero como un activo y el particular puede deducir impuestos, gozar de una retribución económica con el permiso que le da la SCT para rentarlo, y así mantener la unidad en buenas condiciones durante el tiempo que no la ocupa, ya que podría sufrir desperfectos si está detenida más de una semana.
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Según Rotor Roster, sólo 20 aeronaves están registradas por personas físicas. En estos casos no se pueden deducir impuestos, porque la SHCP considera un lujo el uso personal de un helicóptero.
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Eficiencia y seguridad
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Uno de los empresarios más prósperos del norte del país –que prefiere el anonimato– comenta que adquirió un helicóptero porque así podría supervisar en un día sus negocios, ubicados en varios estados. “Sin problema –dice orgulloso– hago cuatro o cinco visitas, cosa que no podría hacer por carretera” en 24 horas.
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Otro hombre de negocios que vive en el Distrito Federal explica –también bajo la condición de no ser citado– que una de las motivaciones de su compra fue evitar el pesado tránsito de la ciudad: “de aquí a Toluca hago 20 minutos y dentro de la ciudad no más de 10 a donde vaya”.
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Reconoce que hay otra razón: “A diferencia de cuando me transporto en jet o avión comercial, el helicóptero me lleva de mi oficina al punto donde quiero llegar, y así reduzco al máximo las posibilidades de un secuestro.”
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“El primer objetivo de un helicóptero privado es que sea una herramienta de trabajo que facilite a los empresarios hacer negocios. En ese sentido, representa un elemento que coadyuva al desarrollo económico de la nación”, remarca Miguel Afif.
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Cuenta el director de SACSA que entre sus clientes está una empresa textil estadounidense que produce en México millones de pantalones de mezclilla. “Sus técnicos y clientes llegan un lunes a Toluca provenientes Estados Unidos. Toman los dos helicópteros que nos compraron para ir a sus plantas en Tlaxcala y Tehuacán, Puebla. El viernes regresan a Toluca en sólo 30 minutos y parten de nuevo a su país.”
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Miguel cree que es un mito la idea de que los empresarios compran aeronaves para irse a vacacionar o de compras: “Habrá quien lo haga, pero en una medida muy reducida”.
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Entre quienes poseen uno o varios helicópteros están los empresarios Alfonso Romo, Carlos Slim, Francisco Garza Nieto, Tirso Erasmo de León; las televisoras Televisa y Televisión Azteca, los periódicos Esto y Novedades, Radio Centro Publicidad, la constructora Tribasa y la Fundación Mary Street Jenkins.
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Sumar clientes
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En 2001, Eurocopter y SACSA piensan arrancar con dos programas que buscan multiplicar la flotilla empresarial en un lustro.
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Sus proyectos son diferentes pero con intentos igualmente poderosos para hacer atractiva la compra.
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Hasta ahora, Eurocopter no contaba con un modelo que compitiera en un nicho económico. El más accesible era el Ecureuil, que cuesta alrededor de $1.5 millones de dólares.
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Aunque ya lo han presentado a nivel gobierno y la Policía Federal Preventiva ha adquirido los primeros cinco, el Colibrí (EC 120), con precio de un millón de dólares, será la apuesta de Eurocopter para captar la atención empresarial, que ya respondió encargando tres unidades.
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Con 17 años en México, antes con el nombre de Aerospatiale, Eurocopter tratará de sacarle jugo al Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, que de entrada ha borrado 23% de ad valorem (impuesto a la importación) que el comprador tenía que cargar aparte del costo del helicóptero.
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“Vamos a dedicar más tiempo a comunicarnos con la prensa para que se conozca que somos el único constructor representado en México, y Eurocopter el primer exportador de helicópteros a escala mundial. No somos filial, tenemos más responsabilidad porque tratamos directamente con la casa matriz”, declara Ceccacci.
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Con este programa, él y su equipo piensan colocar al menos 22 helicópteros en cinco años, un crecimiento de 100% que mejoraría el de 75% de sus ventas en el sector público durante 1999 y 2000.
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Por su lado, el proyecto de SACSA está dirigido a los empresarios que con frecuencia requieren transportarse en helicóptero, pero no quieren o no pueden comprar uno. El concepto del proyecto será el mismo que el de los tiempos compartidos de la industria hotelera: cuatro helicópteros serán adquiridos por SACSA con financiamiento y cada uno será fraccionado en tres para servicio ejecutivo.
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Cada fracción se venderá en $600,000 dólares a pagar en un plazo de siete años y los costos de mantenimiento se dividirán igualmente entre tres. El primer abono será de $100,000 dólares y luego el usuario tendrá que hacer pagos trimestrales menores.
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“Este programa lo ofrecemos de manera informal, pero en el primer trimestre de 2001 lo lanzaremos fuerte”, dice Miguel.
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La intención del paquete es abrir el abanico de posibilidades para comprar una aeronave y acercar al mercado a nuevos empresarios.
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Si todo evoluciona como lo planeado, los tiempos compartidos estarían consolidados hacia 2002, con un mayor número de helicópteros fraccionados, y las ventas podrían crecer hasta 50%, lo que representa unos 25 helicópteros.
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Con ambos planes, las estimaciones apuntan a que en 2005 la flota empresarial aumentaría a 66%, alrededor de 125 helicópteros.
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“La única manera de atraer a los empresarios –admite Miguel– es darles condiciones a su alcance, que no sean tan onerosas”, aunque sigue pensando que “venderles un helicóptero no es nada fácil”.
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Aparecen modelos más económicos, pero no cualquier presupuesto empresarial o personal resiste el costo de un millón de dólares de un aparato. Además, si se quieren hacer cuentas completas, no deben olvidarse el mantenimiento, el combustible, el piloto y el helipuerto… al menos.
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