Residuos industriales
Cuando se habla de actividad industrial generalmente hay distintas posturas sobre el tema, desde las que señalan los beneficios económicos que tiene para un país, hasta las que alertan sobre las consecuencias y afectaciones que provoca al medio ambiente.
Lo que es un hecho, es que toda producción industrial genera “subproductos indeseables”, es decir, residuos que pueden ser o no peligrosos, pero que, por su naturaleza, deben ser manejados y dispuestos correctamente con el objetivo de evitar que afecten, en la medida de lo posible, al ser humano y su entorno.
Los residuos tienen múltiples clasificaciones, sin embargo, se puede partir de acuerdo a su estado físico: Sólidos, líquidos y gaseosos, para luego subdividirlos según la procedencia, que puede ser industrial, agrícola, doméstica, etcétera. Los residuos industriales, que se generan a partir de procesos de producción, pueden clasificarse en tres grupos:
- Inertes. Son escombros y materiales afines.
- Similares a residuos sólidos urbanos. Son desechos de oficinas y comedores (orgánicos, papel, cartón, plásticos, textiles, maderas, etcétera).
- Peligrosos. Son aquellas sustancias cuya composición química y otras características, como niveles tóxicos o reactividad química, entre otros, pueden afectar la salud de las personas y/o el medio ambiente.
Se estima que la generación de residuos industriales peligrosos en México alcanza la cifra de 8 millones de toneladas (tons) al año, de las cuales, sólo 26 % recibe un manejo adecuado. La diferencia, equivalente a casi 6 millones de tons anuales, se acumula en las instalaciones o se dispone de manera ilegal.
El acelerado desarrollo tecnológico ha jugado un papel trascendente para la “calidad” actual de los residuos industriales, pues muchos materiales que se utilizan hoy en día para fabricar productos tienen propiedades como resistencia y durabilidad mayores, lo que hace que tengan gran demanda entre los consumidores. Aunado a ello, las tendencias mercadológicas apuestan por la innovación y sustitución constante de nuevos productos, que se combina con poder de compra y mayor consumo.
A PASO LENTO
En México, el trabajo para el manejo de residuos quedó constituido legalmente en 1891, luego de expedirse el primer Código Sanitario, sin embargo, fue hasta 1964 cuando la Dirección de Ingeniería Sanitaria inició a nivel nacional diversos programas de recolección y disposición de residuos utilizando técnicas de ingeniería, hasta ese momento novedosas, para atender este problema cada vez más complejo.
Diversas modificaciones reglamentarias se dieron dentro del gobierno federal para dar seguimiento al tema que alcanzó una mayor definición cuando al Instituto Nacional de Ecología (INE) le fue encargado el desarrollo de la normatividad en materia de residuos sólidos municipales. Además, se promulgó la Norma Oficial Mexicana (NOM) que fija los requerimientos para la selección de sitios donde se ubicarán rellenos sanitarios. De acuerdo con la Dirección General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas, hasta 2004 había una generación estimada de 5.3 millones de tons de residuos en México.
El director general de la dependencia, Alfonso Flores, señala que los desafíos para lograr la prevención y gestión integral de los residuos implican la reducción de su generación en la fuente de origen, consolidar la infraestructura para el manejo integral de los residuos en el territorio donde se generan, la correspondiente participación de los tres órdenes de gobierno, la iniciativa privada (IP) y la sociedad, además de incentivar y fomentar la valoración de residuos y de sus mercados. “Estamos trabajando en el desarrollo de guías técnicas para orientar las modalidades de manejo de residuos: Reciclaje, tratamiento, incineración, confinamiento, importación y exportación”, agrega Flores.
Por su parte, Luis H. Barajas, director de Industria de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), asegura que se trabaja en delinear una estrategia para el manejo de residuos y elaborar el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (PNPGIR), con la participación activa de los sectores involucrados, mismo que se presentará con fecha límite en noviembre de 2008.
La elaboración de este programa, añade Barajas, toca los siguientes puntos: Prevención, reducción, reutilización, reciclaje, tratamiento, recuperación del valor energético y disposición final, de acuerdo con las circunstancias particulares de cada localidad.
“El desarrollo sustentable del país depende, en gran medida, de la conservación y aprovechamiento racional de los recursos naturales y la protección de sus ecosistemas.
Es necesario promover cambios en los modelos de producción y consumo y establecer métodos para la prevención y gestión integral de los residuos ambientalmente adecuados, técnicamente factibles, económicamente viables y socialmente aceptables”.
