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10 mitos desmoronados

El economista en jefe del banco HSBC desmenuza cómo en 2007 el mundo actuaba de acuerdo con creencias que ahora son mitos.
lun 19 diciembre 2011 04:48 PM

Voy a retroceder en el tiempo y me referiré a las "10 creencias principales que defendíamos a capa y espada en 2007 y que resultaron estar completamente equivocadas".

1. El control de la inflación brinda prosperidad y estabilidad.

A fines de los 80, los responsables de los bancos centrales del mundo estaban encantados con la teoría del control de la inflación. Marcados por los excesos  inflacionarios de los años 70, la estabilidad de precios parecía un objetivo eminentemente deseable. Sin embargo, el objetivo único de una inflación baja también reveló una ignorancia notoria sobre los periodos anteriores de inestabilidad económica que no implicaron una inflación demasiado alta, al menos no de tipo convencional.

A fines de los 80, Japón tuvo una gigantesca burbuja financiera y sin embargo gozó de un tasa de inflación marcadamente inferior a la de otras naciones. Estados Unidos tuvo una inflación extraordinariamente baja en los años 20, pero, paradójicamente, la década terminó con el Crack de Wall Street.

2. Japón hizo las cosas mal, pero Occidente no va a caer en los mismos errores.

Como todo argumento que refleja superioridad nacional y cultural, éste es sumamente cuestionable. Supuestamente, los japoneses no hicieron bien las cosas. En especial, no relajaron su política monetaria o fiscal hasta que ya era demasiado tarde. Estados Unidos no iba a cometer el mismo error. Así, el colapso en el precio de las acciones en 2000 dio a Estados Unidos una dosis de su propia medicina monetaria. Las tasas de interés bajaron abruptamente en ese país porque la Reserva Federal intentaba evitar ‘otro Japón'. La política funcionó, pero únicamente para reforzar los precios de las viviendas, la deuda de los grupos familiares y el mercado de títulos respaldados por hipoteca.

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Actualmente, Estados Unidos se enfrenta a una situación que posiblemente sea peor que la de Japón. La economía se ha estancado, la aversión al riesgo crece día a día, se ha desplomado el rendimiento de los bonos del gobierno, reina el desapalancamiento y ha aumentado el desempleo a largo plazo.

3. Los gobiernos no entran en mora.

Todos sabían que las naciones emergentes entraban en mora de manera regular, pero que, de alguna manera, los gobiernos de los países desarrollados eran diferentes. Ciertamente nunca tratarían a sus acreedores con semejante desdén. Simplemente no era una actitud digna.

Sin embargo, los holdings transfronterizos de capital habían aumentado a niveles sin precedentes. Y, dentro de la eurozona, las naciones habían perdido la opción de imprimir dinero. Por lo tanto, ahora tenemos una situación en la cual, dentro de la eurozona, los deudores del sur deben dinero a los acreedores del norte y sin embargo, como consecuencia de la crisis financiera, no tienen demasiado sobrante de dinero como para pagar. Por lo tanto, no es de sorprender que el incumplimiento de pagos se haya convertido inesperadamente en una opción que antes parecía poco probable.

4. La globalización es buena para todos.

La idea era simple. A medida que las economías estuvieran cada  vez más integradas -a través de la apertura del comercio y de los flujos de capital-, los recursos se distribuirían de manera más eficiente, la economía global crecería cada vez más y todos tendrían la posibilidad de ser más ricos.

Ahora que las economías occidentales se han estancado, que los ingresos de los grupos familiares han caído y que se han reducido los ahorros de pensión, el argumento no parece tan atinado. Indudablemente, la economía global se ha vuelto más grande, pero se ha segmentado de manera inesperada. Después de todo, no todos resultan ganadores con la globalización.

5. Las acciones son buenas inversiones a largo plazo.

A principios del milenio quedó en evidencia que esta creencia no era correcta. Justo a fines de 1999, el FTSE 100 alcanzó los 7,000 puntos. Ahora parece que esto hubiera sucedido hace muchos años. Si bien han existido desde entonces grandes subidas ocasionales, las caídas han sido mucho más grandes. A pesar del extraordinario deterioro en las posiciones fiscales de los gobiernos de todo el mundo,  los inversionistas adversos al riesgo han preferido comprar bonos del Tesoro estadounidense, deuda pública de los estados y bonos del Tesoro del gobierno alemán  en vez de acciones.

6. El mundo emergente no puede desacoplarse.

Claro que sí puede hacerlo. Mientras que la actividad económica en el mundo occidental no es mayor a la que existía a fines de 2007, antes de que el mundo sufriera los efectos de la debacle económica con toda su fuerza, la actividad actual en los mercados emergentes es mucho más alta que ese año. El PIB de China, por ejemplo, es ahora aproximadamente 40% superior al de 2007.

7. Los mercados funcionan.

Algunos mercados funcionan, pero otros no. Los monopolios y los oligopolios no siempre pueden dividirse, pero cualquiera que se haya molestado en abrir un libro de economía sabe que no siempre los mercados brindan los mejores resultados para la sociedad en su conjunto.

8. Los mercados globales triunfan sobre los estados nacionales.

Ésta fue una extensión del libro de Francis Fukuyama El fin de la historia y el último hombre, la idea de que las democracias y los mercados liberales occidentales habían triunfado, allanando el camino para una nueva era de valores y creencias compartidos entre todos. Sin embargo, mientras andamos dando tumbos de una crisis a la otra, ha quedado en evidencia la tendencia al retorno al autointerés nacional, en particular en la eurozona.

9. Los precios de la vivienda siempre estarán en alza.

No es así. Este descubrimiento es el centro de los problemas que ahora abaten la actividad económica de Occidente a través de un proceso de desapalancamiento persistente.

10. Nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz.

Ésta es mi defensa de los economistas. Es verdad, nos equivocamos en muchas cosas. Mi profesión dista mucho de ser gloriosa. Pero si los cerebros de la Organización Europea para la Investigación Nuclear están en lo cierto y han logrado detectar una partícula más veloz que la luz, nuestras creencias fundamentales sobre el universo también pueden estar equivocadas. Si Einstein no logró entender correctamente el universo, esto simplemente demuestra que hasta el humano más inteligente es falible.

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