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Toshiba. Los viejos amigos japoneses

Desde hace 50 años, Toshiba tiene pasaporte mexicano. Para sorpresa de muchos, hay más que computa
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

En los cuarteles generales de Toshiba, en Japón, cada año se realiza una fiesta: "Los amigos de México". La celebración es encabezada por los hombres más importantes de la firma. Entre otros, Taizo Nishimuro, director, y Tadashi Okamura, presidente y director ejecutivo (CEO). Durante la reunión, los asistentes recuerdan sus primeros encuentros con el idioma español, las comidas con chile, el tequila, etcétera.

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Las anécdotas, por sí solas, prolongarían la fiesta durante días. A mediados del siglo XX, Toshiba llegó a México a través de distribuidores. El paso de los años, asegura Carlos Canales, presidente y director general de Toshiba de México, ha consolidado una relación que trasciende el ámbito estrictamente empresarial: "Hay lazos comerciales, pero también culturales. Existe el interés por obtener un conocimiento cultural y social del mercado. Somos una verdadera transnacional."

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De la electricidad al mundo digital

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En México, Toshiba es el proveedor más importante de computadoras portátiles (laptops). Según investigaciones de Select-IDC, en dicho campo tecnológico la firma ostenta una participación de mercado de 42%. De hecho, para muchos usuarios locales la marca nipona es prácticamente un sinónimo de laptop . Sin embargo, cuando la empresa se estableció en el país, las computadoras eran un tema del que poco se hablaba. Un equipo portátil, en ese sentido, parecía un asunto cómico o de ciencia ficción.

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¿Cómo inició la aventura mexicana? Durante la década de los 50, Toshiba, a través de firmas distribuidoras (como Grupo Iusa), vendió equipos y tecnologías para plantas hidroeléctricas. El negocio de la energía prosperó y, para 1963, la organización abrió su primera oficina de representación. "En esa época, el cliente principal era la Comisión Federal de Electricidad. En el país se han construido más de 30 plantas hidroeléctricas; la mayoría se edificó durante las décadas de los 50 y 60", dice Canales.

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Para principios de los años 70, la presencia mexicana de Toshiba ya era más amplia. La compañía dejó de concentrar todos los recursos en el nicho eléctrico y empezó a diversificar sus operaciones locales. En 1969 nació Industria Mexicana Toshiba, una planta de manufactura de semiconductores, para aparatos electrónicos (televisores, principalmente). Durante esa época, las leyes mexicanas prohibían que una entidad extranjera fuera la propietaria absoluta de la fábrica, por tal motivo, el proyecto arrancó con la participación del Banco de Comercio.

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En 1986, la organización creó Toshiba Electromex, una fábrica de componentes para televisores, con sede en Ciudad Juárez, Chihuahua. Actualmente, según cifras del Sistema de Información Empresarial de México (SIEM), su rango de ventas brutas está por arriba de los $30,000 millones de pesos.

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Dos años después, en asociación con General Electric, surgió GE Toshiba Turbine Components de México: una planta, ubicada en el estado de Nuevo León, que construye sistemas para generadores hidroeléctricos. En términos de la propiedad del proyecto, la firma posee 34% de participación y General Electric 66%. Como en el caso de la fábrica de Chihuahua, la sede regia genera ventas brutas mayores a $30,000 millones de pesos.

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Hacia finales de los años 80, la corporación fundó Toshiba de México, oficina que se encargaría de distribuir y comercializar sistemas de cómputo: laptops, máquinas de escritorio y servidores de red. El área de informática, el año pasado, obtuvo ventas por $1,646 millones de pesos –un incremento de 33.1% con respecto a 1999–.

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Hoy, la nómina de la filial mexicana está conformada por más de 2,300 personas: 373 en el joint venture con General Electric; 1,971 en Toshiba Electromex, y 42 en Toshiba de México (según cifras del SIEM). Las operaciones locales se inscriben en un contexto que se caracteriza por la expansión hacia otros regiones: Toshiba (cuyo origen se remonta a 1875) tiene 190,000 empleados en todo el mundo, 300 subsidiarias consolidadas y su nivel de ventas anuales está en el rango de los $22,000 millones de dólares.

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Las buenas y las malas

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En sus años de presencia en México, la empresa –al parecer– tiene pocos motivos de queja. Ninguno, aseguran los directivos de Toshiba de México. Sin embargo, durante su estancia en territorio local, la organización ha enfrentado momentos difíciles. El que dejó la huella más profunda: el cierre de Industria Mexicana Toshiba.

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Dicha planta diseñaba semiconductores –tarjetas de memoria– para la industria de la televisión y el video. Al amparo de un mercado poco abierto a la competencia internacional –el México de los años 70 y 80–, la fábrica vendió sus productos a los ensambladores latinoamericanos (México y Argentina, principalmente). El negocio marchaba bien.