MANEJO ADECUADO
México requiere hacer frente a desafíos en esta materia, tales como reducir su creciente generación, disminuir la inadecuada disposición final, construir infraestructura para su manejo en todo el país y capacitar de manera continua al personal que presta los servicios para su manejo.
“Además, se debe actualizar, adecuar y, en su caso, establecer el marco legal en la materia a nivel local, así como asegurar mecanismos efectivos de vigilancia, control y sanción en torno a los residuos. Es necesario desarrollar sistemas de información que apoyen la toma de decisiones y orienten los mercados de servicios ambientales, fomentar la valorización de residuos y los mercados correspondientes y facilitar la participación de la IP en el mercado para incrementar la valorización y comercialización de subproductos”, puntualiza Barajas.
En este sentido, el maestro Alfonso Flores destaca que en la actualidad existe en nuestro país una “valorización” de ciertos residuos manejados de manera conjunta por la IP y el gobierno. Algunas de las acciones implementadas por estos dos actores son:
- La elaboración y utilización de combustibles alternos formulados a partir de aceites lubricantes usados.
- El coprocesamiento de residuos peligrosos en hornos cementeros.
- La recuperación de solventes usados.
- El rescate de metales y soluciones gastadas de galvanoplastia.
- ELa reutilización de envases y contenedores de materiales y productos químicos.
- El reciclado de envases vacíos que contuvieron plaguicidas previo triple lavado.
- El reciclaje de baterías usadas que contienen ácido y/o plomo.
- La recuperación de metales a partir de pilas y baterías.
Con la entrada en vigor de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) en 2003 —se reformó el artículo 17 de esta ley en junio de 2007—, se introdujo el concepto, hasta ese momento innovador, conocido como Plan de Manejo. Éste pretende ofrecer un panorama de la gestión de los residuos que favorezca su valoración. Su objetivo es “minimizar la generación y maximizar la valorización de residuos sólidos urbanos, residuos de manejo especial y residuos peligrosos específicos, bajo criterios de eficiencia ambiental, tecnológica, económica y social, con fundamento en el Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de los Residuos, diseñado bajo principios de responsabilidad compartida y manejo integral, considerando el conjunto de acciones, procedimientos y medios viables e involucrando a productores, importadores, exportadores, distribuidores, comerciantes, consumidores, usuarios de productos y grandes generadores de residuos, según corresponda, así como a los tres niveles de gobierno.”
CONVENIOS DE COOPERACIÓN
Carlos Ayala, de la Subsecretaría de Fomento y Normatividad Ambiental, menciona que una de las soluciones para el manejo de residuos tiene que ver con los convenios de cooperación industria-gobierno.
“En materia ambiental existe la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), donde se abordan las disposiciones generales, los instrumentos de política ambiental, las NOM en esta materia, la autorregulación y las auditorías ambientales”, explica Ayala.
De igual forma, existe un convenio voluntario, donde la industria acuerda con la au-toridad cuáles serán las normas voluntarias o especificaciones técnicas sobre el manejo de emisiones (residuos), procesos y métodos de medición y pruebas. El objetivo de este convenio es impulsar el desarrollo sustentable de la industria, así como hacer más eficientes los procesos de regulación, gestión y control de la Semarnat.
Existen también anexos técnicos cuyo principal objetivo es el compromiso de la industria y la autoridad para determinar los criterios ambientales específicos de acuerdo a la problemática, pues las necesidades especificas de cada sector se toman en cuenta y se convierten en instrumentos técnicos de referencia y no se sujetan al Programa Nacional de Normalización (PNN), considerando las necesidades que tiene cada rama en particular.
“Es necesario regular procesos y emisiones específicos por sector, así como simplificar los trámites ante las autoridades (de regulación, gestión y control) y contar con estándares de cumplimiento y ecoeficiencia más altos, en beneficio de la competitividad de las empresas”, añade Ayala.
¿DÓNDE INICIA EL MANEJO DE RESIDUOS?
De acuerdo con Guillermo Román Moguer, investigador del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD), unidad académica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), el manejo de residuos no inicia con el desecho de estos, sino desde que elegimos la materia prima, las tecnologías y el proceso de transformación, es decir, en la planeación de la producción.
“Cuando se generan demasiados residuos podemos hablar de no sustentabilidad. Trabajar bajo el concepto de Producción Más Limpia (PML) ayuda a las empresas a incrementar su productividad, reducir costos, usar recursos más eficientemente, proveer productos y servicios mejores y más seguros, así como reducir niveles de emisión y riesgo”, explica Román.
