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Una viuda en Alemania lucha para detener la lapidación de una mujer iraní

Mina Ahadi huyó de Irán hace más de 30 años, cuando fue condenada a muerte. Ahora, ella intenta desde el otro lado del mundo salvar a otros
mié 14 julio 2010 10:27 AM
Mina Ahadi activista contra pena muerte iran
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Mina Ahadi iba a ser ejecutada en Irán, por razones políticas, dice. Pero logró escaparse. Ahora vive en Alemania y trabaja diariamente para salvar la vida de las personas que, asegura, esperan una ejecución injusta en su país natal.

Ella y un grupo de 20 personas se manifiestan a menudo cerca de uno de los centros turísticos más importantes de Europa, en la gran catedral de Colonia, en Alemania. Con un altavoz, Ahadi pide a los paseantes que apoyen a las personas condenadas a muerte del otro lado del mundo, sentenciadas a morir por lapidación o ahorcadas en Irán por delitos que no sería considerados criminales en una democracia occidental, asegura.

Ahadi es un ejemplo perfecto. Ella y su esposo fueron condenados a muerte después de la revolución islámica. ¿Su delito? "Protesté contra el régimen islámico", dice Ahadi, que era estudiante de medicina en ese momento "y en contra de la ley que obligaba a portar un pañuelo en la cabeza. Y mi esposo, un estudiante de física, fue arrestado y ejecutado en 1980 en Irán. Los dos éramos activistas, y desde el principio no aceptamos un régimen islámico en Irán".

No ha cambiado mucho en su postura después de marcharse de Irán, hace tres décadas, cuando huyó a Alemania después de una década de odisea y suspenso a través las regiones kurdas de Irán y Austria.

Ahadi es presidenta del Comité contra la lapidación y la pena de muerte. Su grupo de manifestantes sostiene pancartas con los rostros y los nombres de los presos iraníes condenados a muerte. En algunas ocasiones, sus esfuerzos son apoyados por grupos similares que protestan en otros países.

A pesar de las advertencias del grupo en alemán y en persa, casi nadie entre los miles de compradores que llegan al centro comercial al aire libre que se encuentra en el lugar, se detienen a escucharlos ni a mirar las fotos de las expresiones tristes de los condenados.

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Las protestas pueden ser pequeñas y aparentemente ignoradas, pero pueden tener un gran efecto, dice Ahadi, y a la gente que le interesa realmente los escucha. Ahadi asegura que ella y su grupo han salvado algunas vidas de forma regular, y que cuentan con el apoyo de todo el mundo, incluso en los círculos diplomáticos.

"Cuando nos organizamos en todo el mundo, cuando todo el mundo protesta, y en particular cuando nos ponemos en contacto con los gobiernos europeos, y estos gobiernos ejercen presión sobre el régimen islámico en Irán, a veces tenemos una oportunidad", asegura. "hemos slavado a agente que ya no tienen más posibilidades jurídicas".

Sakineh Mohammadie Ashtiani es una de esas personas sin recursos legales. La madre de dos hijos que fue sentenciada a la lapidación por adulterio, condenada por una confesión obtenida bajo coacción, según su abogado y que el gobierno iraní dijo que investigaría la forma en que se dio la sentencia.

"Cuando llega una carta sobre alguien puede ser apedreado o ejecutado –las cartas provienen de Teherán- cada minuto o cada día, algo puede pasar", explica Ahadi. “Sakineh puede ser apedreada en cualquier momento”.

Pero Ahadi sigue luchando, como lo hacen los niños de Ashtiani. Ellos han suplicado al presidente del parlamento de Irán, Ali Larijani, para revertir la orden de lapidación. Y han conseguido una reacción.

El jefe del poder judicial de Irán ha detenido temporalmente la ejecución, informaron los medios de comunicación estatal iraní este miércoles, citando a un funcionario judicial. "Aunque el veredicto sigue en pie y es definitivo, la ejecución ha sido suspendida por motivos humanitarios por orden de los honorables jueces y no se llevará a cabo en este momento", dijo Malek Ajdar Sharifi, un funcionario judicial en el este de la provincia de Azerbaiyán, Irán informó la agencia estatal de noticias de la república islámica.

Pero aún así, en conversaciones telefónicas con los niños sobre el caso de su madre, Ahadi es cuidadosa con su lenguaje. "Cuando hablo con los niños ni siquiera uso esa palabra -lapidación- porque es tan horrible, inhumana, y es un tema tabú hablar sobre ella", dijo. "Nunca he tenido la fuerza para preguntarles ‘¿Cuándo será tu madre apedreada?’".

Y aunque ellos puedan influir en la decisión de las autoridades para revertir la lapidación, el resultado puede ser el mismo. "A veces lapidaciones se anulan, pero l as mujeres o los hombres son ejecutados ", asegura. "Tuvimos, por ejemplo, un caso como éste el año pasado. Un hombre estaba en Rasht, y el régimen islámico no lo apedrea. Luchamos mucho, pero en el último día, lo ejecutaron".

Los temores de Ahadi no son sólo por la vida Ashtiani, sino también por el futuro de los niños. "El régimen islámico es a veces tan brutal" y añade "tal vez Sakineh sea lapidada y los niños incluso pueden ser arrestados. Debes estar en constante cuidado”.

Después de un día de protestas en las calles de Colonia, Ahadi pasa el resto de sus días llamando a personas condenadas a muerte en Irán, algunas de ellas adolescentes. "Hace una hora tuve una llamada telefónica", cuenta Ahadi. "Mohammad Reza Hadadi será ejecutado en la cárcel de Adel Abad. Tenía 15 años cuando fue arrestado, y ahora que cumple 18 años podría ser ejecutado".

Las condenas de los menores de edad, por lo general, no son realizadas hasta que cumplan los 18 años, explica Ahadi.

Cuando Ahadi regresó a casa, se encontró con un mensaje de la familia del chico que, dijo, la dejó "muy, muy triste".

El cumpleaños 18 del niño no está muy lejano. Ahadi tiene una foto del niño que la familia le envió, la mira cuando habla con él por teléfono. "No puedo dormir cuando ocurre algo como esto", dice con voz temblorosa.

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