La imagen de la reconversión
Hace ocho meses Luis Calzada no entendía que el Digital Video Disc (DVD, como se le conoce comúnmente) podría revolucionar su compañía de distribución de películas. "Pensaba que era algo que me estaba quitando mi negocio", confiesa. Ahora su empresa, Quality Films –que en el pasado apostaba por la renta de filmes en video VHS–, se alista con el fin de alcanzar a finales de este año un catálogo de al menos 80 títulos en DVD para el mercado de venta directa, e incluso tiene planes de exportación a centro y Sudamérica.
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Calzada no fue el único a quien sorprendió la llegada del DVD. Luego de la lucha por imponer los videocasetes de formato VHS en lugar de los Beta a mediados de los años 80, y de los fracasos de soportes para películas como el laser disc, empresarios y consumidores eran escépticos ante cualquier innovación tecnológica del cine en casa.
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"Los distribuidores de filmes no creían en el DVD –afirma Abelardo Conde, vicepresidente comercial de Blockbuster–. Pensaban que no les iba a afectar. Hoy se dan cuenta de las ventas que están perdiendo y se sienten preocupados por iniciarse en este nuevo formato. Tendrán que convertirse, porque el DVD demostró que es una tecnología que llegó para quedarse."
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Hoy, la industria nacional dedicada al entretenimiento en casa enfrenta una carrera contra reloj para ponerse al día con los requerimientos de una demanda explosiva de aparatos reproductores y películas en DVD. La coyuntura representa nuevas oportunidades de negocio, pero también serias dificultades.
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El problema –explica Francisco Guerra, director de la Motion Picture Association (MPA)– es que no todas las empresas están preparadas ni tecnológica ni financieramente para enfrentar el reto de la reconversión y, al mismo tiempo, atender la demanda que aún existe por videocasetes y reproductores VHS.
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Fernando Alba, subgerente de Visual Entertainment de Sony, narra que cuando el DVD se introdujo en México en 1999 se vendieron 33,000 reproductores para este formato y existían 750,000 videocaseteras. Para finales de 2002, estima, la cantidad de aparatos de DVD llegará a 600,000, en tanto que las videocaseteras habrán crecido a un millón.
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De acuerdo con César Pérez Puebla, director de la Asociación Mexicana de Video (AMV), la renta y venta de películas genera ingresos a la industria del home entertainment por más de $80 millones de dólares al año, aunque el valor total del mercado nacional asciende aproximadamente a $160 millones de dólares si se contabilizan la importación paralela y las cintas pirata.
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El mercado tiene dos grandes vertientes: el de renta, destinado a un público masivo de estrato económico medio y bajo, y el de venta, enfocado a capas sociales medias a altas y a coleccionistas. Con la entrada del DVD, la estructura se modificó. Los distribuidores prefieren colocar sus productos para la venta directa y en menor medida para la renta, en tanto se generaliza el uso de reproductores de DVD en los hogares.
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Al año, se rentan en el país 1’439,000 películas en formato VHS, a través de los 1,705 videoclubes afiliados a la AMV (la gran mayoría del mercado). Sin embargo, el DVD poco a poco gana terreno.
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Conde, de Blockbuster, asegura que para enero de 2002 el DVD llegó a 38% del total de sus rentas. Actualmente, los títulos en este formato ocupan 25% del espacio de anaquel en las 230 tiendas, y para finales de 2004 esperan que domine 80% de su oferta para renta, pues la presencia de reproductores para disco digital en las casas pasaría de 2% actual a 40%, según sus cálculos.
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Aunque distribuidores de cintas, analistas y fabricantes coinciden en que el DVD no matará al formato VHS, estiman que lo desplazará del mercado. Los pronósticos para que esto ocurra van de dos a 10 años.
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La rapidez del proceso dependerá de las condiciones económicas del país (porque si aumenta el poder adquisitivo la gente puede sustituir su VHS por DVD), de la paridad del peso frente al dólar (porque la tecnología DVD es importada y una devaluación la encarecería), así como de la capacidad de los proveedores de filmes de aumentar la oferta de títulos en disco digital, hoy todavía limitada.
