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Slim y 4 'estrellas' hacen taquillero al Auditorio Nacional

Es el teatro que vende más boletos en el mundo gracias a los consejos de estos hombres de negocios; el modelo de gestión, los artistas y el espíritu del mismo recinto, son la base de su éxito.
lun 17 noviembre 2014 06:00 AM
La máxima preocupación del Auditorio Nacional es atraer más jóvenes al recinto. (Foto: Jesús Almazán )
slim, taquillero, auditorio nacional (Foto: Jesús Almazán)

Quienes hacen del Auditorio Nacional el teatro que más boletos vende en el mundo no son productores ni directores ni cantantes. Son Carlos Slim, presidente de América Móvil; Roberto Hernández, presidente honorario de Banamex, Fernando Senderos, presidente de Grupo Kuo; Manuel Arango, fundador de Aurrerá; y el arquitecto Teodoro González de León.

“No ponen dinero ni reciben sueldo, simplemente son consejeros , lo cual permite que en el Auditorio se tomen decisiones siempre muy racionales”, dice el coordinador ejecutivo del teatro, Gerardo Estrada, a la edición del 10 de octubre de 2014 de la revista Expansión, cuya suscripción está disponible en el Kiosco Digital.

En 2013 el recinto se colocó a la cabeza de los centros de espectáculos del mundo de entre 5,000 y 10,000 espectadores que más boletos vendió, según el ranking de Pollstar, una publicación estadounidense especializada en el mercado mundial del espectáculo.

El tamaño del lugar, de 9,590 butacas, y un modelo de gestión centrado en la rentabilidad, con una programación popular en la que son habituales artistas como Juan Gabriel, Vicente Fernández y Emmanuel, son la base de su éxito.

Desde 2007, recibe más de un millón de visitantes anuales. En el ranking total, el Auditorio sólo es superado por otros dos centros de espectáculos que duplican su capacidad y que pertenecen a la categoría de Arenas, con más de 10,000 espectadores: The O2 de Londres y el Empire Polo Club de Indio, California.

Las juntas del Comité Técnico se celebran cuatro veces al año en una sala del Auditorio Nacional. Gerardo Estrada presenta un informe con los resultados y con las nuevas propuestas de espectáculos ante los cinco consejeros.

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Estos hombres de negocios –aunque Slim no suele acudir y envía a su sobrino Alfonso Salem, vicepresidente de IDEAL, la empresa de infraestructura de Grupo Carso- analizan en estas juntas los resultados trimestrales del teatro: gastos, ingresos, programación y objetivos.

“(Estrada) presenta su informe y luego vienen las preguntas de todo el mundo: ¿Y esto por qué? ¿Por qué bajaste los precios acá si todo el mundo los está subiendo? Lo hablamos todo”, cuenta Teodoro González de León, uno de los arquitectos, junto con Abraham Zabludovsky, que remodeló el recinto en 1991.

Estrada indica que el Auditorio Nacional es autosuficiente desde hace más de 20 años: “Es una inversión pública pero que se rige bajo un esquema privado. Eso nos permite una enorme flexibilidad para el manejo de los recursos y nos ha llevado al éxito económico”.

Modelo de gestión impecable

El modelo de gestión cambió a principios de los 90, con la renovación hecha al centro cultural construido en 1952. Hasta ese momento, el gobierno federal le daba un presupuesto anual al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), del que dependía el Auditorio, “y con eso, producía espectáculos o rentaba el espacio, pero bajo un esquema de control burocrático”, dice Estrada.

Luego, el Auditorio empezó a gestionarse a través de un fideicomiso constituido en Nacional Financiera, la banca de desarrollo, y presidido por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). También lo integran el Gobierno de la Ciudad de México y los cinco consejeros que representan al sector privado.

“La continuidad se la han dado los consejeros privados, porque los funcionarios cambian con la administración pública. Eso permite la posibilidad de hacer planes a largo plazo”, explica Estrada.

El Gobierno de la Ciudad de México y Nacional Financiera pusieron un capital inicial para cubrir los primeros meses de operación. No necesitó más financiamiento: el Auditorio vive desde entonces de sus propios recursos.

Desglosando la factura

El teatro apenas gasta dinero en producir espectáculos. “Sólo las transmisiones de la ópera del Metropolitan de Nueva York (...) y algún ballet”, dice el coordinador ejecutivo. Los productores son los promotores privados, que rentan la sala del Auditorio por una cifra que Estrada prefiere no revelar. El recinto también cobra de 10 a 12% de los ingresos sobre los boletos vendidos.

Los excedentes que logra se dividen en tres partes: un tercio es para el gobierno de la Ciudad de México, otro para el INBA, porque es el propietario del edificio, y el resto se reinvierte en la renovación y el mantenimiento del recinto.

“El Auditorio Nacional demuestra que, sin perder la tutela gubernamental, se puede hacer un buen producto de referencia internacional”, señala el coordinador de Investigaciones del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana y experto en la industria del entretenimiento, José Samuel Martínez.

“Al guiarse por la lógica del negocio los representantes del sector económico, acostumbrados a la gestión bajo la lógica de la ganancia, presentan una oferta que asegura el éxito”, añade el experto.

Atractivos para vender como pan caliente

1. Artistas populares. Enfocar sus espectáculos con artistas populares hace que las entradas se agoten en 40% de los eventos y que la mayoría de los conciertos venda cerca de 90% de las plazas.

“Todos son rentables. Lo importante es que haya variedad”, dice Romo. Por eso la programación incluye pop, rock, jazz, ópera, ballet, y mezcla artistas populares.

2. Teatro con identidad. Como el Royal Albert Hall de Londres, “es un teatro con una identidad muy fuerte. Esto le permite crear una relación cercana con los artistas, a quienes les gusta actuar en este foro”, dice el director de Programa de la Licenciatura en Comunicación y Medios Digitales del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe, Andrés Barradas.

3. El tacto con las redes sociales. Tiene más de 330,000 seguidores en Twitter , mientras que el Radio City Music Hall de Nueva York está debajo de 30,000. El teatro mexicano no deja sin contestar ningún mensaje en esta red social, dice el director de Desarrollo Corporativo del Auditorio y responsable de redes sociales, Francisco Serrano.

Los que le quieren robar terreno

Durante mucho tiempo, el teatro se benefició de la falta de otros lugares similares en México. “Hasta hace cinco años, el Auditorio Nacional no tenía competencia. Era el único foro cerrado de esa capacidad donde se podían hacer esas cosas”, dice Estrada.

Pero la competencia es cada vez más grande en el Distrito Federal. En 2012 abrieron el Arena Ciudad de México, con capacidad para 22,000 personas, el Auditorio BlackBerry, para 4,000, y el Pepsi Center, para 7,500. El Palacio de los Deportes y el Foro Sol, que duplican el aforo del Auditorio Nacional, también acogen conciertos con regularidad.

La desventaja: en el Auditorio Nacional no se permite el consumo de alcohol, lo que ahuyenta al público joven, que además demanda espacios de mayor capacidad, según Estrada.

El recinto de Reforma busca soluciones para afrontar estos dos retos: atraer a un público joven y competir contra los nuevos escenarios. Analiza las posibilidades de traer artistas que hasta el momento no ha sido posible y trabajar con productores más nuevos.

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