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PRI: Rebatiña de herederos

La voluntad o la ambición no son suficientes para enderezar al tricolor. No hay manera de reunir re
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Deberían poner un letrero en el edificio principal del PRI que advierta a todos los que pasen por ahí: “No se deje sorprender, este partido no está en venta sino en litigio.”

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Lo malo del PRI es que murió intestado; dejó muchos bienes, pero también un montón de deudos que luchan por quedarse con el pastel. Si eso es lo único que los une –la contienda por el botín que día a día sufre mermas– no van a llegar muy lejos.

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Esa es la conclusión que obtengo, pobre de mí, de las informaciones que arrojó la última reunión de los priístas en un balneario del Estado de México. No se ponen de acuerdo, salvo en un punto: nadie se quiere separar del grupo y dejar el saqueo para los demás.

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Y es que la herencia del PRI es impresionante. Una veintena de gobiernos estatales, centenares de gobiernos municipales y las bancadas más abundantes en las dos cámaras del Congreso federal. En términos cínicos, eso es mucho dinero (prerrogativas del Instituto Federal Electoral, además de presupuestos públicos) lo que significa que es mucho poder, o viceversa.

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No se necesita ser especialmente agudo para detectar que, sin el factor aglutinante que significaba el primer priísta del país (léase “el señor Presidente de la República”), el cemento que mantiene unidos –y enfrentados– a los distinguidos miembros del partido es ese patrimonio nada despreciable. Antes, el dueño se daba por descontado. Pero ahora ¿quién ocupará su lugar? y ¿por qué?

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Ya se sabe cómo son estos asuntos de los ricos intestados: pleitos judiciales interminables en los que se enriquecen los abogados, mientras los bienes en disputa van perdiendo valor. ¿Quién “compra” 10 hectáreas en la mejor zona residencial del país si se trata de un terreno en contienda entre docenas de presuntos sucesores?

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En el caso del PRI el deterioro de la herencia es veloz e inocultable. ¡Alguien detenga esta masacre!

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Para seguir con el símil, ¿por qué no formar “lotes” con el legado y sortearlos entre los aspirantes? Una vez efectuada la rifa, que cada cual se rasque con sus propias uñas. Si ello no se hace es porque la fortuna pierde atractivo si se fragmenta y además los legatarios forman legión. Por eso Dulce María Sauri, albacea nombrada in extremis, se hace cruces sobre el peligro de la “balcanización” del PRI, que no es otra cosa que la división del pastel.

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La voluntad o la ambición no son suficientes para enderezar al tricolor. No hay manera de reunir retazos ideológicos contradictorios. Parece más fácil armar el rompecabezas del genoma humano (26,588 o 31,000 genes, según la versión que se prefiera) y detectar los que son clave, desechar los falsos (pseudogenes), averiguar para qué sirven los redundantes, aislar los que causan enfermedades y degeneraciones...

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Por lo pronto, se puede vaticinar que mientras siga el pleito –y seguirá, impulsado por el motor de la codicia– el botín irá p0erdiendo valor. También es previsible que, tras los escarceos iniciales, algunos gobernadores pragmáticos opten por cuidar lo que ya tienen, en lugar de emprender arriesgadas aventuras, lo que prohijará cacicazgos regionales de todos tamaños y sabores, negociados día a día (pan o palo) con el Poder Ejecutivo federal.

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Un último consejo, como dicen en los fraccionamientos residenciales: “No compre riesgos. Estos terrenos no tienen dueño y el uso del suelo es unifamiliar; no se permiten oficinas ni comercios.” Usted dirá.

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