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Madres trabajadores. Sin recompensas

Pese a que el porcentaje de madres que trabajan fuera del hogar crece sostenidamente, las mujeres a?
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Habituadas a iniciar las actividades diarias antes que cualquier otro miembro de la familia, las madres trabajadoras están aportando cada vez más al ingreso familiar y nacional. Asimismo, a marcha forzada, están produciendo un sutil pero profundo cambio en la estructura de la tradicional familia mexicana, al reclamar tácita o explícitamente al sector masculino para que asuma nuevos roles en el hogar.

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"Hace unas décadas, maternidad era destino, mientras que para la mujer contemporánea es cada vez más una opción, una más de las que ofrece la vida, no la única", observa la socióloga Elena Tapia Fonllem, con 10 años de experiencia en asesoría y capacitación a mujeres trabajadoras a través del centro Mujeres en Acción Sindical (MAS), nacido a instancias del movimiento social que activaron los sismos de 1985.

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Ahora que México padece otro potente sismo, éste en las estructuras económicas, cuyos efectos en las finanzas familiares inevitablemente recaerán sobre las amas de casa, las mujeres refuerzan cada vez su participación en el aparato productivo del país.

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A pesar de las dificultades. La versatilidad de la mayoría de ellas -trabajan la mayor parte del día fuera del hogar, hacen el servicio doméstico y son madres y esposas- las convierte en un sector complejo para el análisis y escurridizo para las estadísticas. El último censo, de 1990, registra 9.3 millones de mujeres remuneradas por su trabajo, 70% en el sector servicios, 18% en las empresas manufactureras y 11% en actividades agropecuarias, pero no establece cuántas de ellas son madres.

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En todo caso, en el Distrito Federal, aparentemente los hogares conducidos por la madre van en aumento: en 1990, de cerca de tres millones, sólo uno de cada cuatro eran dirigidos por hombres y 41.9% del total estaban formados por madres solas con sus hijos. Es también en la capital donde se registraban los más altos porcentajes de mujeres separadas, divorciadas y viudas. La tendencia nacional es que las grandes ciudades, más que los poblados provincianos, sean las que cobijan mayor cantidad de mujeres que viven solas. Esto porque, según los analistas, en las zonas urbanas los promedios educativos son mejores que en los rurales, la población cuenta con más medios de información y es donde se encuentran los centros de trabajo que emplean a oficinistas y dependientes de los comercios, a empleadas domésticas y trabajadoras de la educación, actividades en las que se ocupan 54% de las mujeres que trabajan en México.

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Sin embargo, los problemas que enfrentan en el ámbito laboral son numerosos: 43% gana apenas entre uno y dos salarios mínimos; en el trabajo enfrentan agresiones sexuales e incumplimiento de sus derechos laborales e individuales; sus logros profesionales se ven limitados pues los trabajos están diseñados desde una óptica masculina; las mujeres les temen o no se interesan por los puestos de mando y hay falta de modelos femeninos de alto nivel.

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Pero a pesar de todo esto, según un estudio del Instituto Mexicano de Psiquiatría, trabajar les otorga una cierta independencia respecto del hombre, relaja la presión económica en el hogar, eleva su autoestima y les permite ampliar su círculo social al romper con el aislamiento que significa estar confinadas en la casa. La investigación comparó el estado emocional de dos grupos de madres, 108 dedicadas sólo al hogar contra 103 que además laboran como enfermeras.

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Si bien la decisión de estas últimas estuvo condicionada por la urgencia económica y por la autorización de "él", al trabajar lograron cierto poder, independencia y seguridad, señala el informe. Por otro lado, se encontró mayor tensión, depresión y somatización en las madres que sólo se dedican al hogar, debido a comportamientos violentos del cónyuge y a dificultades para comportarse como son, por temor a la crítica y a la ideología sobre la maternidad -la consideración de que ser madres es lo más importante-.

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"El vuelo de los padres". Fuera del apoyo que ellas mismas se dan, en muchos casos a través de organizaciones como MAS, y del que otorgan las leyes laborales -cuando éstas se cumplen-, es poco lo que las mujeres trabajadoras reciben a cambio de lo que aportan a la familia y al país.

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En México, y en toda Latinoamérica, los programas sociales destinados a mejorar su situación han fracasado, concluyen investigadoras de El Colegio de México en un trabajo dirigido a la IV Conferencia Mundial de la Mujer. Esto, porque se les dedica recursos insuficientes y por periodos muy cortos, y porque las estrategias se limitan a promover actividades tradicionales "femeninas", que no están precedidas por estudios de factibilidad ni tienen la capacitación y asistencia técnica suficiente.