Algunas de las estrategias de gestión de residuos que integran el concepto PML son: Minimizar desechos, recuperar materiales y energía, incinerar, neutralizar y depositar. Román agrega que un concepto fundamental para aminorar la creciente generación de residuos es trabajar con ecodiseño dentro de la actividad industrial.
“Con este concepto tenemos la opción de utilizar materiales de bajo impacto y reducir la cantidad de los mismos, amén de optimizar los procesos de producción y sistemas de distribución. Ello generará productos que tengan una optimización en su tiempo de vida y, lo más importante, un escenario claro de fin de ciclo, ya sea reciclándolo, reutilizándolo o simplemente desechándolo”, menciona Román.
En este sentido, aclara que si bien actualmente existe una aparente impresión de que todo lo que se recicla es bueno, esto no necesariamente es así, pues, por ejemplo, reciclar las pilas es una práctica en boga, pero al hacerlo se consume más energía que genera más cargas de emisiones en el ambiente, es decir, se producen más residuos, contrario a si sólo se desecharan.
“No sólo no es económicamente viable el reciclado, en este caso de las pilas, sino que también ambientalmente no es ecoeficiente. Existen dos vertientes de cara al manejo de residuos: Por una parte, se tiene que trabajar en la prevención, con conceptos como ecodiseño y PML, pero, por el otro lado, se debe considerar que de manera inevitable vamos a tener residuos, sin importar qué tan bien hagamos el trabajo previo: Siempre hay residuos. La mecánica aquí es prevenir para que con los desechos nuevos se pueda trabajar. La industria deberá encontrar la forma en que un bien tenga un mejor final de vida”, asegura Román.
CASO DE ÉXITO
La experiencia real de trabajo de las empresas en ocasiones está alejada de los conceptos que van tomando valor dentro de la industria como el “verde”, debido, principalmente, a la falta de claridad de éstos, sin embargo, existen experiencias exitosas en este sentido. Es el caso de la empresa Pharm Yeast de México, firma químico-farmacéutica ubicada en la capital, que cuenta con 60 empleados y tres plantas, y cuyos principales productos son levadura para aplicaciones farmacéuticas e hidrolizados para la industria pecuaria. Dicha empresa desarrolló un proyecto de ecoeficiencia con el fin de atender un punto crítico en la generación de residuos de aceites en la trampa de su equipo condensador.
A decir de Raúl Luna, representante de la empresa, las causas de la excesiva generación de residuos estaba relacionada con la alta velocidad de los vapores al pasar por el condensador, lo cual generaba pérdidas económicas.
“Se trabajó en el rediseño del condensador, con el fin de aumentar el área de transferencia de calor y disminuir la velocidad de los vapores al colocar mamparas en el interior de tubos”, explica Luna.
Los resultados obtenidos significaron ahorros económicos y ambientales, en este último caso, de 5,840 kg de residuos de aceite menos. Además, aumentó la calidad del producto final (de 96% a 99.6% de pureza), la calidad del subproducto obtenido (de 72% a 99.6% de pureza), la renegociación del contrato actual con el cliente, y la oportunidad de conseguir contratos para producir nuevos productos. Esto es tan sólo un pequeño ejemplo de su impacto.
“El proyecto nos brindó ahorros significativos y mejoró nuestro desempeño ambiental, además de que nos permitió visualizar oportunidades de mejora y tuvimos la oportunidad de intercambiar experiencias con otros proveedores, lo que nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia empresa”, puntualiza.
Datos de la Semarnat señalan que México ocupa el cuarto lugar mundial en cuanto a proyectos registrados ante la cumbre ejecutiva del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL) con 90 proyectos, entre los que destacan los relacionados al manejo de residuos, sin embargo, el manejo inapropiado de éstos se refleja en las áreas naturales donde se encuentran desechos de diversa índole, es decir, si bien hay un esfuerzo de algunas compañías en materia de residuos, parece no haber una estrategia clara o integral de éstos.
El correcto manejo de los residuos industriales ofrece a las empresas no sólo los beneficios de contar con una imagen sustentable y de responsabilidad social, sino ahorros a lo largo de toda su cadena de producción.
Es fundamental que el manejo de residuos se observe como un trabajo económicamente viable, donde industria, gobierno y población en general trabajen en planes y esquemas de carácter nacional, pues al final lo que está en juego son los recursos y el entorno natural del país. En pocas palabras, es un trabajo de equipo.