OPINIÓN: ¿Por qué la ONU no puede crear al Estado Palestino?
(CNN)— Nota del Editor: es profesor distinguido Ziegler en el Instituto de Washington para Políticas del Oriente Próximo, donde dirige el Proyecto sobre el Proceso de Paz en Medio Oriente. También es profesor adjunto en Estudios de Medio Oriente en la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales Avanzados, en la Universidad Johns Hopkins.
Los discursos en Naciones Unidas del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, han quedado atrás.
Hay dudas sobre si Abbas aún sea capaz de asegurar nueve de los 15 votos necesarios en el Consejo de Seguridad de la ONU para apoyar una resolución de creación de Estado, a pesar del esperado veto por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, la resolución levanta otra pregunta: si las Naciones Unidas crearon en el pasado a Israel, ¿por qué no deberían crear hoy el Estado Palestino?
Este argumento guarda cierto encanto, pero no es pertinente en el contexto actual.
Una digna solución de dos estados para los palestinos y para los israelíes sólo puede ser alcanzada por un acuerdo entre ambas partes para ponerle fin a su trágico conflicto.
Las Naciones Unidas crearon el Estado de Israel en 1947, porque Gran Bretaña buscó una salida de esa región.
Con sus recursos y energías agotados tras la Segunda Guerra Mundial, Londres ya no estaba interesado en hacerse cargo de sus responsabilidades posteriores a la Primera Guerra, tales como el mandato de poder para administrar ese territorio.
Gran Bretaña se había comprometido en 1917 a un “hogar nacional judío”, en la que sería conocida como la Declaración Balfour, y utilizaría luego su mandato respaldado internacionalmente para llevarla a cabo.
Pero Gran Bretaña pronto se cansó de estar atrapada en medio de un conflictivo nacionalismo árabe y judío.
En 1947, el país buscó el auxilio de la recién fundada ONU para salir de esta región del Medio Oriente.
Hoy, sin embargo, israelíes y palestinos no pueden hacer lo mismo. En una solución de dos estados, estarán viviendo juntos en una muy estrecha franja de territorio; los dos estados medirían apenas unos 80 kilómetros de ancho, desde el Mar Mediterráneo al Río Jordán.
Sin embargo, si existe una lección primordial del voto de 1947 de la ONU, es que lo perfecto no debería ser enemigo de lo bueno.
Fue el pragmatismo de los defensores de lo judío —conocidos como sionistas— lo que posibilitó su éxito.
En 1947, la ONU hizo un llamado a una solución de dos estados que dividiría la tierra entre judíos y árabes. Ninguna de las partes estaría plenamente satisfecha por este acuerdo, pero al menos tomó en cuenta algunas de sus preocupaciones.
A pesar del llamado de la resolución para la internacionalización de Jerusalén, los principales sionistas aceptaron lo que sería conocido como el Plan de Partición.
Aunque críticos locales atacaron a este bando político, dirigido por David Ben-Gurion y Chaim Weizmann, por su moderación, los miembros mostraron una importante valentía política y no fueron disuadidos.
En contraste, el grupo árabe vio el Plan de Partición como injusto, en su exhorto a compartir el territorio, dado que creían que los sionistas no tenían derecho a ninguna tierra en absoluto.
Los sionistas aceptaron la mitad de su barra de pan, y a pesar de los ataques por parte de los árabes en el día de su creación, Israel floreció. Dado que los árabes rechazaron su mitad, Palestina nunca nació.
Los palestinos dejaron ir una oportunidad parecida para crear el Estado en el 2000, cuando el presidente de la Autoridad Palestina rechazó los que serían conocidos como los Parámetros Clinton, y otra vez en el 2008, cuando el primer ministro israelí, Ehud Olmert, ofreció al presidente Abbas un trato que era más que generoso.
Hasta este día, Abbas jamás ha explicado por qué rechazó la oferta de Olmert, levantando la pregunta sobre si los palestinos alguna vez aceptarán un trato.
Por esta razón, los israelíes a menudo citan a su legendario hombre de Estado, Abba Eban, al decir que “los palestinos nunca desaprovechan la oportunidad de dejar in una oportunidad.”
Hoy es el gobierno de Netanyahu el que se azota con la declaración de Eban, sin embargo, la única alternativa para Abbas es el Hamas radical.
Netanyahu ve esta elección como injusta, porque cree que él le ha pedido a Abbas regresar a las negociaciones, aunque Abbas sólo ha estado de acuerdo en hacerlo durante dos semanas en los últimos dos años y medio.
El primer ministro israelí sospecha de una correlación directa entre 1947, 2000, 2008 y hoy: los palestinos evitan la paz como un camino en favor de la consecución del estatus de Estado.
Mientras tanto, dadas sus sospechas de las intenciones de Netanyahu, Abbas teme que cualquier reanudación de las negociaciones desemboquen inevitablemente en dañar su popularidad entre el pueblo palestino; esta es una de las razones por las que recurre a las Naciones Unidas.
Una propuesta de reanudar las negociaciones, según conversaciones entre bastidores, es que éstas sean guiadas por los discursos pronunciados por Obama en mayo, que busca solucionar el problema de las fronteras con intercambio de tierras y a través de acuerdos de seguridad y reconocimiento mutuo, lo cual le daría estructura y dirección al proceso.
Hay señales de que Netanyahu y Abbas están considerando seriamente esta opción. Netanyahu lo insinuó en un discurso este viernes , y parece ser la dirección de la largamente esperada declaración del Cuarteto para la Paz del Medio Oriente —el llamado a la intensificación de las pláticas— lanzada este viernes por la tarde.
Las circunstancias que rodean la tentativa palestina ante la ONU son muy diferentes de aquellas que rodearon la petición británica de 1947. Ni los palestinos ni los israelíes buscan salir de la región.
El drama en Naciones Unidas no viene al caso: la paz necesita ser construida en el Medio Oriente, no en el Noreste.
La desconfianza y las exigencias históricas de ambas partes sólo pueden ser resueltas entre ellas, ya que deberán vivir con los resultados.
Los líderes de ambos lados deben mirar a 1947, para una lección sobre la importancia del pragmatismo político, en lugar de un enfoque de todo o nada.
Como esta semana dijo el presidente Obama ante la ONU, no hay atajos para alcanzar la paz.