Generalmente pintadas en una paleta de colores vibrantes y adaptadas al clima tropical, las grandes propiedades mexicanas, que en sus años dorados fueran haciendas productoras, ranchos y fincas, tienen un diseño exquisito.
A menudo tienen techos altos con vigas de madera, interiores de azulejos y patios empedrados, que permiten que el aire fluya libremente y mantengan los pisos y otras superficies frías. Además de grandes ventanales, protegidos por rejas exteriores de hierro.
Este tipo de propiedades mexicanas giran alrededor de una sala al aire libre o un patio principal. Los toques rústicos, como vigas de madera talladas a mano y suelos de baldosas de terracota enceradas o adoquines de piedra, proporcionan un telón de fondo tradicional, para los muebles de madera tallados a mano y los tapices brillantes que animan la decoración interior.
A menudo contienen patios interiores, espacios apartados y toques árabes, como torres, arcos y mosaicos.
El uso de materiales locales, o acabados típicos de otra región, le dan a estos interiores un sello muy peculiar. Por ejemplo, los azulejos y la piedra esmaltados y pintados a mano son superficies frescas en las áreas de estar.
Como símbolos de la riqueza y la cultura de una familia, las haciendas estaban, y aún están, decoradas con elementos arquitectónicos ornamentales y obras de arte. Como la cocina tradicional mexicana, de la residencia ubicada en Cuernavaca, Morelos, que está cuidadosamente detallada con azulejos de Puebla.
Esta majestuosa propiedad tiene rincones únicos, terrazas espectaculares y acabados inigualables. Descúbrela |