La historia de Robin Hood

La leyenda de Robin Hood está incompleta. Podemos suponer que murió tranquilamente en su cama, rodeado de fervientes seguidores y que en su honor se hicieron sentidos homenajes oficiales. Dejó la vida azarosa de asaltante en los bosques cuando un astuto gobernante le propuso asociarse para hacer realidad el sueño de quitarle a los ricos para darle a los pobres.

- - La hora de las instituciones, se le llamó.

- - "¿Para qué pelear, mi admirado justiciero –le habría dicho el avisado recaudador de impuestos–; tu causa ya nos convenció, la haremos institución y gobierno. Yo reúno tributos, el dinero te lo doy a ti y a tus seguidores y ustedes lo hacen llegar a los más necesitados."

- - Y así fue. Llegó el panadero, por ejemplo, y persuadió a Robin Hood de que con el dinero recaudado podía subsidiarse la harina con la que amasaba, y de esa forma él y sus amigos del gremio le darían alimento barato a los pobres. De la misma forma, llegó el médico y convenció a Robin Hood de que era mala idea repartir los recursos sin ton ni son –"se lo pueden gastar en la cantina o en otros horribles vicios", explicó–, y que era mejor emplearlo para hacer hospitales y pagar a él y a otros médicos sus honorarios. Ellos se encargarían de curar a los menesterosos ¡gratis! Igualmente el maestro, quien pidió fondos para sí y para hacer escuelas, con la promesa de que educarían a los desheredados sin cobrarles. Y el constructor de casas y hasta el estudioso que, en un alarde de elocuencia, convenció al héroe justiciero de que él merecía parte del dinero recaudado para investigar las causas de la pobreza y proponer remedios visionarios...

- - Así Robin Hood se hizo corporativo, se institucionalizó. Nació el gobierno del bienestar, encargado de cuidar a todos, especialmente a los pobres, desde la cuna hasta la sepultura.

- - Todo ese esquema de reparto es conocido por los economistas como subsidio a la oferta. Los desamparados obtuvieron un lugar más que destacado –el primero– en los discursos oficiales. Con el tiempo, el pan barato, del panadero que administraba la harina subsidiada, se volvió duro y escaso. Los médicos atendían mal y poco, a la carrera, a los pacientes pobres… cuando los atendían. Las medicinas gratuitas escasearon. Las escuelas no daban un mejor servicio; los maestros faltaban con frecuencia y las huelgas menudeaban con la consigna de pedir más dinero público para la educación sin costo de los pobres.

- - Pero no había forma de quejarse: ¿cómo protestar si todo esto, de acuerdo a los ideales justicieros de Robin Hood, era "gratis"?

- - Los pobres sufrieron una nueva expropiación. Ahora, no eran ellos los necesitados, sino los múltiples mediadores que gestionaban más y más recursos en su nombre. Los indigentes no protestaban en las calles, para eso estaban sus "representantes". Era un mundo feliz... para los intermediarios.

- - Dejemos la leyenda. A ver, ¿qué ganan éstos con que los pobres reciban directamente los recursos, a través de un giro telegráfico?, ¿en dónde está el negocio de los Robin Hood corporativos si cinco millones de las familias más necesitadas de México van a recibir $108 pesos mensuales así, tal cual, sin intercesores, y se los van a gastar en lo que les plazca?

- - ¿Dónde está el provecho para los intermediarios de los pobres?, ¿qué hará el sindicato de burócratas?, ¿y el de "trabajadores" de la salud?, ¿y el sindicato de maestros?

- - Por eso abortan toda reforma que signifique darle a los "favorecidos" nominales el beneficio, sin su concurso y con libertad de elegir. ¿Qué tal un bono educativo y que cada cual elija la escuela de su preferencia, pública o privada, porque el bono será un cheque de dinero público etiquetado para educación?, ¿o un bono se servicios de salud?

- - Este esquema de reparto es conocido como subsidio a la demanda.

- -

Pues sí, hacen bien en protestar los herederos corporativos de Robin Hood. Así no es negocio.

-