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¿Algún día dejará de nevar?

La tormenta de nieve es tan densa que ni siquiera es posible ver la puerta de la vecina
mié 10 febrero 2010 11:42 AM
La nieve cae sin cesar en la capital de EU
La nieve cae sin cesar en la capital de EU La nieve cae sin cesar en la capital de EU

Modelar muñequitos de nieve, esquiar en una montaña blanca y jugar guerritas de copos es divertido, pero esto es demasiado. Ha caído nieve sin cesar cuatro de los últimos seis días. La noche del martes, a través de la ventana todo era blanco: los autos, la calle, los techos de las casas.

Ahora que amaneció, la tormenta de nieve es tan densa que ni siquiera es posible ver la puerta de la vecina, la señora Johnson. Esto se aproxima a una zona de desastre, entre la nieve acumulada, las compras de pánico y la ansiedad del encierro.

Ayer, con el auto compacto deslizándose sobre el asfalto congelado como si fuera una enorme pastilla de jabón, llegué a un Home Depot donde vi a un hombre y a una mujer a punto de liarse a golpes por un costal de sal para derretir hielo. Es comprensible: si no tapizas de sal la entrada de tu casa y el cartero resbala, puede demandarte por varios miles de dólares.

Esa tarde decenas de habitantes de los suburbios de la capital de Estados Unidos salían cargando sobre los hombros, como si fueran fusiles, cientos de palas para asear sus casas.

En el supermercado, cuatro días antes de que comenzara a nevar, una fila de personas con cochecitos repletos de alimentos y botellas de agua tardó veintisiete minutos en desaparecer.

Ayer había mucho menos gente y era claro por qué: la zona destinada a las verduras estaba vacía. Los estantes de frutas habían sido saqueados y sólo quedaban por ahí tres bolsas de uvas y unos racimos de plátanos verdes –disputadísimos, por cierto –.

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En las casas, incluso si en ellas habitan niños, el clima no es de una alegría desbordante por la llegada de la nieve. El domingo, cuando debían preparar hamburguesas y hot dogs para el esperado Super Bowl, adolescentes acompañados por sus padres paleaban kilos de nieve para asear sus cocheras y abrirse paso en ese mar como de leche.

Todos estaban sorprendidos por la cantidad de nieve y no parecían muy alegres. Sólo Santos, un trabajador salvadoreño, parecía feliz caminando torpemente con sus botas gruesas. Siete casas aseadas, a 130 dólares cada una, eran la medida de su felicidad.

Esta es la capital del país más poderoso del mundo y sin embargo la cantidad de nieve que ha caído en los últimos días lo ha paralizado todo: el gobierno, las embajadas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional suspendieron actividades.

Las escuelas se declararon cerradas lunes y martes, y ayer anunciaron que en vista que el cielo no deja de enviar nieve, los niños no asistirán a clases toda la semana. Nicolás, que tiene cuatro años y con cierta frecuencia reniega cuando llega la hora de asistir a clases, ayer preguntó: ¿Cuándo voy a ir a la escuela?

No ha salido de casa desde el sábado, cuando metido en un traje como de astronauta jugueteó un rato en un muro de nieve. El teléfono no para de timbrar con avisos del condado. El último, a las nueve de la noche, avisó que los camiones recolectores de basura no pasarán en una semana. Obama tenía razón: esto es un verdadero Snowmageddon.

     Wilbert Torre es un periodista mexicano radicado en Washington, D.C. Es autor de Obama latino.

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