La combinación del aeróbic y la fe: la nueva dieta para adelgazar

Dietas de aleluya. Cuerpo por Dios. Karate por Cristo. Aeróbicos al ritmo de gospel. Esto sí que es ejercitarse con fe.
Un DVD puesto a la venta recientemente, un coro de gospel con sus túnicas habituales practica aeróbic bajo las órdenes de Donna Richardson Joyner, la estrella estadounidense de este deporte.
Mientras se ejercitan, los miembros del coro levantan las manos para adorar a Dios. "¡Dénle algo de amor!", grita la instructora. "¡Háganle honores!".
DVDs religiosos como éste se han puesto a la venta, mientras que cada vez más iglesias disponen de espacios como gimnasios o grupos de vida saludable.
A principios de 2010, la presentadora de televisión Oprah Winfrey, calificada como la mujer más poderosa de Estados Unidos, recomendó en su programa el libro Mujeres, comida y Dios, describiéndolo como "profundo".
"Las personas quieren más de lo que actualmente obtienen", asegura Brad Bloom, editor de la revista Faith & Fitness (Fe y ejercicio). "Están cansados de ir a la iglesia, el show rutinario de los domingos. También están frustrados con el ejercicio. Necesitan algo de que puedan obtener una experiencia comprensiva". Esta búsqueda de significado ha vinculado la fe con la salud.
La instructora Joyner asegura que incluir a Dios en el ejercicio "no sólo requiere creérselo, sino la fuerza de voluntad para cambiar. Es una fuerza de voluntad de otro tipo", asegura, agregando que "es decir a tu fe: 'Hago esto porque mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo'. No es sólo bajar de peso para verse bien. El propósito va más allá".
Jill Remley vive cerca de Columbus, Ohio. Tuvo sobrepeso durante toda su vida y culpaba de ello a los genes de su familia obesa. Probó programas como Weight Watchers, Richard Simons y Jenny Craig; lo intentó con la dieta prescrita para personas con diabetes, tomó batidos de Slim Fast y las pastillas para adelgazar que anuncian las revistas. Incluso, dejó de comer.
"Yo hacía cualquier tipo de dieta, pero eso no arregló mi problema. Estaba enamorada de la comida", recuerda.
Después de una vida de lucha contra su sobrepeso, Remley se inscribió en un grupo de apoyo para bajar de peso en su iglesia. "Todas las otras dietas hablan de cambiar cosas: reducir calorías, no comer grasa o carbohidratos. (El de la iglesia) fue el primer programa que me hizo mirar hacia mi corazón. El cambio estaba en mí. Observé mi propio corazón y me di cuenta de que me volcaba con la comida, en lugar de hacia Dios. Ningún alimento te puede llenar cuando sufres”.
Ese razonamiento divino le ayudó a perder 68 kilogramos y mantenerse en ese peso durante ocho años.
"Con la comida nunca te llenas. Nunca encuentras esa satisfacción. Una vez que aprendí a acudir a Dios, ya no acudía a la comida. Corría a mi biblia, a rezar; no a la alacena o al refrigerador", asegura Remley.
Paul Eugene, instructor de la clase Baile aeróbico con gospel en Pittsburgh, Pennsylvania, afirma que su objetivo es inspirar, pero no promete milagros.
"No quiero que la gente crea que, si se ejercita con música gospel, Dios hará algo supernatural. Si eso fuera verdad, la iglesia estaría llena de personas delgadas, y no lo está”, explica.
Pete McCall, fisiólogo del Consejo Estadounidense de Ejercicio, concluye que "cualquier cosa que lo haga a uno ejercitarse es bueno, sea por religión o por pura estética".