Esta es una pequeña muestra, focalizada en un sector, pero el enfoque no es causal. En abril de 2020, al inicio de la pandemia, BlackRock y otros fondos mandaron un mensaje directo a las farmacéuticas en una entrevista publicada en el diario británico Financial Times: “Hagan a un lado cualquier reserva que tengan sobre colaborar con rivales”.
El mensaje fue escuchado. Pfizer y Moderna trabajan, cada una por su cuenta, con otras biofarmacéuticas como Rentscheler Polymun, Rovi, Recipharm, mientras que AstraZeneca y Novavax colaboran con el Serum Institute of India, el mayor fabricante de vacunas del mundo, que está elaborando en paralelo productos similares a los de Oxford-AstraZeneca. Incluso esta última empresa anunció una alianza similar con Novavax (sí, también BlackRock y Vanguard son sus mayores accionistas).
La ecuación para estos “mecenas de Wall Street” es clara: cuanto más rápida sea la recuperación económica, mejores utilidades y, teóricamente, mejores retornos de inversión lograrán. Su dinero impulsó el desarrollo de las vacunas, lo que a su vez impulsará la actividad económica, que el resto de empresas de otros sectores donde también son accionistas necesitan para salir de la crisis.
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“Son participantes muy interesados en la recuperación, mientras más rápida y sólida, mejor”, dice en entrevista Esteban Polidura, director de asesoría y productos para la región de América del banco de inversión Julius Bär (BlackRock también es uno de los principales accionistas en este banco suizo). “Eso se traduce en mejores utilidades, más crecimiento y, en teoría, acciones más altas. Hay un incentivo claro ahí”.
Polidura, quien analiza el pulso de los inversionistas, señala que la relación entre fondos y empresas a menudo es tensa, lo que quedó en evidencia con las farmacéuticas en un año atípico. Es común que haya desencuentros entre las decisiones del consejo de administración de la empresa y los accionistas. Un ejemplo en México ocurrió en 2017, cuando la familia Hank impulsó la después exitosa fusión de Banorte con Interacciones. Un grupo de accionistas, entre ellos (sí, otra vez) BlackRock, puso en duda la operación por posibles conflictos de interés, ya que Interacciones y Banorte estaban en manos de la misma familia.