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La más consistente de las políticas dirigidas a las mujer es el control de la natalidad, afirma Elena Tapia en su tesis "Maternidad y Trabajo". Allí explica cómo, mediante la exaltación del amor materno, en los años 20, sectores conservadores del país hicieron del 10 de mayo un día de contención de los intentos por ejercer, precisamente, una natalidad controlada, y un medio para inhibir los afanes liberadores de un grupo de "audaces" mujeres yucatecas que hablaban de educación sexual y de ejercer sus derechos en torno a la maternidad.

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"Esto muestra -dice la socióloga que la planeación familiar tiene una finalidad política y económica y no un sentido social, pues sólo se promovió cuando la sobrepoblación se convirtió en obstáculo para las políticas gubernamentales, y se rechazó cuanto fue iniciativa de las propias mujeres."

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Pero todo esto no es más que el entorno de un problema de dimensión mundial, que en realidad transcurre en la alcoba, y que ha llevado a The Population Council a lanzar la advertencia insólita de que la monogamia podría estar terminando y dejando su lugar a un nuevo modelo familiar". Además, prevé "enormes costos para las próximas generaciones" si no se logra involucrar a los hombres en sus responsabilidades con sus hijos, y terminar con lo que aparece como el "vuelo de los padres".

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El diagnóstico, también patrocinado por la Fundación Ford y el Programa de Estudios de Género de la UNAM, apoya sus vaticinios en un cuadro "familiar" para los mexicanos: madres que a la vez se hacen cargo del cuidado de los niños, sostienen la economía familiar, y padres que abandonan el hogar o gastan sus ingresos en cosas que en nada benefician a sus hijos. "El ideal del nuevo padre, plenamente integrado en los asuntos de sus hijos desde antes de que nazcan -continúa el estudio-, puede seguir apareciendo en los medios de comunicación occidentales, sin embargo, la realidad es que se están incrementando los casos de mujeres que conducen el hogar, y el abandono familiar".

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Si algo identifica a las madres del mundo es que, en la pareja, son las que toman en serio lo de "los niños ante todo", esto que la UNICEF considera debe ser "la nueva ética" de los padres y gobiernos del orbe.

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En México, la mayoría de las personas que se atienden en el área de salud mental del Instituto Nacional de Pediatría pertenecen a familias de bajo nivel social, dice la psicóloga Ana Lourdes Telles. Allí, "las costumbres arraigadas" no permiten a las madres dejar a los hijos para integrarse al trabajo remunerado, pero tampoco éstas han enseñado a los hombres a involucrarse emocionalmente con sus hijos, sino a desempeñar el papel de simples, y fríos proveedores.

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No ocurre lo mismo en los niveles medios, explica Telles, quien también trabaja en el sector privado, donde "yo diría que en todos los casos que atiendo la mamá trabaja". Agrega que esto, por sí mismo, no afecta a los niños, puesto que por lo regular se trata de trabajos de medio día, y con la condición de que el tiempo que dedican a sus niños sea tiempo de "calidad", no una simple presencia, lo cual también vale para el padre.

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¿Otro modelo familiar? En su análisis, The Council Population reconoce que en el mundo hay literatura suficiente que prueba que los niños que crecen en hogares conducidos sólo por las madres no tienen ninguna desventaja respecto de quienes lo hacen al lado de ambos padres. Sin embargo, no cree que el sobreesfuerzo que deben hacer las madres para sostener esta situación y la baja o nula responsabilidad del padre, carezca de efectos. "Hay la urgencia de entender cómo estos cambios (...) están impactando a los niños, a las madres y a los propios hombres ", señala.

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Añade que "si nos estamos moviendo hacia un nuevo tipo de estructura familiar en la serie de la monogamia, en la cual el hombre toma las responsabilidades de los niños con los que vive, entonces hay que ser capaces de incorporar esta nueva forma en los programas y en las políticas de salud, educación y salud reproductiva". Hasta ahora, todo ello se ha enfocado a la madre y, con frecuencia, no se hace un esfuerzo por atraer a los padres."

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El estudio señala asimismo que la estructura familiar es una cuestión cultural: el rol del padre es distinto en cada sociedad, y al interior de ésta, "los cambios dramáticos" tienen una influencia tanto cultural como económica y tal vez pueden estar condicionados por los medios de comunicación o por la situación económica. Por esto, concluye, "necesitamos más información de los países en desarrollo acerca de los factores que pueden prevenir que los padres abandonen el hogar".

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En el caso mexicano, la prolongada crisis económica, con sus colapsos recurrentes, puede estar impulsando a seguir con los cambios, que mostrarán su verdadera dimensión en el futuro próximo, al sumarse a los ya existentes. Entre estos, el que las madres trabajadoras hayan logrado reducir su promedio de hijos (de 1.6 actualmente) respecto de las que no lo son (2.8), y el que 60% del total de los nacimientos ocurran ya fuera de la pareja establecida.

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Pero, ¿serán estos datos suficientes para que las madres que trabajan fuera del hogar sean consideradas a la par con los hombres o padres trabajadores?

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