El Monitor Fiscal del FMI proyecta que la deuda pública global podría superar 100% del PIB para 2029, el nivel más alto desde 1948, si no se adopta una estrategia fiscal más disciplinada. El organismo advierte que “los riesgos de la deuda pública están ampliamente extendidos y se inclinan hacia un aceleramiento del endeudamiento”, y urge a los países a actuar temprano para contener estos riesgos y proteger la estabilidad macroeconómica.
Durante la presentación de su Outlook 2026, BlackRock advirtió que el crecimiento acelerado de la deuda pública y corporativa se ha convertido en una de las variables centrales para los mercados financieros. Para la firma, el problema ya no es solo el nivel absoluto de endeudamiento de economías como Estados Unidos, sino su dinámica y su impacto directo sobre las tasas de largo plazo.
“No se trata tanto del monto, sino de la velocidad a la que está creciendo la deuda”, explicó José Luis Ortega, director general de Inversiones Activas de Renta Fija y Multiactivos de BlackRock México, al señalar que Estados Unidos ya se mueve en niveles cercanos a 120% de deuda respecto al PIB.
Ortega subrayó que este escenario se vuelve más delicado porque coincide con un fuerte aumento en la deuda corporativa, particularmente del sector tecnológico. Las grandes empresas están financiando con bonos las inversiones multimillonarias en infraestructura para inteligencia artificial —centros de datos, equipos de cómputo y generación de energía— al mismo tiempo que los gobiernos incrementan sus necesidades de financiamiento.
“Se juntan tanto el apalancamiento gubernamental como el apalancamiento corporativo, y eso hace que el mercado tenga que absorber esa deuda y pedir una mayor prima”, advirtió.
Este contexto explica por qué BlackRock se mantiene cauteloso con los bonos de largo plazo de Estados Unidos. La firma considera que, en el régimen actual, estos instrumentos han perdido parte de su función histórica como amortiguadores del riesgo en los portafolios. Ortega lo describió como un “espejismo de la diversificación”, al señalar que los Treasuries largos ya no ofrecen la protección automática que tuvieron durante décadas, especialmente en episodios de volatilidad.
Es decir, la deuda elevada no anticipa una crisis inmediata de solvencia, pero sí un entorno de tasas reales más altas por más tiempo y mayor sensibilidad del mercado a cualquier sorpresa fiscal o inflacionaria.
Las altas tasas pueden agravar el problema
Jumana Saleheen, economista en jefe de Vanguard para Europa, explicó durante una conferencia virtual que el aumento del endeudamiento no es necesariamente explosivo por sí mismo, pero se vuelve problemático cuando coincide con un entorno de tasas estructuralmente más altas. En ese contexto, incluso sin nuevos déficits, el simple costo financiero puede empujar la deuda al alza y dificultar su estabilización.
Un país puede crecer y salir de su problema de deuda; el reto hoy es que ese ajuste ocurre en un mundo de tasas de interés estructuralmente más altas
Jumana Saleheen, economista en jefe de Vanguard para Europa
Saleheen subrayó que el factor decisivo para contener la deuda es el crecimiento económico. Desde la óptica de Vanguard, las economías con mayor dinamismo tienen margen para “licuar” su endeudamiento en relación con el PIB, algo que la historia ha mostrado tras episodios de deuda elevada, como los periodos posteriores a guerras.
Sin embargo, advirtió que ese ajuste hoy es más complejo, porque el mundo se mueve hacia un equilibrio de tasas más alto que el de la década pasada, lo que eleva la presión sobre las finanzas públicas.
Por su parte, Joe Davis, economista en jefe global de Vanguard, señaló que la deuda es uno de varios riesgos estructurales que compiten entre sí en el escenario de 2026, junto con la fragmentación geopolítica, los cambios demográficos y la irrupción de la inteligencia artificial.
Para el experto, lo importante será medir cómo estos factores se traducen en resultados económicos y financieros concretos, y cómo esa tensión puede provocar divergencias entre un panorama económico relativamente sólido y mercados financieros que ya descuentan escenarios optimistas.
Los bonos de México siguen atractivos pese a su nivel de deuda
José Luis Ortega explicó que el mercado de bonos mexicanos no enfrenta las mismas presiones estructurales que la deuda de Estados Unidos. Mientras en las economías desarrolladas el aumento del endeudamiento público y corporativo está elevando la prima exigida por los inversionistas y presionando las tasas de largo plazo, en México persiste un entorno donde la política monetaria mantiene credibilidad y la deuda sigue ofreciendo una compensación atractiva por riesgo.
En ese contexto, BlackRock se mantiene favorable a la deuda mexicana, en un escenario donde Banxico aún tendría espacio para llevar la tasa hacia niveles cercanos a 6.5% y luego entrar en una fase de pausa.
Por su parte, Sergio Méndez subrayó que el principal ancla de estabilidad del mercado de deuda local es el fuerte ahorro interno. Destacó que las Afores ya representan entre 23% y 25% del PIB, mientras que los fondos de inversión suman alrededor de 13%, lo que permite que una parte significativa del financiamiento del país se realice con recursos domésticos.
Esta estructura, dijo, coloca a México en una posición “súper diferenciadora” frente a otros mercados, al reducir su dependencia de flujos externos y darle mayor resiliencia al mercado de bonos en un entorno global marcado por elevados niveles de deuda y mayor volatilidad financiera.