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La apertura comercial, iniciada con la entrada de México al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) se convirtió en un golpe mortal para la planta. Las fronteras mexicanas se abrieron y nuevos proveedores de semiconductores aparecieron en escena, como Motorola. Los rivales llegaron con armas poderosas: precios muy competitivos, oferta diversificada (semiconductores para celulares, equipos de cómputo, electrodomésticos, sistemas de comunicación, redes) y, sobre todo, tecnología más avanzada. "Los productos de Toshiba dejaron de ser atractivos. La tecnología se volvió obsoleta, ya que estaba muy enfocada hacia la industria de la televisión y el video", reconoce Canales, el primer ejecutivo no japonés que dirige las operaciones de la división de cómputo. Industria Mexicana Toshiba dejó de existir en 1990.

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La experiencia fue dolorosa. No obstante –aquilata Kazuharu Kaneda, vicepresidente de Toshiba de México–, el trance aportó una enseñanza valiosa: los mercados no son entes estáticos. El éxito de hoy no asegura el liderazgo del mañana. "La empresa se mueve en el ámbito de la alta tecnología. Y dicho sector evoluciona constantemente. Entre 1969 y 1990, el periodo de vida de esa planta, una industria creció, floreció y murió. El ejemplo es más que elocuente", apunta Kaneda.

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De acuerdo con los directivos de Toshiba de México, la desaparición de Industria Mexicana Toshiba es un asunto del pasado. Un capítulo amargo en las memorias mexicanas de la empresa. Un hecho excepcional, dicen, dentro de una historia que se distingue por los resultados alentadores. Al evaluar el presente y el futuro, los entrevistados sólo manifiestan optimismo; sobre todo, en lo que corresponde al área de sistemas de cómputo. "México es un país de inversión. Hay un mercado enorme, el cual todavía no se desarrolla a su máxima capacidad. Existen varios nichos que aún necesitan ser explotados", comenta Kaneda.

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A manera de ejemplo, Canales señala el actual entorno comercial: en todas las regiones del mundo, la desaceleración económica está causando estragos en los sectores productivos: ventas a la baja, recortes de personal, metas financieras no alcanzadas, etcétera. Kaneda y Canales no niegan la realidad: en términos empresariales, 2001 será recordado como uno de los años más complicados.

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No obstante, ambos aseguran que en México no se han frenado las oportunidades de negocio. Ni siquiera durante periodos económicos poco dinámicos. "En el sector de la alta tecnología, el país no está sufriendo graves problemas. Es cierto, el mercado está creciendo por debajo de las expectativas, pero lo hace. En cómputo móvil, Toshiba, para el año 2001, esperaba un incremento de 37%. Probablemente sólo se conseguirá 21%", apunta el director general de Toshiba de México.

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En el corporativo, este porcentaje no lanzará las campanas al vuelo, pero tampoco se interpretará como una señal de desastre. "¡Todavía creceremos 21%! ¿Cómo serán las cifras de Estados Unidos, Asia o Europa? Estarán muy por debajo de los resultados de México. Hay que considerar que este año no será el mejor. En 2000, Toshiba de México creció 46% en el ámbito del cómputo móvil", asegura Canales.

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"En otras filiales de Toshiba, seguramente quisieran estar como nosotros. México es un país para invertir, un espacio de oportunidades", añade Kaneda.

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Y en el sector de cómputo –al margen de que 2001 no será un periodo tan generoso– se han depositado muchas esperanzas. El liderazgo en la venta de laptops, establece la compañía, se fortalecerá por la tendencia hacia el acceso inalámbrico a internet. "La combinación de cómputo móvil y acceso a la Red será el rasgo característico del futuro. Y México no será la excepción. Además, el concepto de la movilidad ya está al alcance del sector de consumo masivo, no se restringe al espacio corporativo", dice Edgar González, director comercial de la división de sistemas de cómputo de Toshiba de México. La empresa impulsará otros productos de su oferta tecnológica: servidores de red, soluciones empaquetadas y software especializado.

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La compañía no observa señales de tormenta en el horizonte. Aunque no profundiza en detalles, Kaneda sostiene que las estructuras políticas y financieras de México sólo pueden alentar el optimismo. "El sistema cambió y el entorno se está armando muy bien. Ya no puede ocurrir una grave devaluación, como la que se presentó en los años 80. Desde un punto de vista empresarial, el mercado mexicano no produce desconfianza. Existen grandes oportunidades para crecer. Sólo hay un aspecto que no me gusta: el resto de los proveedores piensa lo mismo y ahora todos vienen a México para aprovechar las condiciones."

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Sin precisar montos, los ejecutivos aseguran que las inversiones de capital seguirán fluyendo hacia el país, que se está consolidando como el centro de desarrollo de las iniciativas de negocio de Toshiba para Latinoamérica.

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Después de medio siglo de permanencia en estas tierras, la compañía está dispuesta a añadir capítulos a la saga. A los "Amigos de México" no les faltará tema de conversación.

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