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Además, la cantidad de material disponible en VHS –no sólo de películas sino de grabaciones familiares (bodas, vacaciones, etcétera)–, hará que mucha gente trate de conservar sus videocaseteras durante el mayor tiempo posible. Incluso, considera Alba, el Mundial de Futbol de 2002 incidirá en un incremento en las ventas de videocaseteras, pues por los horarios de los partidos (todos en la madrugada), la gente preferirá grabarlos para verlos más tarde, cosa que hasta hoy no puede hacer un DVD en México.
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El precio de la evolución
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Cuando en 1999 Carlos Sánchez, director de Macondo Cine Video, advirtió la entrada a México del DVD, de inmediato hizo cálculos para transferir su catálogo de más de 1,200 títulos de cine ruso, europeo y latinoamericano al nuevo formato. El precio de la transferencia le asustó: producir cada disco le costaría, en promedio, $80 dólares, sin contar otros gastos asociados a la distribución y lanzamiento de cada título.
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Pero los costos bajaron abruptamente y parecen más razonables. Producir cada unidad de DVD puede costar entre $7 y $9 dólares, aunque no incluye costos adicionales como mercadotecnia, transporte e inventarios. En enero, Macondo se lanzó a competir en el mercado de venta de DVD con la cinta Buena Vista Social Club. ¿Qué cambió en sólo dos años? El desarrollo de la industria alrededor de la nueva tecnología.
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A diferencia del videocasete VHS que, además del filme, contiene avances de otras películas y, en su caso, el subtitulaje al idioma local, el DVD suele incluir menúes con datos sobre el director y el reparto, subtítulos y doblaje a varios idiomas, opciones de audio con diversas especificaciones, un índice de secuencias que se pueden seleccionar sin necesidad de regresar o adelantar una cinta y otros valores agregados como comentarios del director, entrevistas y reportajes detrás de cámaras.
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La elaboración de estos menúes –o autorías, como se les llama técnicamente– constituye uno de los nuevos giros de negocio que el DVD trae consigo. Para los distribuidores independientes representa hasta 10% del costo de producción de un nuevo título pero, en la medida en que el número de copias aumenta, el costo puede diluirse.
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Una vez lista la autoría, se manda a hacer un máster (una matriz de vidrio o cristal) del que se obtendrá el resto de las copias. Al menos cinco compañías –Sony, Sonopress, Technicolor, Panasonic y Sinram– cuentan con la tecnología para duplicar DVD; algunas de ellas mantienen aún líneas de producción de videocasetes. Algo semejante ocurre con los fabricantes de estuches y portadillas, que ya se adaptaron a producir sus insumos para el nuevo formato.
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Pese a que no existen cifras sobre qué proporción de la oferta de DVD se produce en México, Pérez Puebla estima que aún es bajo. Los grandes estudios como Disney, Warner, Columbia, 20th Century Fox y CIC Universal, importan los discos terminados desde Estados Unidos para la distribución en América Latina. Estas firmas representan de 80 a 85% de los más de 1,200 títulos que se venden en el territorio nacional. Los independientes manejan 10% de la oferta con cintas mexicanas, de arte y cine no hollywoodense, en tanto que los filmes para adultos (pornográficos) apenas cubren 5%.
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Calzada considera que la mayoría de sus proveedores podrán dar el salto y ajustarse a los requerimientos del DVD. Quizá los que tengan más problemas, dice, sean las compañías duplica- doras de video que poseen grandes cantidades de capital en videocaseteras "esclavas" y que requerirían enormes inversiones en tecnología para adquirir maquinaria y personal especializado en el duplicado de DVD. Aún así, les quedará un mercado, aunque más reducido, como el copiado de materiales didácticos para escuelas o capacitación en empresas.
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Por ahora –explica el entrevistado– hay muy pocos proveedores de insumos para DVD en el país, pero tendrán que surgir más en la medida en que aumente la demanda. "Se tiene que dar por las mismas necesidades del mercado."
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Convertirse o morir
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Las presiones ya empezaron. Blockbuster invirtió durante 2001 cuatro veces su presupuesto anual habitual de compra de películas en crear su área DVD. La empresa exige a los distribuidores de filmes entregar copias en formato VHS y DVD de todos sus nuevos títulos. "De no cumplir esta condición, en unos meses simplemente no se los vamos comprar", afirma Conde.
