Genéricos: nunca digas nunca
Antes era común que los laboratorios multinacionales descalificaran todo lo que tuviera que ver con genéricos y los señalaban como copias de poca credibilidad, que nunca iban a igualar al medicamento original. Los tiempos han cambiado y la tendencia ahora es que las multinacionales abran su línea de genéricos. Ahí está el caso de Sanofi, que hace tres años adquirió a la nacional Kendrick y hoy maneja más de 80 fórmulas de genéricos de prescripción; Novartis hace lo propio con su laboratorio Sandoz, que empuja los ingresos de la empresa en México.
Aunque también hay multinacionales inamovibles que han decidido seguir concentradas sólo en la innovación -como el caso de Lilly, Abott y Merck Sharp and Dohme (MSD) y Boehringer Ingelheim- y no caer en la tentación de los genéricos, hay otras que sí lo están pensando: Pfizer ha sondeado posibles adquisiciones de compañías de genéricos en India y Asia; la inglesa AZ lo evalúa.
Las otras, que toda la vida han estado especializadas en genéricos, ahora están invirtiendo en innovación. Es el caso de la israelí Teva y la canadiense Apotex, pero también de mexicanas como Silanes, Probiomed, Sanfer y Stendhal.
La gama de opciones para los laboratorios de genéricos ya es amplia y cada vez más grande. Al no tener que investigar -que es lo más costoso de la medicina-, el genérico debe ofrecerse a mucho menor precio que el innovador. En Estados Unidos, la salida de un genérico, que muchas veces se da verdaderamente al siguiente día del vencimiento de patente, significa obtener el medicamento hasta 80% más barato frente a lo que costaba antes de vencer la patente.
En México, ese es el reto: no sólo que el genérico salga al mercado enseguida, sino que signifique de verdad ahorros inmediatos al consumidor. Uno de los problemas es que antes de que ello suceda, la lucha entre innovador y genérico se da en los juzgados. Hoy en día, hay no menos de 30 litigios pendientes entre laboratorios y son los jueces quienes deben determinar quien tiene la razón: si el laboratorio que defiende aún su patente por supuestas innovaciones adicionales o el productor de genérico que reclama haberse concluido el periodo de exclusividad y tener derecho a la salida del genérico.
Sólo este año, tres de los cinco medicamentos más vendidos en el mundo: Lipitor (para el colesterol) y Viagra (para la disfunción eréctil) de Pfizer; así como Plavix (para enfermedades cardiovasculares) de Sanofi Aventis, pierden su exclusividad y significarán pérdidas de ingresos por 15,000 mdd en conjunto. También, en 2011 vence la patente del medicamento para esquizofrenia Ziprexa, de Eli Lilly.
En 2012, entre los más importantes que ya deberán tener genérico están Plavix (para trombosis), de la francesa Sanofi; el antihipertensivo Diovan, de la suiza Novartis; y Enbrel (para tratar artritis y psoriasis) también del megagigante Pfizer.
Un ejemplo de que nos falta aún para consumar el espíritu de los genéricos en México está, por ejemplo, en el fármaco Atorvastatina (el genérico de Viagra, de Pfizer), que ya está saliendo al mercado mexicano -en la cadena de farmacias de Walmart- con descuentos de 30% respecto al original, cuando la referencia internacional es que el precio debe bajar al menos 70%.
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