El espacio que habitamos tiene un impacto en la salud del ser humano. Si bien los aspectos relacionados con estructura, construcción o instalación de edificios juegan un papel importante en este sentido, los elementos del entorno afectan al ser humano a nivel cognitivo y emocional .
Ejemplos de ello es que el ruido y la falta de vegetación pueden generar estrés, además de que el estrés asociado al entorno construido puede impactar negativamente en la expectativa de vida de las personas, así lo señala el documento The Cognitive-Emotional Design and Study of Architectural Space: A Scoping Review of Neuroarchitecture and Its Precursor Approaches, publicado en marzo de 2021 por el diario Sensors del Instituto Multidisciplinario de Publicaciones Digitales (MDPI).
Si los despachos de interiorismo pusieran más atención en la relación entre la neurociencia y el diseño, en algunos casos se prescribirían recetas de espacios, en lugar de medicamentos, asegura Juan Carlos Baumgartner.
El diseño de espacios interiores busca ir más allá de solo crear lugares bellos y funcionales, pues ahora su objetivo es influir directamente en el usuario de manera neuronal, para traerle beneficios emocionales y físicos.
Este es el precepto de Juan Carlos Baumgartner, fundador del despacho de arquitectura y diseño Space.
"Hay muchas enfermedades mentales, como ansiedad y depresión, que damos por hecho: se atienden con medicamentos. Pero también es posible lograrlo con espacios adecuados. Meter a varias personas a una oficina como si fuera una caja de zapatos, tiene el efecto contrario", dijo el arquitecto.
Un espacio que busque aminorar estos padecimientos, deberá tomar en cuenta hallazgos de la neurociencia, que explicó Baumgartner:
El primero es hacer consciencia de que el cuerpo del ser humano y las sensaciones que percibe, influyen de manera directa en el sistema neurológico. Ya sean las texturas, el sonido, o los colores. Todos los elementos de los que está rodeada una persona tendrán un efecto en sus pensamientos y emociones.
En segundo lugar está la capacidad de algunas neuronas de medir el espacio alrededor de los seres humanos y de orientarlos. Lo que es prueba de que las personas son conscientes del lugar en el que se encuentran y el organismo lo toma en cuenta.
Juan Carlos Baumgartner explicó también la neuroplasticidad. "En un experimento metieron a una caja de zapatos a muchos ratones amontonados. Era un lugar gris y aburrido. En otra con colores, ventilación y una rueda para correr, metieron a otros pocos. El primer lugar provocó que murieran neuronas de los animales, mientras que el segundo hizo que nacieran nuevas", comentó.
Esto deja en el pasado la teoría de que el sistema neurológico no se regenera. Y agrega más responsabilidad a los diseñadores de interiores, ya que sus creaciones tienen efecto directo en el cerebro.
Sin embargo, en México casi nadie está tomando en cuenta la influencia de los arquitectos en la salud de los seres humanos, lamentó Baumgartner.
Si los despachos de interiorismo pusieran más atención en la relación entre la neurociencia y el diseño, en algunos casos se prescribirían recetas de espacios, en lugar de medicamentos para curar enfermedades, concluyó el fundador de Space.
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