El dolor de asesinar en el poema viejo y enterrado de un soldado

¿Qué se sentirá matar a un hombre? James Lenihan, de Brooklyn, Nueva York, lo supo.
Él luchó en Europa durante la Segunda Guerra Mundial y mató a un soldado alemán durante una batalla en Holanda. Lo que sintió en ese momento lo plasmó en un poema.
Ayer le disparé a un hombre
Y para mi sorpresa,
Algo extraño me pasó
Empecé a llorar.
Así comienza El más inmundo asesinato, una obra que hace eco de la poesía sobre la guerra en la tradición de William Shakespeare y toma prestado su título de Hamlet.
Tan poderoso como el poema, la historia detrás de éste también es fascinante.
El sargento James Lenihan regresó a su casa después de la guerra, se casó, tuvo hijos e hizo carrera como vendedor en la industria empacadora de carne.
Si alguna vez escribió cualquier otro poema, su hijo Robert y su hija Joan, que aún viven en Brooklyn, Nueva York, no saben de ninguno.
De hecho, ninguno de ellos supo de este poema hasta la muerte de su padre. Lo encontraron cuando reacomodaban sus pertenencias.
Robert y Joan Lenihan encontraron dos páginas escritas a máquina, cada una con una copia del poema. No llevaban firma, pero Robert cree que el poema fue escrito por su padre y después fue mecanografiado por su madre para su conservación.
El poema describe una matanza en Holanda, donde Lenihan sirvió en la 104 División de Infantería que luchó contras las fuerzas alemanas.
Los versos retratan a un soldado muy molesto por quitar una vida.
Me arrodillé junto a él
Y tendió su mano
Le pedí perdón
¿Me entendió?
Incluso cuando él describe el tiroteo como un asesinato, Lenihan deja claro que no tenía elección.
Era la Guerra
Y él era el enemigo
Si yo no le disparaba
Él me habría disparado.
Robert Lenihan dijo que el poema es diferente a la figura paterna con la que creció: un hombre que podía ser un “cliente duro” de ser necesario, no alguien atormentado por un fugaz, aunque intenso, momento en un campo de batalla en Holanda.
"Apenas comprendo lo mucho que él sufrió en ese momento de su vida. Cuando era un niño, cuando me gritaba o algo, yo decía 'Bueno, está de mal humor mi papá'", dijo Lenihan.
Aunque sabe que el hecho que se describe en el poema fue hace más de 60 años, éste todavía es vigente y debe ser una lección para los soldados jóvenes que regresan a casa desde Irak o Afganistán, que no pueden enfrentar disturbios emocionales como éste.
"Ese sentimiento de pesar, les puede provocar dolor y traumatizar por lo que han hecho. Esto les demuestra que no están solos", señaló Lenihan.
Mientras Lenihan está obviamente orgulloso del poema de su padre, CNN envió una copia al profesor David Gewanter, de Universidad de Georgetown, quien ha publicado varios libros de poesía, incluyendo La guerra de las aves, publicado el año pasado.
Gewanter calificó al poema "brillante". En un correo electrónico a CNN, el profesor escribió que "es bueno, y su veracidad surge de la experiencia y algunas tradiciones literarias".
Robert Lenihan parecía sorprendido cuando se enteró de análisis de Gewanter sobre el poema aficionado de su padre.
"Estoy muy conmovido", dijo Lenihan. "Que un experto dé esa evaluación y que haga comparaciones tan importantes, estoy muy asombrado y muy conmovido".
El profesor de poesía dijo que el poema del sargento Lenihan le recuerda a una parte de la famosa obra de Shakespeare Enrique V.
Desde este día hasta el fin del mundo,
Sin que nosotros seamos recordados con él;
Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos, nosotros, una banda de hermanos.
Sin embargo, Gewanter dijo que quizá se parezca más a El hombre al que asesinó," una obra escrita por Thomas Hardy al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
En ese poema, Hardy sobre un soldado y el enemigo al que mató, que podrían haber compartido una copa o prestarse dinero y seguramente se habrían encontrado en cualquier otro lugar, pero se conocieron en un campo de batalla.
El poema del sargento Lenihan no termina con pláticas de dinero o de bebidas, sino con una escena oscura.
Ayer le disparé a un hombre
Y para sorpresa mía
Una parte de mí murió con él
Cuando la muerte vino a cerrar sus ojos.