Una dura lección
Durante la crisis de deuda soberana que sacudió al continente entre 2010 y 2012, estos países dependieron de rescates financieros y medidas de austeridad impuestas por organismos internacionales. El caso de Grecia fue paradigmático: su prima de riesgo se disparó 11 puntos porcentuales frente a Alemania y se convirtió en el mayor símbolo del colapso europeo.
Esa etapa dejó desempleo, dolor y desazón en estos países europeos, pero también lecciones. Desde entonces, los tres gobiernos han aplicado reformas estructurales, consolidación fiscal y estrategias de crecimiento más sostenibles.
Hoy, los inversionistas los ven con nuevos ojos: el diferencial de los bonos a 10 años entre Grecia y Alemania es de apenas 0.21 puntos porcentuales, una señal clara de la convergencia económica que antes parecía inalcanzable, señalan algunos expertos.
Estabilidad periférica vs. incertidumbre central
La percepción de riesgo ha cambiado de forma radical. Mientras economías como Alemania y Estados Unidos enfrentan presiones por su creciente gasto público y déficit fiscal, la “periferia europea” ha mostrado más solidez de la que muchos esperaban.
"Los gobiernos llevaron finanzas prudentes, y mejor de lo esperado por el mercado", explica Alejandro Arellano Best, analista de economía internacional en Vector Casa de Bolsa. Destaca que el déficit fiscal de Italia en 2024 fue de 3.4%, por debajo de lo proyectado, y en Grecia incluso se registró un superávit de 1.3%.
El contexto internacional también juega a su favor. Las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda de Estados Unidos ya provocaron que algunos inversionistas globales diversifiquen hacia mercados que hasta hace poco eran vistos con cautela.
"Más que una reconfiguración del apetito por el riesgo, estamos viendo un rebalanceo de portafolios que incorpora un cambio en las expectativas para la economía estadounidense", añade Arellano, lo cual no implica que los bonos del Tesoro de Estados Unidos y el propio dólar dejen de fungir como activos de reserva mundial.
Ganar un poco más por el mismo riesgo
Ramsé Gutiérrez, vicepresidente de Franklin Templeton, coincide en que el cambio de percepción responde a una combinación de consolidación fiscal, estabilidad política relativa y un entorno de tasas altas que hace más atractivos los rendimientos de los países periféricos.
“En tiempos tranquilos, ganar un poco más por el mismo riesgo resulta atractivo”, señala, con relación a la convergencia entre los tipos de interés de estos países con otros tradicionalmente más estables.
Aunque sus calificaciones crediticias siguen por debajo de Francia y Alemania, los inversionistas institucionales están mirando más allá de las letras. “Una menor calificación no implica automáticamente menor demanda si el spread lo compensa adecuadamente”, advierte Gutiérrez.
Para explicar qué es el spread, se puede imaginar que el bono a 10 años de Alemania rinde 2% y el de Italia rinde 3%. La diferencia entre ambos —ese 1%— se llama spread. Si el rendimiento del bono italiano baja a 2.5%, el spread se reduce a 0.5%, lo que indica que el mercado percibe menos riesgo en prestarle dinero a Italia, acercando su perfil al de Alemania.
No todo es euforia, existen riesgos latentes
A pesar del optimismo, los analistas coinciden en que persisten desafíos importantes. Tanto Italia como Grecia siguen teniendo algunas de las cargas de deuda más elevadas del continente.
Además, el entorno global no es precisamente estable: un nuevo repunte de tasas impulsado por el déficit fiscal de Estados Unidos o tensiones geopolíticas podría encarecer su financiamiento.