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Pero también hay factores que retardan el cambio de tecnología. Una de las ventajas del VHS sobre el DVD, comenta Sánchez, es que los resurtidos son más sencillos de cumplir, pues una copiadora de videocasetes puede atender pedidos desde 50, 100 o 250 copias, en tanto que para hacer rentable el copiado de disco digital los volúmenes tienen que ser superiores a 1,000 unidades, por lo cual los proveedores deben aumentar sus inventarios y por ende sus costos.
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No es el único gasto que crece. Al tener que producir en paralelo ambos sistemas, los distribuidores duplican su inversión en mercadotecnia, inventarios, publicidad, transporte e insumos, pues cada formato tiene sus especificaciones y va dirigido a diferentes mercados. Los derechos que un distribuidor paga para explotar una película pueden ser mayores si se incluye la distribución en DVD. Calzada calcula que sus costos crecieron 35%, a pesar de que el disco puede ser más barato por unidad que el videocasete.
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Por ahora, el precio de venta al público de un título en DVD va de $250 a $400 pesos. Según Sánchez, los precios de cada disco tenderán a estabilizarse hacia finales de 2002 o mediados de 2003 en el precio equivalente de un videocasete actual, entre $120 y $180 pesos, de acuerdo con la producción y la demanda. Con esto, los distribuidores de películas se verán obligados a colocar en el mercado mayores volúmenes para no afectar su utilidad.
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Con el cambio tecnológico, los márgenes de ganancia de casi toda la industria bajaron. Alba, de Sony, comenta que en los últimos dos años se dio una rápida erosión de precios tanto de videocaseteras como de reproductoras de DVD. La razón "no es la competencia entre fabricantes, sino la globalización que genera volúmenes de producción más grandes y reduce los costos. Eso hace cinco o seis años era casi impensable."
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Importación paralela: el enemigo a vencer
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Más allá de las preocupaciones de la reconversión, fabricantes y distribuidores enfrentan otro obstáculo: la protección del mercado nacional del DVD. La división del mundo en siete regiones y el lento desarrollo de la oferta de títulos y aparatos en México (región 4), propició que tiendas departamentales, especializadas y videoclubes independientes importaran películas de Estados Unidos (región 1) y otros países para satisfacer la demanda de filmes no editados aquí.
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Durante los primeros meses de 2000, cadenas de audio musical como MixUp o Tower Records lucían en sus anaqueles dedicados a la venta de DVD nueve títulos de región 1 por cada disco de región 4. Algo semejante pasaba en los almacenes de electrodomésticos, donde se ofrecía mayor cantidad de reproductores de DVD región 1 que de 4.
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No es el caso de Sony. Como socios del estudio Columbia Tri Star, sólo fabrican reproductores región 4, a pesar de que Alba reconoce que "al consumidor mexicano no le gusta tener restricciones para el consumo".
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El problema es que las condiciones de competencia no son iguales. Los distribuidores nacionales están obligados a cumplir la norma establecida por la Dirección de Radio, Televisión y Cinematografía (de la Secretaría de Gobernación) para que se autorice la venta de sus filmes. Entre éstas, se exige que contenga subtítulos, doblaje e instrucciones en español, y también la asignación de una clasificación para determinar la edad del público al que se dirige cada título. "Los DVD importados no cumplen siempre con estas normas y por lo tanto no se deberían vender en el país", reclama Guerra.
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La vecindad con Estados Unidos, donde se ofrecen cerca de 50,000 títulos en DVD y el flujo de migrantes y turistas es continuo, hace que sea muy difícil controlar la importación paralela de reproductores y discos. A esto se agrega que, por los términos del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, cualquiera puede comprarlos libremente.
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La solución final podría llegar en los próximos meses si se reglamenta –como se espera en el sector– la prohibición de venta de DVD región 1 en tiendas, a menos que cumplan con los requisitos de la ley de cinematografía.
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"Sabemos –dice Pérez– que el problema no se acabará por completo, pero al menos tendremos un mercado más sano."
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